A menos de un mes de las elecciones provinciales que se celebrarán el 14 de mayo, en La Pampa la oposición hace fuerza para instalar un clima de paridad que le permita soñar con un batacazo que termine con el invicto en comicios ejecutivos que ostenta el peronismo desde 1983. Con esa intención, agita encuestas y fantasmas. La guerra de sondeos se hace por debajo de la mesa, sin demasiadas precisiones, pero repartiendo supuestos datos de boca en boca. Los fantasmas incluyen especialmente dos variantes: el corte de boleta en Santa Rosa, la capital, y el espejo de una derrota que parecía imposible, la del Movimiento Popular Neuquino (MPN).
El peronista Sergio Ziliotto, que va por la reelección, hace campaña mostrando “gestión” todo el tiempo, mientras crecen las expectativas sobre la foto más mentada de los últimos tiempos con el conductor de la mayoritaria línea Plural y líder reverenciado en el norte provincial, el exgobernador Carlos Verna.
Su rival, el diputado de la UCR Martín Berhongaray, recorre la provincia para aprovechar el doble desgaste que pesa sobre el PJ: los 40 años ininterrumpidos de administración y el vínculo con un gobierno nacional desvencijado. “Las encuestas muestran paridad y hay una voluntad mayoritaria de cambiar el gobierno”, dice Berhongaray.
Calculadoras y tijeras
El oficialismo aspira a reafirmar su poderío en las ciudades con más habitantes: Santa Rosa, General Pico y Toay. La razón es que en el resto de las poblaciones de cierta densidad se auguran derrotas del peronismo: General Acha, Eduardo Castex, 25 de Mayo, Victorica, Guatraché, Intendente Alvear integran ese listado donde la oposición aspira a juntar votos que le den un susto al PJ.
La oposición divulgó a medias un sondeo que, sin demasiadas precisiones, le da por primera vez una victoria por 3 puntos. Se contradice con la encuesta un poco más formal que difundió el PJ: la firma Catapulta midió un amplísimo triunfo de Ziliotto.
El gobernador se golpea el pecho, además, con el ya tradicional estudio de CB Consultora, que lo puso al tope: es el number one de las provincias, con una imagen positiva del 67,9%. Desde ya que es imposible que esos números se traduzcan en votos, pero la vara está alta. En cambio, en esa mismo consulta el intendente de Santa Rosa, Luciano di Nápoli, ha ido decayendo: aunque su imagen positiva no es desechable (tiene el 46,3%), ahora los números negativos le dan más arriba (48,8%).
Mete la cola en ese juego el fantasma del corte de boleta, ya blanqueado: Francisco Torroba, el radical que es candidato a la intendencia de Santa Rosa, donde se ponen en juego un tercio de los votos, dijo que va a ganar con votos justicialistas. Hizo una apelación a la nostalgia: de ese modo llegó a ser jefe comunal en 2008.
Agitando fantasmas
El corte de boleta históricamente incide poco y nada en las elecciones pampeanas, pero el peronismo mordió el anzuelo: en el acto de lanzamiento de las candidaturas locales, al propio gobernador se le escapó la referencia e instaló el tema en agenda. “No podemos resignarnos al corte de boleta; acá se vota peronismo”, dijo Ziliotto. Fue, a la vez, una forma de admitir que se percibe un tijeretazo en perjuicio de Di Nápoli, que va por la reelección, y una bajada de línea para que se pateen para adelante las internas que sacuden al peronismo de toda la provincia, pero especialmente de Santa Rosa. Son resabios de aquella vieja opción que planteó el PJ más ortodoxo y tradicional en sus tiempos antikirchneristas: “La Pampa o La Cámpora”.
Esos ruidos, desde ya, elevan la autoestima opositora, que se nutre del fantasma de reciente aparición: si el MPN perdió después de 60 años, razonan, ¿por qué el PJ pampeano no podría verse derrotado por primera vez desde la recuperación de la democracia? El antecedente de 2021 opera también como referencia: hace menos de dos años, Juntos por el Cambio se quedó con las legislativas nacionales, algo que solamente ocurrió en La Pampa en tiempos de la primavera alfonsinista.
Está claramente sabido que una instancia nacional no es lo mismo que una provincial en la que se ponen en juego los cargos ejecutivos provinciales y en los municipios: en ese territorio el peronismo y sus aliados siguen haciendo pata ancha, pero no hay nadie que ignore la mochila de ser parte de un Frente de Todos que no dio respuestas desde la gestión central. El PJ local juega al “La Pampa no se mancha”, pero es difícil una operación de despegue total respecto de la administración albertista, sobre todo porque, en el fondo, el oficialismo pampa le reconoce al Presidente medidas concretas en beneficio de la región.
Lo que pudo ser
La sorpresa a la neuquina también reactualiza reproches en Juntos por el Cambio: la oposición soñaba con una ultrapolarización que no será tal. La oposición no ató acuerdos que ampliaran su armado y, al contrario, permitió que algunos sellos partidarios se le fugaran por la canaleta de la queja y el descontento.
El 14 de mayo, entonces, en el cuarto oscuro habrá seis boletas con candidaturas a la Gobernación y ocho con postulaciones legislativas. Además del oficialismo y de JxC, aparecen fuerzas minoritarias como el Movimiento Federalista Pampeano (partido provincial de derecha, que gobernó en dictadura), el Frente de Izquierda y otro espacio local de centroizquierda, “Desde el Pie”.
El único partido de los restantes que tiene representación actualmente y al que las encuestas le dan alrededor del 10% de los votos es Comunidad Organizada: lleva como candidato a gobernador a Juan Carlos Tierno, dirigente de pasado peronista que llegó a ser intendente de la capital y es una suerte de delfín no del todo reconocido de Patricia Bullrich, pero que también coquetea con referencias de Javier Milei. Su esposa Sandra Fonseca intenta la reelección como diputada y en la lista le sigue Maximiliano Aliaga, un macrista que le dio un portazo al PRO cuando la oposición decidió ponerle un límite a su rejunte por el cambio. Aliaga es uno de los que pone el ejemplo neuquino como “lo que pudo ser” en La Pampa.