La reforma laboral de Javier Milei: sindicalismo en guardia
La CGT cree que el proyecto tiene como principal fin debilitar la negociación colectiva. Desconfianza en los gobernadores y cierre de filas en el peronismo.
El sindicalismo, en guardia frente a la reforma laboral.
Aunque la Casa Rosada dice que lo guarda bajo siete llaves, el proyecto de reforma laboral deJavier Milei ya circula entre dirigentes sindicales. El borrador los tiene horrorizados. De "manera quirúrgica", con un nivel de detalle que sólo puede tener como autores a abogados de grandes empresas, la iniciativa, según interpretan, tiene como objetivo principal romper la organización colectiva.
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A Azorpardo 802, sede de la CGT, llegan menajes contradictorios. Federico Sturzenegger encarna al cruzado que promete arrasar con todo lo conocido. Junto con el secretario de Trabajo, Julio Cordero, es el autor intelectual del proyecto. El ministro de Desregulación cree que no habrá una nueva oportunidad como la que se abrió después de las elecciones para golpear al sindicalismo y, con ello, llevarse puesto al peronismo. Juega para perforar los cimientos históricos del derecho laboral al afirmar que el contrato de trabajo es como un acuerdo entre partes iguales. Música para los oídos del empresariado. Quiere acelerar.
Por lo bajo, envían otros mensajes más conciliadores. “Nadie quiere romper nada. No vamos a ir a la guerra”, dicen desde el corazón mileista. Aseguran que el Presidente “está con una postura dialoguista en todos los aspectos” y que las conversaciones con la CGTestán vigentes, aunque no aparezcan en público, porque no serían populares entre las bases de ninguno de los dos bandos. Son, en todo caso, brumosas.
La central obrera mide eventuales aliados y enemigos. Hasta las elecciones, había encontrado en Guillermo Francos y Santiago Caputo a dos interlocutores que ayudaron a aceitar la relación con la Casa Rosada. El exjefe de Gabinete medió personalmente para desactivar algunos conflictos. Sobre el asesor, en la CGT se dice que es una contraparte “razonable”.
Francos cayó en desgracia después de las legislativas. La relación con Milei terminó muy mal. El Presidente ni siquiera le dedicó una despedida. Caputo mantiene línea directa con algunos jefes gremiales, como el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, y el líder de UPCN, Andrés Rodríguez. Pero el poder del asesor presidencial está bajo asedio: Karina Milei salió empoderada de las elecciones y Caputo tuvo que bajar el perfil.
En el recambio apareció un nuevo interlocutor, Diego Santilli. El ministro del Interior viene del PRO, pero antes del peronismo. Conoce a muchos de los líderes gremiales. Afianzó su relación su relación con Hugo Moyano en su paso por el gobierno de la Ciudad, donde tuvo el manejo de la basura, que se vincula directamente con Camioneros.
Macri Moyao
Diego Santilli fue el artífice del homenaje a Perón que hicieron juntos Macri y Moyano en 2015.
Se dice que esa relación estrecha fue uno de los motivos por los cuales Santilli se convirtió en un blanco de espionaje de la AFI macrista. Mauricio Macri quería saber qué hablaba con Moyano. Ahora, el vínculo del funcionario con el camionero está frío. Lo mismo pasa con Héctor Daer, el exsecretario general de la CGT, con quien tenía relación directa. Dicen que el diálogo está interrumpido.
Santilli anda con pie de plomo en el mundo de los hermanos Milei. Salió de recorrida por las provincias para buscar apoyos para la nueva etapa en el Congreso. Fue bien recibido incluso por mandatarios de Fuerza Patria y aseguró apoyos para el Presupuesto 2026, que se votará en diciembre.
De la reforma laboral no se dijo casi nada. Se supone que se debatirá en febrero. La Casa Rosada parece estar “tanteando” la situación, a ver hasta dónde podría llegar el conflicto. Los gobernadores, por ahora, se limitaron a aprobar en público la idea de que hay que ir hacia una “modernización”, una idea vaga.
Martínez, que era interlocutor del Gobierno en el Consejo de Mayo, dijo que está en contra de la reforma, tal como le fue planteada en ese ámbito. Fue antes de las elecciones de la CGT, cuando quería el apoyo de Moyano para su candidato al triunvirato de la nueva conducción, Cristian Jerónimo. Después no volvió a hablar del tema y tampoco participó de las últimas reuniones del Consejo. Es resbaladizo.
Gobernadores en la mira
“Nos van a cagar”, dijo esta semana, preocupado, uno de los históricos jefes sindicales en el edificio de Azopardo. Señalaba el acercamiento a Balcarce 50 de los gobernadores del peronismo, realineados en su discurso tras haber visto el avance de la ola violeta en casi todas las provincias en las elecciones. La histeria se aplacó un poco cuando, a oídos de la central obrera, llegó la noticia de que la reforma laboral no había formado parte de las conversaciones que, por ejemplo, tuvo el catamarqueño Raúl Jalil con Santilli. Hay que esperar.
