Ganamos o la pudrimos. Ese es el plan. Contra todas las advertencias de la Justicia electoral, que garantiza la solidez y la confiabilidad de un sistema que ha sido infalible en los 40 años que lleva andando la democracia desde su reinstauración, en 1983, Javier Milei insiste con agitar el fantasma del fraude como combustible para prenderle mecha al caos si el domingo a la noche el presidente electo fuera Sergio Massa. El candidato de La Libertad Avanza juega con el fuego de una ultraderecha pirómana que, en los últimos tres años, viene dejando un reguero golpista que serpentea por distintas latitudes del planeta.
"Copamiento del Capitolio; gente armada circulando por sus pasillos y amedrentando a guardias y legisladores; diputados y senadores evacuados de urgencia; tiros y cuatro muertos; una sesión de confirmación del resultado de las elecciones del 3 de noviembre interrumpida por la fuerza durante horas; policía sobrepasada, toque de queda y despliegue de la Guardia Nacional en Washington"… Ese cuadro de terror describía la crónica periodística del 6 de enero de 2021. Ese día, hordas cebadas por la denuncia de fraude realizada por un derrotado Donald Trump escribieron un capítulo inédito en la historia institucional de la democracia estadounidense: nada más ni nada menos que un intento de golpe de Estado.
Crónica del asalto al Capitolio o cuando el caos estalló en el corazón político de EEUU
Dos años y un día después, otras hordas, tan radicalizadas como las lideradas por Trump, asaltaban y vandalizaban los edificios de los tres poderes del Estado brasileño. En Letra P, escribía Marcelo Falak al día siguiente: "Los simpatizantes de la extrema derecha siguen convencidos de la falsa denuncia de que el sufrido triunfo de Lula da Silva en el ballotage del 30 de octubre fue producto de un fraude. Siguen, así, lo señalado por Jair Bolsonaro, quien viajó a Estados Unidos antes de la ceremonia de cambio de mando, no sin haber dicho varias veces que la población debía armarse para evitar la instalación de una 'dictadura comunista' en el país".
ASALTO BRASIL: BOLSONARISTAS ROMPEN la barrera POLICIAL y OCUPAN las SEDES de los 3 PODERES | RTVE
Ahora fue el turno del primo español del trumpismo y el bolsonarismo. El acuerdo al que llegó Pedro Sánchez con dos partidos nacionalistas catalanes para volver a ser investido presidente del Gobierno tuvo, como contrapartida, la concesión de una amnistía a los condenados por la declaración unilateral de independencia de esa región autónoma, ocurrida en 2017. Esto enardeció a la ultraderecha española, particularmente al partido extremista Vox, que denunció un "golpe de Estado" y convocó a hacer uno propio: llamó a las fuerzas de seguridad a desobedecer órdenes y protagonizó hechos de violencia cotidianos frente a la sede madrileña del PSOE.
Modus operandi
No hay, por supuesto, casualidades en tantas coincidencias. Es un patrón. Ganar o pudrirla, esa es la consigna de la ultraderecha. La violencia como método frente a la derrota, en dos pasos: la denuncia de fraude como excusa y la revuelta golpista como modus operandi.
El primer paso está en marcha desde antes de la primera vuelta electoral. Como reveló Mauricio Cantando el 20 de octubre, dos días antes de la votación, el equipo de Milei hacía circular la idea de que "el escrutinio provisorio podría ser manipulado". El definitivo, que es el que vale, confirmó que no hay fraude en la Argentina. Sin embargo, El León, enredado en internas con sus nuevos socios de Juntos por la Libertad por el operativo de fiscalización -Mauricio Macri y Patricia Bullrich se despegan del plan ganar o pudrirla-, volvió a rugir y a embarrar la cancha en la previa del ballotage. Manipuló la entrega de boletas y acusó a la Gendarmería de “cambiar el contenido de las urnas y la documentación por otras que modifican (sic) en favor del partido gobernante y de Sergio Massa, lo cual altera considerablemente el resultado electoral”. Por eso, pidió la intervención de las Fuerzas Armadas en la custodia de los votos.
Frente a este operativo, con el que la ultraderecha aspira a abonar un terreno para denunciar fraude si el domingo a la noche el escrutinio provisorio levantara la mano del candidato de Unión por la Patria, la Justicia electoral ha encendido las alarmas y ha solicitado la colaboración de los medios responsables para que desacreditaran las maniobras desestabilizadoras. El sistema "es sólido y confiable", ratifican las autoridades judiciales.
En ese punto, coinciden con las dependencias del Gobierno que tienen a cargo el escrutinio provisorio. En una entrevista con Letra P, el director nacional electoral, Marcos Schiavi, aseguró que "los planteos sobre fraude son injustificados e inverosímiles".
Misión: aislar a Milei. Este jueves, la jueza federal con competencia electoral de la Ciudad de Buenos Aires, María Servini, salió sin medias tintas a responsabilizar al candidato de la ultraderecha por eventuales faltantes de boletas en los cuartos oscuros.
No ayuda el contexto, que es el mismo que explica la consagración de Milei como uno de los dos argentinos con chances de asumir la presidencia el 10 del mes que viene. El estado de enojo que empujó a casi un tercio del electorado a respaldar una propuesta de rasgos peligrosamente violentos y autoritarios es el caldo de cultivo en el que una denuncia de fraude, lanzada al calor de la frutración por una derrota, puede encender la mecha, como Estados Unidos, Brasil y España, tres democracias sólidas, prueban que puede ocurrir.
Sería el segundo paso del Plan B de la ultraderecha argentina, un salto al vacío de consecuencias impredecibles.