La oposición de La Pampa sueña con un batacazo y trata de darse fuerzas con una serie de argumentos en el tramo final de la campaña. La expectativa de una sorpresa se basa en la posibilidad de un corte de boleta que modifique el escenario en la capital provincial, Santa Rosa, y en la solidez que Juntos por el Cambio (JxC) sí puede exhibir en varios de los municipios más poblados de la provincia.
En la cuenta regresiva hacia las elecciones de este domingo, el tono tranquilo de la actividad proselitista no cambió: el peronismo que busca sostener su invicto con la reelección de Sergio Ziliotto tenía relativamente garantizadas ciertas reglas de juego con su principal contrincante desde el momento en que la UCR ganó la interna de JxC con el moderado Martín Berhongaray como candidato.
“Trabajamos para ganar”, insistió este lunes Berhongaray en diálogo con Letra P, pese a que las encuestas que circulan entre la dirigencia de los distintos espacios -y salvo alguna excepción muy puntual- coinciden en que puede augurarse una victoria del oficialismo. Quizá por eso mismo no hay previstas visitas de la plana mayor de la dirigencia nacional de la UCR.
La Nación y la capital
Frente a esa realidad, la oposición usa argumentos de cierto peso como para sostener su confianza, aunque ya admite que se trataría de un batacazo.
La primera motivación clara es que el Frente de Todos ya perdió hace menos de dos años, en las legislativas de 2021, aunque en un comicio muy diferente, que puso en el centro de la escena políticas nacionales y otras postulaciones. Con todo, fue un mojón histórico: el peronismo solamente había perdido una de esas elecciones en su historia, durante la primavera alfonsinista.
La aspiración opositora es que el Operativo Despegue del PJ pampeano, que quiere distanciarse del gobierno nacional, no rinda frutos y que el electorado asista a las urnas con la bronca de la inflación y la crisis económica.
La otra razón agitada en Juntos por el Cambio tiene algo de sobreactuación: la posible paridad en Santa Rosa, que tampoco está medida en los sondeos. El candidato opositor, el diputado radical Francisco Torroba, tiene buena imagen y dejó un aceptable recuerdo tras su mandato al frente de la intendencia entre 2008 y 2011. Su contrincante, el peronista de La Cámpora Luciano di Nápoli, que va por la reelección, asoma como un candidato fuerte, sobre todo en el contexto de unidad del peronismo, por más ruidos que se registren bajo la mesa.
Sin embargo, Torroba repite que va a ganar con votos justicialistas y agita un corte de boleta al que incluso el gobernador Ziliotto terminó haciendo referencia en los actos de campaña, para pedir a la militancia que meta en las urnas la boleta completa. La intención respecto de ese corte de boleta en beneficio de Ziliotto y en perjuicio de Di Nápoli está medida en las encuestas, pero históricamente no ha sido incidente.
La batalla en los municipios
El sueño ganador de Juntos por el Cambio hizo retranca también a partir de que el diputado del PRO Martín Maquieyra quedó fuera de la cancha porque la dirigencia porteña de su partido le ordenó no dar la pelea por la intendencia de General Pico, segunda ciudad de la provincia y viejo bastión electoral del peronismo, pero donde el joven amarillo fue un fenómeno electoral. La dirigencia macrista no puso el hombro en la campaña en el mismo nivel que su principal socio político.
Las razones más reales para un desempeño decoroso de la oposición vienen del interior. Puntualmente, de intendencias en las que el radicalismo se muestra sustentable: esos municipios en algunos casos están entre las ciudades más pobladas de la provincia y entonces pueden tener real influencia en el resultado final.
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General Acha (en el sur) y Eduardo Castex (en el norte) están entre las cinco principales ciudades de La Pampa y en ambos casos son muy favoritos sus actuales gobernantes radicales: se dan por descontadas las reelecciones de Abel Sabarots y Mónica Curutchet, aunque no se descarta un corte de boleta a favor de Ziliotto. Otros con paso ganador son Hugo Kenny en la oesteña Victorica y Sergio Arrese, en la sureña Guatraché. En Toay, en cambio, el peronismo se siente empoderado con la candidatura del diputado Ariel Rojas.
En el resto de las localidades más pobladas hay dudas o pronósticos mixtos, pero los últimos números indican que la oposición puede recuperar la norteña y rica Intendente Alvear con la postulación del diputado Eduardo Pepa. La puja amenaza con ser muy pareja en Realicó (norte), donde gobierna el peronismo. Juntos por el Cambio es oposición, pero le pone algunas fichas a su desempeño en Macachín (sur). Colonia 25 de Mayo, en el suroeste, es un mundo aparte: aparece fortalecida una tercera fuerza local con la figura del exintendente David Bravo, recientemente condenado por trata de personas, pero de todos modos candidato.
Tendencias
La dirigencia huele que los triunfos oficialistas de distinto tono que se produjeron el domingo en Jujuy, La Rioja y Misiones pueden marcar una nueva tendencia después de aquellas olas de numerosas derrotas de quienes gobernaban en distintos niveles después de la pandemia.
Sectores de la oposición usaban como faro esperanzador el hecho de que en Neuquén se produjo el batacazo que terminó con el invicto del Movimiento Popular Neuquino: en La Pampa el peronismo no perdió ninguna de las 10 elecciones por cargos ejecutivos que se registraron desde la recuperación de la democracia en el ’83.
En todas esas elecciones, el peronismo obtuvo casi siempre la mitad de los votos válidos, con un piso del 45% en 2011 y un techo del 56% en 1999. Esa historia demuestra también la “barrera”: el techo opositor ha sido el 40%, con un piso del 22% y un promedio general del 31,5%.