Los gobernadores de Córdoba y Santa Fe, Juan Schiaretti y Omar Perotti, firmaron la adjudicación para la construcción del acueducto biprovincial. A la vera del río Coronda, se encontraban también sus sucesores: el peronista Martín Llaryora y el radical Maximiliano Pullaro.
En la mesa chica de Llaryora afirman que habrá con Pullaro muchos proyectos más en otros frentes como el tributario, comercial y de fomento al sector productivo. “Junto con Entre Ríos, somos provincias mellizas”, resaltaban las similitudes que facilitarían la sinergia.
La foto del pasado jueves tendrá otro capítulo inmediatamente después de las elecciones presidenciales. Los cuatro fantásticos de la zona núcleo colocarán la frutilla del postre con un viaje a Emiratos Árabes para cerrar el financiamiento para el desarrollo de las etapas que faltan calzar del acueducto.
El amarillo “con votos” que mira el Partido Cordobés
“No voy a ser candidato nunca más”. La frase la dijo el aspirante de Juntos por el Cambio para la intendencia de Villa María, Darío Capitani. Su entorno adjudica la sentencia determinante a los efectos colaterales de la fuerza que mira desde las redes sociales el triunfo ajeno. Sin embargo, la declaración del legislador del PRO no implica su retiro de la política y explora dos caminos.
Si Patricia Bullrich gana las elecciones presidenciales, se da por descontado que Capitani permanecerá en esa coalición revigorizada por la caída del kircherismo y, lo que no parece probable hoy, la del libertario Javier Milei.
Si ese escenario no se presenta, el armador cordobés de Horacio Rodríguez Larreta también dejó entrever que formará parte de “un armado amplio”.
La perífrasis quiere esconder las palabras malditas por estas horas en JxC: el Partido Cordobés de Llaryora.
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El gobernador electo y Capitani tienen diálogo fluido. De hecho, fue el mediador (y garante) entre el cordobesismo y Larreta cuando el jefe de Gobierno porteño rompió el molde y criticó la inseguridad en Córdoba y, específicamente, en la San Francisco natal del sucesor de Schiaretti. El lapsus no se volvió a repetir. Incluso, más tarde la historia tomó forma de acuerdo político entre Schiaretti y Larreta. Los reveses electorales signaron la suerte política de ambos para este turno electoral.
Si el pase se confirma después de la ronda presidencial y un eventual ballotage los términos de la negociación serán por demás interesantes. ¿Capitani cruzaría a título personal? ¿Pedirá a la legisladora electa Karina Bruno, de su riñón, un comportamiento en sintonía en la Legislatura? Un solo movimiento podría desequilibrar el empate perfecto -33 bancas del cordobesismo y 33 de JxC- y aliviarle un frente a Llaryora.
La revancha del frente de frentes
La mesa chica del gobernador y candidato presidencial Juan Schiaretti reconoce que el diálogo con Larreta no naufragó con la derrota del alcalde en la interna de Juntos por el Cambio. La vieja guardia cordobesista dice -con pica- que Bullrich debe estar lamentando su rechazo abierto al frente de frentes que promovió la dupla a la que se sumó el jujeño Gerardo Morales.
La exministra apoyó abiertamente y sin especulaciones a Luis Juez y Rodrigo de Loredo en sus respectivas campañas locales. Para las PASO, el exponente para la gobernación eligió la neutralidad; el aspirante capitalino, apoyó abiertamente a Larreta. Rumbo a la general, nadie podrá desmentir que hacen lo necesario y que, en ocasiones, funcionan como fuego amigo.
“Larreta y Schiaretti, ahora, no hablan por la intensidad de la campaña, pero hay una visión de trabajo a futuro”, reconocen en los pasillos del poder en el Panal.
¿Cómo seguiría esta novela que irrumpió en plena campaña provincial, con JxC buscando cortar con 24 de peronismo al poder? El schiarettismo imagina que la coalición opositora estallará por los aires con un potencial triunfo de Milei. Nota al pie: figuras de la alianza comparten esta opinión por más que sean las damnificadas directas.
En ese marco, el Congreso sería el escenario habitual para estos acercamientos frente a un escenario político inédito. Hay más: las espadas de Schiaretti sostienen que ya hay que empezar a armar “una mesa informal de gobernadores”.
La liga transversal ya empieza a gestarse.
Mientras tanto, en el PRO de Córdoba
El cordobesismo agita nuevamente el affaire político con el jefe de Gobierno porteño, mientras ese núcleo del PRO se muestra activo en la campaña presidencial de Bullrich. No obstante, no es el único desafío que el renovado Partido Cordobés le impone a la fuerza amarilla. Llaryora no claudicó en su intención de sumar alfiles opositores (que no lo son tanto) a Hacemos Unidos por Córdoba. Por el contrario, refina la táctica.
Este fue uno de los temas que el presidente del PRO local, Oscar Agost Carreño, trató con Larreta en una breve reunión de esta semana en Buenos Aires, y que siguió con su hermano, Augusto Rodríguez Larreta, en un restaurante porteño.
Dos conclusiones quedaron expuestas. La primera refiere a la urgencia de contener el armado partidario en las provincias, en especial en aquellas como Córdoba, con una activa caza de figuras opositoras. “Llaryora deberá atender sus problemas de gestión, después del 10 de diciembre no podrá dedicarse de lleno a desarmar a JxC con la deuda pública que hereda y la crisis”, razonaban.
La segunda conclusión impone el desafío de cuidar la construcción federal del PRO. “No podemos volver a ser un partido porteño”, rezongaba otro comensal.
En ese punto, todo el PRO coincide: la mayor fortaleza de JxC en general es su red de gobernaciones e intendencias y su armado amplio en el Congreso.
Después de estas deliberaciones, pidieron el postre y analizaron un avance de la última encuesta nacional que maneja el larretismo, que se realizó momentos antes de que estallara el Insaurralde-gate.
La cosa vendría así: Milei, lograría 38%; Massa, entre 32 y 34%; y Bullrich registra una curva que va entre los 18 y los 22 puntos.