Quiere una apertura radical del bloque, pero no tiene aliados en esa pelea. Cuestiones de piel, pasados que condenan y ruidos molestos del vecino Lula da Silva.
Caras de póker. Lula da Silva y Javier Miler en la gélida Buenos Aires.
Javier Milei le entregó este jueves en Buenos Aires al vecino molesto Luiz Inácio Lula da Silva la presidencia pro tempore del Mercosur sin ocultar las profundas diferencias que los separan y, por ende, el modo divergente en que conciben el futuro del bloque.
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El argentino, de hecho, terminó su discurso advirtiendo sobre la apertura de un tiempo de espera para constatar si el brasileño y quienes lo sucedan al mando cada seis meses favorecerán una apertura radical. "Si esto no fuera posible y los socios del bloque prefirieran resistir, persistir en un camino que no nos ha resultado, tendremos que insistir en flexibilizar las condiciones de sociedad que nos unen", amenazó con una virtual ruptura.
"Está en nuestros socios decidir si quieren ayudarnos a emprender el camino que hemos elegido, porque nuestra labor no es otra que la de buscar la prosperidad para nuestros pueblos y de la historia aprendimos que sólo se encuentra a través del libre comercio", añadió.
Solo como Javier Milei en la región
El anarcocapitalista recibe hoy un trato cercano solamente del paraguayo Santiago Peña, quien, sin embargo, jamás sacaría los pies del plato para enfrentarse a Brasil. El uruguayo Yamandú Orsi no sería adverso a la idea de un Mercosur más abierto, pero es es un hombre de izquierda y tampoco osaría embestir contra el grandote del barrio. Luis Arce, por su parte, no incide y tiene que lidiar con asuntos más urgentes, como la disputa por el liderazgo del socialismo boliviano con Evo Morales, un proceso de tal gravedad que hace de la interna peronista un juego de chicos.
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Todo bien, pero... El izquierdista uruguayo Yamandú Orsi con Javier Milei, en una foto incómoda en la cumbre del Mercosur.
La soledad de Milei es palpable y su próxima presidencia rotativa queda demasiado lejos en el tiempo: en el último semestre de su –¿primer?– mandato.
He ahí una clave: el Mercosur no dejará de ser el resultado posible de todas las tendencias que lo cruzan, en tanto la posibilidad de que la Argentina de Milei se corte sola dependerá enteramente de lo que le depare el futuro al proyecto doméstico del extremista de derecha.
¿Cómo llegaría Milei al final de 2027, cuando terminará refrendado o de salida? Ciencia ficción.
Intereses matan ideología en el Mercosur
Atado con alambre, el Mercosur depende demasiado de las sintonías personales entre sus mandatarios debido a su fragilidad institucional. Por esa razón, las oscilaciones ideológicas de sus gobiernos resultan tan costosas, sobre todo las de Brasil y Argentina, los países que más tallan por tamaño y los que más bandazos pegan en cada curva.
Mauricio Macri llegó en diciembre de 2015 con pedidos de "flexibilización" que no difieren demasiado de los que hoy realiza su enemigo íntimo. Durante el primer tramo de su mandato –menos de nueve meses, hasta el impeachment de agosto de 2016–, convivió con la mirada más desarrollista que de izquierda de Dilma Rousseff. Sin embargo, fue su diplomacia la que, en los hechos, le dio largas a las más desmesuradas calenturas liberalizantes de Jair Bolsonaro, quien también terminó por entender que, por sobre todas las cosas, el bloque regional es una trama densa de intereses empresariales que no resiste aventuras irracionales.
La idea de Milei de que el bloque se mueva "hacia un esquema comercial y regulatorio mucho más libre en lugar de la cortina de hierro" a la que entiende que está sometido, "en el que cada país pueda gozar de mayor autonomía para aprovechar sus ventajas comparativas y su potencial exportador", es un copy paste. Por caso, de Luis Lacalle Pou, quien, acomodado entonces por Alberto Fernández, nunca salió de las bravatas.
Atrevida Argentina
A Milei le faltó autocrítica. Por demasiados años –desde el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pasando por la mitad final del de Macri y terminando en el de Fernández–, Argentina ha sido la principal piedra en el zapato para un comercio fluido en el bloque. La falta de dólares llevó a imponerles enormes limitaciones de hecho a las importaciones, cosa que Brasil siempre sobrellevó con "paciencia estratégica".
Resultó fuerte que, de buenas a primeras, un presidente argentino se sentara frente a sus pares a reclamar un comercio libre, sobre todo cuando el futuro del dólar en el país es un albur, al punto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no termina de darle el visto bueno a la primera revisión del plan en curso y, con ello, melonea el desembolso de otros 2.000 millones.
Lula da Silva señaló que "es necesario reactivar el foro empresarial del Mercosur", dijo que hay que "diversificar alianzas" y destacó: "Hay que apoyar a las pequeñas y medianas empresas". pic.twitter.com/TBFZ0Caw9p
La insistencia del brasileño en un comercio más centrado en la monedas nacionales y menos en el dólar –una idea ya vieja– debería generar entusiasmo en la Argentina, pero no es el caso. No sorprende que la iniciativa no haya podido salir de la incubadora durante ya muchos años: tiempo atrás, Donald Trump advirtió que impondría sanciones severas a China, Rusia y los otros miembros del grupo BRICS en caso de que avanzaran en desdolarizar sus intercambios. Milei, el dolarizador frustrado, no tiene ni chance de jugar con esa noción.
Aires más fríos que buenos en la cumbre del Mercosur
La soledad de Milei, incluso cuando jugó de local, se hizo patente ya a la hora de las fotos. El momento del encuentro con Lula da Silva, molesto por trabas de protocolo a su fotógrafo personal, fue gélido.
