El PJ de Córdoba cuestiona la utilidad de las incorporaciones de la UCR y el PRO. El movimiento para demostrar que el gobernador no se equivocó. El factor 2025.
Martín Llaryora y Darío Capitani, en el lanzamiento de la temporada de invierno de Córdoba en Buenos Aires.
Myrian Prunotto respondió las críticas peronistas.
Quienes frecuentan a diario a Martín Llaryora ratifican el convencimiento que expresa el gobernador sobre el Partido Cordobés, su proyecto político transversal. Sin embargo, el peronismo de base y el de despacho desliza -ya sin disimulos- algunas críticas a las figuras de la UCR y del PRO que se sumaron en 2023.
“No van a encabezar procesos”, repiten en la Legislatura o en el Panal las figuras históricas de Hacemos Unidos por Córdoba. El peronismo quiere ser la columna vertebral del frente. El contexto no es un dato menor, porque que ya se empieza a hablar de candidaturas y de listas para las elecciones de 2025.
El hombre que encabeza el ranking de objeciones peronistas es el ministro de Producción, el macrista, después larretista, Pedro Dellarossa.
El exintendente de Marcos Juárez fue cuestionado por “hacer esperar” o “clavarle el visto” a pesos pesados de la industria cordobesa. El dardo es estratégico porque representa una de las áreas de mayor importancia en el esquema de gobierno de la provincia. Lo cierto es que fuentes del sector saben que el teléfono directo es con Llaryora, por lo que no habría un problema de comunicación relevante.
La vicegobernadora radical Myrian Prunotto es objeto de críticas de sus compañeros y compañeras peronistas, al igual que el expresidente del PRO, Darío Capitani, a cargo de la gestión turística. El exjuecista Juan Pablo Quinteros también está dentro de las menciones, con menor intensidad. Es natural: no había peronista con hambre de crecimiento que quisiera agarrar esa papa caliente.
Estas críticas que suenan con permanencia terminaron dinamizando las gestiones de la tropa recién llegada. Una suerte de movimiento tácito para mostrar que “Llaryora no se equivocó”.
Prunotto fue al hueso en la última entrevista que dio al diario La Voz del Interior. “A propios y ajenos suele molestarle la gente que trabaja”, admitió las críticas que conoce porque ya resuenan en todas las mesas de café de la política cordobesa.
A quienes dicen que las “visitas” no encabezarán listas, les ventiló que buscará ser gobernadora. En el entorno de la dirigente afirman que Prunutto pide no dejar blancos en la agenda.
El juego de la omnipresencia.
De un perfil mucho más bajo, Capitani también busca mostrar una gestión activa y resultados, sin ocultar ambiciones políticas propias. La Agencia Córdoba Turismo, por su naturaleza, es una boca de buenas noticias para la administración llaryorista.
La temporada terminó con resultados positivos, pese a la crisis, y la gestión permite avanzar en otros entramados políticos que tienen por objetivo engordar las filas del Partido Cordobés.
No pasó desapercibida la foto de Capitani y Miguel Siciliano con el intendente de Jesús María, Federico Zárate, el radical que medita con la almohada su pase al cordobesismo open mind de Llaryora.
También, si corresponde, contar con gente de otras vertientes es un buen recurso para evitar que todos los puentes se rompan. Como es el caso del intendente de Villa Carlos Paz, Esteban Avilés, abiertamente opositor a Llaryora, pero que ponderó recientemente el trabajo del hombre amarillo.
Con movimientos rápidos y hechos concretos de gestión, la pata extrapartidaria del Partido Cordobés busca apagar el fuego amigo peronista, animada por la resistencia que, en cierta forma, encaran otras figuras del PJ como el propio intendente Daniel Passerini que ya avisó que su vice amarillo, Javier Pretto, está afuera de toda línea de sucesión.
Sin embargo, detrás de estos contrapuntos subterráneos entre peronistas y extrapartidarios subyace el reacomodamiento del mapa político cordobés. El alto perfil del senador Luis Juez y la interna de la UCR de Córdoba que vuelve a enfrentar, a través de sus escuderos, a Rodrigo de Loredo y Ramón Mestre, obliga a Llaryora a calibrar la estrategia.
¿Llaryora declinará su Partido Cordobés para propiciar el regreso del bipartidismo? Por ahora no hay elementos que indiquen un cambio de rumbo, pese a que sus conmilitones afirman que pagó caro los pases. Más bien, adversarios comunes a vencer y la decisión de demostrar que no se equivocó con el armado de su equipo.