General Pico, histórico bastión del peronismo de La Pampa, puede garantizar el triunfo oficialista o condenarlo a la derrota en las elecciones del 14 de mayo. La segunda ciudad de la provincia es otra madre de las batallas, así como la disputa que se pone en juego en la capital, Santa Rosa.
Si bien reverencia eternamente al exgobernador Carlos Verna, en los últimos años Pico no ha sido del todo leal a casi nadie: cada vez que se cuentan los votos en la ciudad del norte pampeano, aparece alguna sorpresa, a veces hasta interpretada como traición. Así como el peronismo aparentaba ser invencible pero empezó a perder votos, la aparición del joven diputado del PRO Martín Maquieyra como fenómeno electoral asomaba destinada a permanecer. Sin embargo, el muchachito de la película también cayó en desgracia: perdió la interna de febrero con el radicalismo, incluso en su ciudad natal.
Lo que se juega
En Pico los vaivenes políticos son habituales, a tono con sus realidades sociales y económicas: es una ciudad que no está tan protegida por el Estado como Santa Rosa: la coyuntura económica pega de modo inmediato y obliga a otras reacciones. Los ’90 fueron un mazazo para una zona armada en torno a una relativa industrialización y la incidencia del ferrocarril. Paradójicamente, una herramienta de aquella época ahora sí representa cierto crecimiento y expectativa: la zona franca empezó a andar.
En las dos veredas políticas saben todo lo que se juega en Pico y por eso la eligieron para dar el puntapié inicial de la campaña.
El gobernador Sergio Ziliotto encabezó el acto de campaña provincial en Pico, avalando la reelección de la intendenta Fernanda Alonso (47 años) y presentando en sociedad la lista completa del Frente Justicialista Pampeano.
El radical Martín Berhongaray, candidato a gobernador opositor, fue a garantizar respaldo a la postulante a la intendencia por Juntos por el Cambio Adriana García (36 años), actual concejala y referencia del PRO, amadrinada por Maquieyra. García venció en la interna a tres listas de la UCR, con Luis Arias como candidato a vice.
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El candidato a gobernador de JxC en La Pampa, el radical Berhongaray, junto a la candidata a intendenta de General Pico, Adriana García (PRO).
El paso al costado de Maquieyra ya había generado un batacazo: no quiso ser precandidato a intendente en Pico pese a que tenía todas las de ganar. Cedió a las presiones de la dirigencia porteña del PRO y de su jefe Horacio Rodríguez Larreta para dar la pelea interna por la gobernación, aun cuando su derrota parecía lo más lógico. El oficialismo suspiró aliviado. La ausencia de Maquieyra en las boletas locales y provinciales de su fuerza es ahora una debilidad para la oposición.
Su delfín, Adriana García, regresó a Pico hace pocos años después de relacionarse con el PRO en la ciudad de Buenos Aires. Es protagonista de una grieta intrafamiliar: es hermana de Mario García, concejal peronista que va por la reelección.
Amo y señor
En Pico, Verna es amo y señor. Su liderazgo, que es provincial, tiene raíz en esa ciudad, porque además es el único de los grandes líderes del PJ pampeano que no se mudó de terruño. Vive en la calle 53 del barrio Los Horneros y tiene en la calle 105 su mítica oficina en la que selecciona acompañantes para la foto cada vez que quiere dar un mensaje sin abrir la boca.
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La intendenta Fernanda Alonso, que va por la reelección, con el exgobernador de La Pampa Carlos Verna y el candidato a viceintendente Alberto Campo.
El exgobernador Rubén Marín, nacido en la norteña Trenel, también se hizo políticamente en Pico, pero después de los sucesivos mandatos quedó residiendo en Santa Rosa y hoy su familia está más referenciada con esa ciudad. El gobernador Ziliotto también dio en Pico sus primeros y firmes pasos, pero hace tiempo que también es cara representativa de la capital provincial.
Como suele ocurrir en todo el interior, hay “pica” entre la capital y la segunda ciudad. En las legislativas de 2021 el reproche por la ausencia total de figuras piquenses en las listas hizo tronar el escarmiento y se patentizó en las urnas. El triunfo opositor fue amplio y el pase de facturas dentro del peronismo hizo imposible aquello de que los trapitos sucios se lavaran en casa.
Con todo, no es la primera vez que el bastión compañero queda amenazado: nunca ocurrió en las elecciones por cargos ejecutivos, pero en las legislativas se viene poniendo en evidencia el crecimiento opositor. Así como Maquieyra se convirtió en un fenómeno electoral en los últimos años, con potentes desempeños electorales en 2017 y 2021, antes Carlos Javier Mac Allister, de la mano de Mauricio Macri, también había sido ganador en esa ciudad.
Esas estocadas al oficialismo pampeano casi siempre están atadas a movimientos internos, resentimientos que quedan del armado de las listas y mensajes que marcan la cancha para las futuras repartijas.
La foto que falta
A la salida de la derrota de 2021, el peronismo hizo los deberes como para recomponer la relación con la comunidad piquense. Ahora la lista tiene a una histórica de la ciudad, Alicia Mayoral, como candidata a vicegobernadora. También hay mayor representación geográfica legislativa, por ejemplo con la presencia del sindicalista y exsenador Daniel Lovera, y sobre todo con Verna haciéndose relativamente visible en el respaldo a ese armado.
En 2021 Verna no solo dio un paso al costado para no ser candidato, sino que no se comprometió con la campaña. Miró de lejos cómo Ziliotto digitaba las candidaturas, en un proceso que dejó ruidos entre los dos líderes de la mayoritaria línea Plural. Otros referentes del ultravernismo también se borraron de la actividad proselitista y justamente en sus territorios -especialmente del norte agropecuario- el peronismo cayó derrotado.
La intendenta de Pico directamente pidió licencia: suspendió actividades 10 días antes de las elecciones. Aunque jura que fue por un tema estrictamente personal y familiar, el mensaje hacia adentro generó dudas y confusiones, o incluso la certeza de que el ultravernismo jugaba con fuego y coqueteaba con una derrota.
Ahora, con el paso del tiempo, Mayoral confirma que hubo “fuego amigo”, pero responsabiliza a otros sectores. Fernanda Alonso armó la lista para la reelección sin su vice, Daniel López, y puso a Alberto Campo. Verna tendió una alfombra roja a la fórmula, para hacer la selfie que dejó en el olvido el reto público que el exgobernador le pegó a la intendenta cuando le marcó: "yo no tengo vocera". Alonso y Mayoral, otra ultravernista, son dirigentes de peso que han tenido disidencias y disputas, pero que en esta hora sobreactúan unidad.
También Ziliotto fogonea licitaciones para obras en Pico, visita la ciudad cada vez que puede y engorda el álbum fotográfico con la dirigencia de la zona. Aunque sigue en suspenso, todavía, la postal más esperada: la del abrazo de Ziliotto con Verna, para ponerle el moño a la fumata con la que esperan que el peronismo ratifique su invicto provincial en comicios ejecutivos haciéndose fuerte en el histórico bastión de Pico.