En 77 minutos de discurso, el Presidente castigó el lomo de "los políticos" -así, con el masculino universal y sin salvar a nadie del estigma- con una tunda de azotes de la que jamás había sido testigo el recinto de la Cámara de Diputados.
Embed - ASAMBLEA LEGISLATIVA: 1 de marzo de 2024 | Congreso de la Nación Argentina
La artillería pesada de Javier Milei
En su primera presentación ante la Asamblea Legislativa, después de haberle dado la espalda en diciembre, Milei acusó a "la casta" de sostener por décadas un "modelo empobrecedor" y, particularmente en los últimos 20 años, haber vivido en "una orgía de gasto público" y "emisión descontrolada" que engendró "un caos económico".
Les adjudicó el "60% de pobreza" y los escrachó: "La mayoría de los políticos, como muchos de ustedes, son ricos".
Los acusó de convertir a "los jubilados" en "víctimas de los desaguisados de la política" y de "alimentar el caos en beneficio propio".
Milei Congreso
Javier Milei ante la Asamblea Legislativa
Télam
Un quiosco y una coima en cada rincón del Estado
Apuntó "la creación de universidades como un negocio más de la política" y acusó a "la casta" de "generar un quiosco en cada lugar en beneficio del burócrata de turno".
Describió al Estado que encontró como "una organización criminal diseñada para que en cada operación haya una coima para el político de turno" y a "la casta" como un grupo integrado por personas que "viven como monarcas" protegidos por "absurdos obscenos de impunidad" y se revuelcan en "la vulgaridad del desplifarro".
El negocio de "la casta política" es, aseguró, "expropiar riqueza de los argentinos de bien y dárselas a clientes y amigos", "un negocio amparado en la mentira".
Los gobernadores, esos "degenerados fiscales"
"Los políticos y sus amigos son ciudadanos de primera", "degenerados fiscales" que "gastan el dinero de la gente para comprar voluntades de periodistas"; que arman "polícias del pensamiento" para "mantener militantes rentados"; "usan las transferencias a las provincias como moneda de cambio para comprar apoyos políticos" y "acumulan millas de vuelos oficiales para viajes personales".
"Los políticos" montaron un sistema que él vino a desmontar: el de las "coimas a cambio de permisos de importación".
En la cara de la Asamblea Legislativa, describió al Congreso como un enjambre de "pymes de 30 o 40 asesores" creadas para "despilfarrar el dinero de los argentinos".
Acusó a "los políticos" de "alimentar la inflación para licuar la capacidad de compra de los argentinos y poner plata en las manos de la política, que la usa para provecho personal".
En un esfuerzo de rigor, identificó a cuatro "jinetes del fracaso": Sergio Massa, Pablo Moyano, Juan Grabois y Máximo Kirchner, este último, también cuestionado al interior del peronismo pero bendecido de nuevo al frente del PJ bonaerense.
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A los gobernadores, acaso objeto indirecto principal de la tunda disciplinadora, "solo les interesa asegurarse la caja para seguir la fiesta del gasto público". "Mienten de manera depravada", o sea, de manera viciosa y perversa. Le bicotearon la ley ómnibus "para no renunciar a sus privilegios".
Aferrada a "tradiciones que solo han producido fracasos", la política "juega un juego mediocre" y "supedita sus proyectos al intercambio de favores, cargos y negocios".
La cancha libertaria se vino abajo. El discurso, en la lógica mileísta, fue una bomba de relojería.
Sorpresa y Pacto de Mayo
Cuando la noche se encaminaba a un escándalo que no fue porque la oposición dura eligió esquivarlo, cuando Milei avisaba que si querían pelea la iban a tener y le advertía a "la casta" que se preparara para chocar con "un animal muy distinto", con un bicho raro que no conoce de enguajes y contubernios, el Presidente cumplió la promesa de una sorpresa que la Casa Rosada había hecho circular: la convocatoria al Pacto de Mayo, una Moncloa libertaria unidireccional que intenta imponer a libro cerrado con condiciones que la condenan a morir antes de nacer: si me aprueban la ley ómnibus, puedo cambiar motosierra por billetera; si no, conflicto. Mi paz o la guerra, como describió Marcelo Falak en la medianoche del viernes.
Eso sí: aclaró que no confía en que la banda de ladrones prebendarios sea capaz de redimirse.
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Martín Llaryora en le palco con los gobernadores durante el discurso de Javier Milei.
Levántate y acuerda
Magullada, con las espaldas ardiendo del azotamiento que había soportado en la plaza pública que armó Milei en horario estelar, con la familia reunida frente al televisor, parte de "la casta" salió a celebrar "el llamado al diálogo".
Ignacio Torres, el subcomandante Nacho de Chubut, el "degenerado fiscal" de la Patagonia, golpeó sus tacos frente a los diez mandamientos de la tabla libertaria que el Presidente pretende tallar en piedra.
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Martín Llaryora está como quiere: en el centro de la escena y en el marco del diálogo con Javier Milei.
Prensa Gobierno de Córdoba
Martín Llaryora, anfitrión designado de la gesta patriótica de mayo, hizo un esfuerzo de interpretación: leyó en la jugada presidencial un arrugue de barrera, un retroceso forzado camuflado en un tsunami de hostilidades diseñadas para sostener la reputación del león domador de castas. Como contó César Pucheta, el gobernador celebró el retorno al centro de la escena. Mediovasollenismo cordobesista.
Todos y todas al diván
¿Qué diálogo genuino, que pacto sincero puede construirse en una mesa marcada por una lógca del sometimiento, la humillación y la celebración de esas violencias rayanas con prácticas que la psicolgía y la psiquiatría definen como perversiones?
¿Qué "gran acuerdo nacional" puede brotar en un campo sembrado de odios, recelos y desconfianza?
¿Por qué "la casta", con los gobernadores como partícipes necesarios, se dispondría a aprobar la misma ley ómnibus que ya desguasó en los talleres del Congreso?
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¿Por qué los gobernadores deberían confiar en la promesa presidencial de abrir un poco la billetera si quien promete acaba de acusarlos de haber vivido la orgía del gasto público para enriquecerse y de custodiar sus privilegios para seguir de fiesta?
¿Por qué Milei apagaría un rato la motosierra y abriría la billetera si el hiperajuste que acaba de reivindicar como un quiebre de la historia es el Plan A, B, C y hasta la Z de su proyecto anarcocapitalista, uno que tiene como misión destruir la "organización criminal" del Estado?
¿Por qué Milei, que acaba de avisar que es su paz o es la guerra, aceptaría negociar después de negociar y perder y de advertir, entonces, que ya no piensa negociar nada?
La política, se sabe, es el arte de lo posible, pero lo es en condiciones de relativa normalidad. Milei puso la mesa del Pacto de Mayo. Queda lejos, dijo Llaryora. Acaso no estuviese hablando de fechas.