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El Frente de Todos… o como se llame mañana
Una de las aparentes ficciones que, pese al pesimismo, sostienen a la alianza de gobierno radica en la idea de que la economía dañada que se sufre hoy será más o menos parecida a la que rija cuando haya que votar, el 13 de agosto y el 22 de octubre y, si resultara necesario, en el segundo turno presidencial del 19 de noviembre.
En el medio, sin embargo, pueden pasar muchas cosas, tanto en contra como incluso a favor del peronismo.
Entre las negativas, la dolarización de carteras habitual de los procesos electorales, que en esta ocasión cuentan con caldos de cultivo especialmente favorables. Por un lado, el carácter exangüe de las reservas del Banco Central, que hacen que la paridad oficial e incluso las paralelas legales ya solo sean defendibles en base a una pila, cada vez más alta, de regulaciones. Por el otro, las propuestas de postulantes expectables como Milei y Patricia Bullrich, quienes hablan de dolarización o, en su defecto, del mismo perro con distinto collar como el de un "régimen de libre elección de moneda". Ambas ideas anticipan hiperdevaluaciones, lo que podría acelerar la tendencia a la dolarización.
Sin embargo, también podría acontecer que la posibilidad de triunfo de ciertas opciones opositoras o, incluso, la de un peronismo moderado como el de Sergio Massadesatara el llamado trading electoral, la tendencia de los inversores y las inversoras a comprar todo tipo de activos argentinos por considerar que podrían valer más bajo una nueva administración amigable.
En paralelo a la ficción de la economía invariable crece otra, dada por la centralidad de la vicepresidenta. Esta supone que la misma CFK, que en 2019 debió cederle el primer lugar en la fórmula a Alberto Fernández y sumar al massismo a su armado, hoy, con casi 500% de inflación e innumerables peleas de por medio, podría lograr algo de lo que entonces era incapaz: ganar por sí misma.
En esa ficción se filtran las posibles apuestas por Eduardo "Wado" de Pedro o –¿todavía?– de Axel Kicillof como posibles candidatos presidenciales del espacio, hombres capaces, en principio, de asegurar el núcleo duro, uno que probablemente sea más acotado que el de hace cuatro años.
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Por otro lado, una eventual jugada por "Massa 2023" –esto es con el tigrense como cabeza de la fórmula que se parece esbozarse con De Pedro, "en el orden que sea"– también escondería una posible ficción: la de que un ministro de Economía que ha sido ponderado por el coraje de tomar a mano limpia una papa caliente, pero que no ha logrado resultados que mejoren la calidad de vida, podría ser un postulante ganador a la presidencia.
¿Una más y no jodemos más, tal como rezó la nueva letanía que sonó el último jueves en la Plaza? De Pedro no sería un mero delegado del poder de "La Jefa", sino el verdadero dueño de "la lapicera", y Massa quedaría –al revés de lo que ocurrió con Fernández– atado a un programa verdaderamente cristinista por la mera explicitación de este en un acto público o en una página web.
La Libertad Avanza, carajo
La cabeza de Javier Milei es una ficción en su totalidad. Según se define, es un anarcocapitalista, pero como necesita apoyar los pies en el suelo, en el corto plazo es apenas un minarquista, esto es alguien que cree que lo realista es concebir un Estado que solo garantice la seguridad doméstica, la defensa y la propiedad privada. Y lo primero, incluso, con asteriscos porque cualquier persona de bien que anduviese calzada podría hacer justicia por mano propia, las calles estarían privatizadas, los órganos y los niños se venderían en el mercado de la vuelta y el Banco Central podría incendiarse.
Otra posible ficción en torno a Milei es que con su sola figura alcanzaría para llegar a la Casa Rosada. Él, asegura, podría gobernar sin aliados en las provincias ni en los municipios y hasta sin bancadas legislativas de cierto volumen.
Si el Congreso no diera luz verde a sus audaces reformas, gobernaría en base a referendos, unos que tardarían meses en organizarse y que en ningún caso podrían ser vinculantes, justamente, porque no habría Congreso que los votara.
En la breve carrera que se ha corrido hasta ahora en un puñado de provincias, los resultados de sus aliados –allí donde los tuvo, lo que no ocurrió en todas partes– oscilaron entre lo pobre y lo mediocre. Claro, su nombre no estaba en las boletas. Ahora bien, sin armados locales fuertes, capaces de cubrir una geografía amplia, ¿quién le defenderá los votos en todos los rincones de la Argentina?
Por otro lado, Milei se imagina como una verdadera opción de poder metiendo a la sociedad –o su concepción de ella– en su propio molde hiperideologizado. En lugar de acudir a los manuales que recomiendan hacerse acompañar por una figura complementaria, acudió a una vice como Victoria Villarruel, quien, más que ablandar su lenguaje absurdamente técnico, incomprensible y carente de humanidad, no hace más que reforzar los rasgos más filosos en lo político.
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Claro que todo esto no es un profecía. De hecho, lo que hoy puede parecer una ficción, tal vez mañana no lo sea. Felizmente, el futuro está abierto. Si no fuera así… Claro que todo esto no es un profecía. De hecho, lo que hoy puede parecer una ficción, tal vez mañana no lo sea. Felizmente, el futuro está abierto. Si no fuera así…
¿Juntos?… por el Cambio
Hoy, todo son peleas en la alianza opositora, lo que deteriora la marca y la hace languidecer en las encuestas. Sin embargo, superada la foto, la película indica que en la noche del 13 de agosto habrá un ganador –Horacio Rodríguez Larreta– o una ganadora –Bullrich–, una candidatura legitimada y la posibilidad de un nuevo comienzo.
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Ese reseteo será el nacimiento del posmacrismo, algo inevitable toda vez que el exmandatario perderá influencia sobre una criatura lanzada a su propio destino. Además, el prefijo –lo "post"– deberá primar para separar el futuro posible de una experiencia de gobierno –la del propio Mauricio Macri – que fue ruinosa por donde se la mire.
La ficción, en todo caso, es que Juntos seguirá siendo el desorden que es hoy, sin que se repare en los beneficios que le causaría el desenlace de las PASO.
Otra ficción, en tanto, supone que quien represente a JxC podrá hacer campaña eludiendo definiciones sobre los cócteles astringentes que se preparan en sus cocinas, hechos de ajustes, shocks, eliminación de amortiguadores sociales y recortes draconianos que sacarían a categorías amplias de la ciudadanía a las calles.
Claro que todo esto no es un profecía. De hecho, lo que hoy puede parecer una ficción, tal vez mañana no lo sea y sin dudas alguien la va a pegar. Felizmente, el futuro está abierto. Si no fuera así…
Mientras, cada cuento resulta apasionante. Conviene no perderse ni uno.