Marcelo Orrego (San Juan), Diego Santilli, Alfredo Cornejo (Mendoza), Carlos Sadir (Jujuy) y Raúl Jalil (Catamarca)
El martes, la plana mayor de la CGT recibió a diputados ligados a los gremios que tendrán que dar el debate en el Congreso cuando llegue la iniciativa. Estuvieron Mario Paco Manrique (Smata), Vanesa Siley (Sitraju), Sergio Palazzo (La Bancaria), Huguito Moyano (abogado de CGT), Santiago Roberto (Suterh) y Hugo Yasky (CTA).
La reunión no fue buena. Hubo reproches sobre el pasado y discusiones sobre la estrategia para dar la pelea futura. El cristinista Manrique fue crítico de los tiempos de la central sindical e insistió en que hay que dar la pelea en la calle. Lo cruzaron varios dirigentes que le recordaron que la CGT le hizo a Milei el paro más rápido de la historia, en enero de 2024, contra el DNU 70/2023, y después frenó en la Justicia el capítulo laboral, el único que no está vigente.
Daer hizo un relato pormenorizado sobre cómo se logró atenuar el contenido de la ley Bases original. Fue un trabajo casi artesanal, que incluyó meses de diálogo con todos los gobernadores, figuras legislativas del peronismo, la UCR, la izquierda y hasta el PRO. Milei avanzó, pero se logró armar un dique de contención.
De aquellas conversaciones por la ley fundamental mileísta y de la negociación por la integración de las listas de Fuerza Patria para las elecciones 2025 quedó el compromiso de los gobernadores de que hay ciertas líneas rojas que no deben cruzarse. Eso se conversó, por ejemplo, con el tucumano Osvaldo Jaldo, que pasó de colaboracionista de Milei a opositor furibundo y ahora nuevamente a dialoguista, en cuestión de meses. Ahora, la central obrera deberá volver a golpear todas las puertas. El escenario es más complejo. El oficialismo está cerca de convertirse en primera minoría en Diputados.
Los dos ejes de preocupación de la CGT
Además del retroceso en materia de derechos individuales, el sindicalismo mira con especial preocupación dos cuestiones fundamentales en el proyecto de Milei: el intento de barrer con las cláusulas de solidaridad y la propuesta para cambiar la modalidad de negociación colectiva, de rama o sector, al nivel regional o, peor aún, por empresa.
El primer punto tiene que ver con el dinero que recaudan los sindicatos. Las cuotas solidarias son aportes que hacen los trabajadores que no están afiliados al gremio, pero que se benefician también del convenio colectivo de trabajo, el cierre de paritarias y las negociaciones por condiciones laborales. La otra pata de la recaudación son los aportes voluntarios de las personas afiliadas. El Gobierno quiere trabar las dos vías de transferencia de recursos del trabajador al sindicato. El objetivo es debilitar a la organización gremial, desestructurar al sujeto sindical en términos económicos. Es un eje complicado para dar el debate público.
Acá @fedesturze elogia el modelo laboral alemán y sugiere que allí las negociaciones salariales son exclusivamente provinciales. FALSO, pura ideología.
1-El modelo laboral alemán es lo contrario de lo que pregona: sindicatos sectoriales fuertes, monopólicos y muy centralizados.… https://t.co/HZRjdDJiOW
El otro punto es la modalidad de negociación. En la Argentina, los sindicatos discuten por rama de actividad en el ámbito nacional. Esa característica tiene como base filosófica la idea de que la clase trabajadora es la misma en todo el país y en todos los ámbitos de trabajo. Empareja la cancha para trabajadores y trabajadoras.
El Gobierno pretende cambiar a una modalidad de discusión regional o, más osado todavía, por empresa. Es la idea de Sturzenegger, pero no queda claro si ese cambio sería beneficioso para el empresariado y para el Estado o, por el contrario, podría abrir una caja de Pandora que no le conviene a nadie, pero que dejará a los sindicatos desestructurados.
Para los gremios es un golpe letal. En la CGT entienden ese eventual debilitamiento de lo colectivo tendrá su impacto obvio en lo individual. “Lo que iguala la asimetría de poderes entre capital y trabajo es la unidad de los trabajadores. Uno solo no vale nada en la negociación”, apunta un secretario general. Podrían ser dos misiles que el Gobierno tira sobre la mesa para negociar.
Por historia, capilaridad, penetración en el territorio y capacidad de movilización, los sindicatos son la columna vertebral del peronismo. Por eso, a pesar de las diferencias internas, los distintos sectores de la CGT y en el sector legislativo tienen claro que deberán actuar de manera organizada y mancomunada. Lo dijo con claridad uno de los dirigentes sindicales de mejor diálogo con el Gobierno: “Acá tenemos que estar todos juntos porque nos van a matar”.