LETRA PEPE

La vuelta de página del peronismo

Un buen resultado consagrará a Massa como nuevo jefe. La nueva generación se abre paso con Llaryora y el recién llegado Kicillof. Crisis de identidad y territorio en retroceso.

Sea cual fuere el resultado, este domingo el peronismo dará vuelta la página para inaugurar un nuevo capítulo de su historia. En un escenario de fragmentación política, los números de la elección también empezarán a definir los nuevos liderazgos del movimiento, que llega con el poder territorial diezmado y debilitado en su identidad por la crisis social y económica.

Es de Perogrullo que un buen resultado llevará a Sergio Massa a la cima de la conducción nacional. La dirigencia pide a gritos un jefe. El puntano Alberto Rodríguez Saá, una de las voces más experimentadas del Partido Justicialista (PJ) lo dijo de forma explícita durante la cena que los gobernadores compartieron con el ministro de Economía en Tucumán a mediados de septiembre. “La casa grande del peronismo” necesita un nuevo líder.

Este domingo, Massa se juega más que la presidencia. De llegar a la Casa Rosada, el ministro de Economía buscará llevar su gobierno más allá de los límites del peronismo, un modelo transversal, al estilo de Néstor Kirchner, un líder surgido de las cenizas de 2001, que construyó una corriente propia desde el 22% de los votos. La crisis de identidades políticas que atraviesa la sociedad abre oportunidades.

Massa adelantó ese movimiento diez años en el tiempo. En 2013, cuando dejó “la casa grande del peronismo” para fundar su propio partido, el Frente Renovador, tuvo su propio ensayo cuando convocó a desencantados del kirchnerismo, radicales como Cecilia Moreau o el fallecido dirigente Mario Meoni, y cerró acuerdos con el PRO y Margarita Stolbizer. Un década después, consiguió encolumnar a todo el peronismo detrás de su candidatura.

Pero el destino de su liderazgo en construcción dependerá del resultado de las elecciones. Si la empresa de Massa fracasara, es probable que el peronismo no tarde en ir en auxilio de los vencedores en busca de un nuevo conductor. Los líderes con territorio, ese bien preciado que escasea más que nunca en la historia, aparecen primero en la lista. De repetirse los números de las últimas PASO provinciales, después de diciembre, Unión por la Patria (UP) pasará a gobernar solo ocho distritos: Buenos Aires, Catamarca, La Rioja, Formosa, Tucumán, La Pampa, Santiago del Estero y Tierra del Fuego.

Los últimos dos son casos particulares. El santiagueño Gerardo Zamora es de origen radical y lidera el Frente Cívico por Santiago, que incluye a la UCR, el peronismo y otras agrupaciones. Gobierna su provincia desde 2005 y fue uno de los primeros radicales K. “(Mauricio) Macri va a lograr que me haga peronista”, dijo, en broma, en una de las reuniones de gobernadores en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) durante el macrismo. Zamora fue un actor determinante en la definición de la candidatura de Massa y en el trabajo territorial en la campaña en el Norte del país. El gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, tampoco es peronista. Es militante de Partido de la Concertación FORJA, una escisión del radicalismo.

De la legendaria liga de gobernadores del peronismo, en diciembre solo quedará en pie el legendario Gildo Insfrán, presidente del Congreso Nacional del PJ, que gobierna un distrito con medio millón de habitantes. El grupo de mandatarios también está integrado por Sergio Ziliotto (La Pampa), Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Ricardo Quintela (La Rioja) y, si lograra la reelección, Axel Kicillof(Buenos Aires). En mayo de 1995, cuando se renovaron 21 gobernaciones, el PJ se quedó con 14. En diciembre de 2019, el Frente de Todos ostentaba 15 gobernaciones. Este año, el justicialismo perdió bastiones históricos, como San Luis, San Juan y Chaco, además de la recuperada Santa Fe.

