“Se fueron a los tumbos, no vuelven más. Cambió la lógica”. La frase de un directivo de la Bolsa de Comercio de Rosario(BCR) intenta demostrar que se asentó un cambio en la conducción de la institución después de años en los que el personalismo y el conservadurismo rancio gobernaron hasta que en 2019 chocaron de frente con el escándalo Vicentin a la par del fin del macrismo.
Todo aquello se revuelve porque esta semana se conoció que el 26 de noviembre, entre las 11 y las 15, los socios de la Bolsa elegirán las nuevas autoridades. El corazón de la poderosa agroexportación nacional tendrá sus comicios que aparecen de antemano cocinados, ya que se descuenta un nuevo mandato de Miguel Simeoni, gerente de un corretaje de siete cooperativas agropecuarias. No hay lista opositora en la cancha, pero la dirigencia actual se enfrenta a un nuevo período por consenso en el que seguramente le espere otro roce interno distinto al de estos años liberados por la reconstrucción institucional.
Todo comienza en 2019 con la caída de la gestión de Alberto “Beto” Padoán de la mano del default de su cerealera. Después de una presidencia casi de paso, Daniel Nassini, muy vinculado a la gestión Padoán por haberla integrado, se bajó de la reelección y se abrieron negociaciones hacia fines de 2021. Mientras, Simeoni consolidaba poder en el Centro de Corredores de Granos, una entidad de la Bolsa con peso específico.
Hugo Grassi, de la homónima corredora y de Commodities SA, principal acreedor privado de Vicentin y en plena pelea con la cerealera, buscó imponerse en la presidencia, pero no tuvo consenso. Sí lo hizo Simeoni, quien terminó dando el salto a la Bolsa tratando de mantener la línea que logró en el Centro de Corredores y cambiar el eje de la gestión para terminar de sepultar todo lo vidrioso y las lógicas de imposición de gestiones anteriores.
Un cambio es que la conducción de la BCR no hace política partidaria como se hacía antes abiertamente jugando para el macrismo. De hecho, planteó en estos dos años una mirada transversal con la política, con la gastada crítica a la grieta que ahora ya parece no correr más. Por eso apuntó a hablar de consenso y no ensuciar la política, algo que suena inocuo al ver que a los tres aspirantes presidenciales principales si algo les sobra es barro cruzado.
Políticamente, en la Bolsa abrieron todo el espectro: desde el intendente Pablo Javkin al centroizquierda de Juan Monteverde que cuestionaba abiertamente a la entidad de oligarca; desde el peronismo a Unidos para cambiar Santa Fe en lucha por la gobernación que ganó el radical Maximiliano Pullaro, con quien se llevan bien.
De hecho, internamente abrió el juego. Hoy en el consejo directivo las agroexportadoras tienen sillas elegidas por la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA), también la molinería, el acopio, corretaje, el Mercado Argentino de Valores (MAV), Matba-Rofex (futuros). “Todo es con consenso, ya no va más la imposición”, explica un directivo.
La idea para los próximos años es profundizar la regionalización e involucrarse con la agenda de la ciudad. Claro que lo comercial no se suelta y en esa regionalización, por ejemplo, se publicitará la disponibilidad de dinero de fondos comunes de inversión y los servicios del Mercado Argentino de Valores (MAV) tanto para privados como para gobiernos locales.
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Maximiliano Pullaro en la Bolsa de Comercio de Rosario.
En ese sentido, hubo alguna movida, sin dejar de lado reproches a la dirigencia política, porque las gestiones del Frente Progresista y de Omar Perotti tomaron deuda con el porteño Mercado Electrónico Abierto y no con el local MAV. Es decir, si se endeudan, que lo hagan con el mercado de acá, reclaman.
Desafíos
Quizás el desafío sea no tener un exceso de transversalidad cuando alguna situación lo amerite y eso genere algún cuestionamiento interno de algún sector, en un ambiente en que las vanidades están latentes. Por ahora no hay resistencias. Al contrario, se acompaña la idea de renovar la institución hacia afuera, sacarle el olor a naftalina y el mote de oligarquía.
Algunos puntos claves para el segundo mandato de la gestión serán la histórica pelea por la baja de retenciones a la soja en grano y procesada; la definición de la concesión de la hidrovía, ya que no logró en estos años imponer el peso privado y evitar, como piden sus socios, que la Nación pusiera un pie con el Estado a través de la Administración General de Puertos (AGP) y el Ente de Control y Gestión de la Hidrovía; y hasta cuestiones de comercialización privada, como la disposición del trigo HB4 de la firma rosarina Bioceres.
Este último punto es una novela aparte. La semilla de trigo HB4 fue modificada genéticamente para tener mayor tolerancia a la sequía, pero si bien de a poco fue aprobada por varios mercados, como Argentina, Estados Unidos, Brasil e Indonesia (primero y segundo importador de trigo del país), en otros aún no la aceptan por ser transgénica.
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En el país hay oposiciones fuertes, sobre todo de molineros, acopios y exportadores, todos integrantes de la Bolsa, que también mostraron resistencia y pidieron públicamente normas claras al respecto, más allá de mostrarse a favor de una innovación semejante. Quién no lo estaría. Esos sectores sostienen que el riesgo es que en algún mercado sin aprobación se detecte un grano transgénico dentro del buque y se penalice la carga entera, con el costo que arrastraría en la cadena. La cuestión, entonces, es de dinero.
La semana pasada autoridades de la Bolsa fueron a Bioceres, socia de la entidad, por primera vez en los últimos cuatro años. En ese lapso, el HB4 fue aprobado y la empresa creció al punto de llegar a cotizar en la bolsa de New York. Simeoni y el director ejecutivo Javier Cervio se reunieron con el ceo de Bioceres, Federico Trucco, y empezaron a desplegar una agenda de vinculación después de los planteos de la Bolsa contra el trigo mencionado que terminó siendo un logro del Sistema Científico Nacional.
De fondo podría empezar a asomar una cuestión de lobby cruzado entre las partes con la Bolsa en el medio, eventualmente teniendo que validar la transversalidad mencionada en esta nota. Todos desafíos para una dirigencia que tendría allanada la reelección en noviembre por dos años.