Todo un mérito siendo como es, el argentino se esforzó en mostrarle cierta cordialidad al visitante, incluso tragando veneno por la visita que sabía que el brasileño le haría pocas horas después a CFK. Lula da Silva, en tanto, no puso el más mínimo empeño en salir de la más estricta formalidad, como se advierte en la nota que ilustra esta nota.
A la hora de los discursos asomaron sus fuertes contrastes.
Discurso del Presidente Javier Milei en la Cumbre del Mercosur en Buenos Aires. pic.twitter.com/PGWYoEFC1k
— Oficina del Presidente (@OPRArgentina) July 3, 2025
Milei habló de lo que considera los logros del semestre de presidencia argentina: la reducción de la protección arancelaria general del bloque; el tratado largamente gestado con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), formada por Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein; y cierta esperanza de que alguna vez rija el firmado con la Unión Europea. Además, de la necesidad de un comercio lo más libre posible con el mundo.
En su imaginario no existe más que libre mercado y no hay Estados, políticas de estímulo, fomento a las pymes, medidas de mitigación del cambio climático, justicia social ni –muy relevante– impulso a la construcción de infraestructura. De hecho, su gobierno ni se inmuta ante el hecho de que, en medio de una ola polar, haya media geografía nacional sin gas en la patria de Vaca Muerta debido al paso de la motosierra por obras que debieron hacerse y, con orgullo, fueron canceladas.
El detalle es que Lula da Silva sí hizo hincapié, detalladamente, en cada uno de esos puntos al hablar de sus objetivos para el próximo semestre. Fue muy específico, sobre todo, al señalar obras de infraestructura destinadas a fomentar la interconexión comercial en el bloque.
Por otro lado, reivindicó su impronta ideológica, que sabe despreciada por el macartismo del argentino.
Al mencionar a Pepe Mujica y al papa Francisco, dijo: "Es un orgullo para mí venir del mismo cuadrante de la Tierra que esos dos seres humanos excepcionales. La presidencia brasileña del Mercosur honrará sus legados trabajando por una integración solidaria y sostenible", prometió para honrar a un "zurdo" y a un pontífice argentino que fue agua en medio de la mancha de aceite paleolibertaria.
Modestas convergencias
Hubo, asimismo, algunos puntos de acuerdo que ayudaron a que la cita transcurriera en paz. Para empezar y salvando la vaga amenaza rupturista de Milei, el tono moderado de los discursos, seguramente un logro de las diplomacias de Argentina y Brasil, que evitaron un innecesario choque de planetas.
Con todo, en el segundo de esos puntos, Milei pecó de cierta falta de tacto al mencionar explícitamente a las dos grandes mafias del narcotráfico brasileño, el paulista Primer Comando de la Capital (PCC) y al carioca Comando Vermelho. No hacía falta tanta precisión geográfica, sobre todo si decidió, por caso, no mencionar con todas las letras el contrabando con eje en Paraguay.
A los aspectos comunes de la agenda se puede añadir el objetivo de reflotar el TLC Mercosur-UE, así como el avance de otros con Canadá y otros países.
Una píldora enorme en la garganta de Javier Milei
Después del plenario de presidentes, Lula da Silva desplegó una agenda política que giró en torno al encarcelamiento de Cristina Fernández de Kirchner, píldora difícil de tragar para Milei. Posó con carteles que reclaman su libertad y la visitó durante casi una hora en su departamento de la calle San José.
Además, parco en su cuenta personal de Twitter, dejó que la expresidenta hiciera el balance del encuentro en un largo posteo, nueva pieza del género Che, Milei.
Visitei hoje a companheira e ex-presidenta Cristina Kirchner (@CFKArgentina) em sua residência, em Buenos Aires. Fiquei muito feliz em revê-la e encontrá-la tão bem, com força e gana de luta.
De acuerdo con esa suerte de comunicado, ella se encuentra "bajo detención domiciliaria por decisión de un Poder Judicial que hace tiempo dejó de disimular su subordinación política y se convirtió en un partido político al servicio del poder económico".
"Lula también fue perseguido, también le hicieron lawfare hasta meterlo preso, también intentaron callarlo. No pudieron. Volvió con el voto del pueblo brasileño y la frente en alto. Por eso hoy SU VISITA FUE MUCHO MÁS QUE UN GESTO PERSONAL: FUE UN ACTO POLÍTICO DE SOLIDARIDAD", añadió con mayúsculas de énfasis.
El calificativo apunta no apunta a los argumentos de la exmandataria, que despliega en su texto más allá de su situación personal, sino a la curiosidad de que sucesivos gobiernos de los países del Mercosur suelen desconocer, recíprocamente, actuaciones clave de los respectivos poderes judiciales. Eso y admitir que el Estado de derecho no rige del todo en el bloque son la misma cosa. ¿Qué futuro de inversiones y desarrollo es posible construir sobre semejante base?
Así ocurrió cuando Lula da Silva estuvo preso; entonces era el peronismo el que hablaba de derivas autoritarias en el país vecino. Así ocurre hoy no sólo por los gestos de Lula da Silva hacia CFK, sino también porque Milei ha identificado a Bolsonaro como "un perseguido político", ignorando que las causas que enfrenta el brasileño –además de eventualmente llevarlo a la cárcel, lo mantendrían privado de derechos políticos hasta 2030– derivan de un intento de golpe de Estado evidente.
Con tanto ruido de fondo, podría decirse que la cumbre de Buenos Aires salió razonablemente bien. El futuro, como siempre, es una hoja en blanco.