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La debacle tiene explicaciones sociales y, fundamentalmente, económicas. El partido que representa a los trabajadores entró en una crisis profunda de representación. Más allá de indicadores positivos, como la creación de empleo formal y la recuperación de la industria, el gobierno de Fernández llega a las elecciones con una inflación acumulada de 621% y 40% de pobreza.

De acuerdo con el economista Luis Campos, coordinador del Observatorio de Derecho Social de la CTA, el salario real llegó a las PASO con el mismo nivel que en diciembre de 2019, cuando la ciudadanía eyectó al gobierno de Cambiemos por su mala administración económica. Durante la gestión de Macri, los salarios registraron una baja del 20% respecto de diciembre 2015, cuando terminó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Un informe que publicó en junio el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, indica que en Argentina se consolidó el fenómeno del "trabajador pobre". Tener un empleo formal ya no garantiza escapar de la pobreza. El gobierno del Frente de Todos no logró cumplir con su promesa de revertir la situación.

Córdoba y Buenos Aires, la espera de los gigantes

Desde afuera de la estructura del PJ oficial sigue los movimientos el gobernador electo por la provincia de Córdoba, Martín Llaryora, que quiere expandir el cordobesismo más allá de las fronteras de la provincia. La dirigencia peronista mediterránea se alejó del partido tras su ruptura con el kirchnerismo. Como Massa, Llaryora tiene 51 años y la ambición de ser presidente. Desde diciembre gobernará el segundo distrito electoral del país.

La elección de este domingo definirá, también, el destino partidario del principal distrito del país, la provincia de Buenos Aires, donde Kicillof busca la reelección. El gobernador es una rara avis para el PJ y para la liga de gobernadores, que siempre lo vio como un delegado de Cristina y un recién llegado a la vida partidaria. De tradición de pensamiento más ligado a la izquierda, el mandatario se afilió al PJ en 2021, poco antes de asumir como vicepresidente del partido en la conducción que encabeza Alberto Fernández.

“Hay que componer una canción nueva”, dijo Kicillof en septiembre y desató un vendaval interno. Como contó Letra P, el problema no fue el mensaje, que estuvo en línea con lo que dijo varias veces Cristina Kirchner y suena razonable en términos generacionales, sino el mensajero. Con la vicepresidenta en un segundo plano, después de haber repartido bastones de mariscal, es lógico que el kirchnerismo empiece a definir su sucesión. La interna del gobernador con Máximo Kirchner ya es una realidad a la vista de todos que desvela a los propios. De consagrarse ganador, Kicillof buscará liderar el proceso de composición de la nueva melodía, con sociedades propias, que ya empezaron a asomar en el horizonte. En la disputa también entran otros discípulos de Cristina, como Eduardo Wado de Pedro o Andrés Larroque.

De lograr la reelección, Kicillof escucha que habrá sido gracias a la identidad cristinista, pero también por virtudes propias. Si algo mantuvo en pie al gobernador después del escándalo de Martín Insaurralde fue su sello personal. Los consultores coinciden en que se ganó la caracterización de “honesto” que surge de los focus groups y que ni siquiera la oposición pone en discusión. Kicillof empezará a mover las fichas una vez definido el tablero nacional, sin poner en duda que Cristina seguirá siendo siempre la jefa espiritual del kirchnerismo.

El peso del aparato

Si la maquinaria del peronismo todavía se mantiene vigente se verá, en parte, en el resultado de este domingo. Intendentes y gobernadores prometieron poner a andar el dispositivo después del cachetazo de las PASO y salir a reconquistar los millones de votos perdidos en distritos en los que se veía imbatible.

Pero, si algo demostró la irrupción electoral de Javier Milei, es que el control de la calle ya no alcanza para ganar la elección. “Ahora hay dos planos, el territorio y las redes”, admitió Massa en la segunda etapa de la campaña. Tarde, después de haber dado años de ventaja, el peronismo también salió a la conquista del segundo, a militar en los dispositivos móviles, 78 años después de epopeya popular que dio origen a su fundación.

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