Los gobernadores de Santa Fe y Córdoba, Omar Perotti y Juan Schiaretti, participarán este jueves de la firma del contrato de adjudicación para la construcción de la primera etapa del acueducto interprovincial. Sin embargo, el foco de atención política estará puesto en los sucesores: el radical que encarna el cambio santafesino, Maximiliano Pullaro; y el peronista que promete una vuelta de rosca al cuarto de siglo del cordobesismo, Martín Llaryora.
Los gobernadores electos compartirán la actividad que se realizará en la ciudad de Coronda y que oficiará como un cambio de postas de un megaproyecto que logró su paso más importante con el préstamo del Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe que financia el inicio del proyecto: construcción de toma de agua en el río Coronda, planta potabilizadora y primer tramo de ducto. La segunda ya tiene financiamiento, también desde Medio Oriente, pero en este caso del Fondo Saudita para el Desarrollo. Como ocurriera con Antonio Bonfatti y José Manuel de la Sota; después con el socialista Miguel Lifschitz y Schiaretti primero, y con Perotti después, las vinculaciones siempre ocurrieron dentro del corsé institucional. Al menos por ahora, todo parece indicar que ese mismo protocolo tendrá continuidad entre Llaryora y Pullaro.
En un primer movimiento, el intendente de la capital cordobesa y el exministro de Seguridad de Santa Fe ratificarán la relevancia que la Región Centro tendrá en sus gestiones. Una verdad de Perogrullo. Ahora bien, desde los campamentos de uno y otro dirigente dejaron trascender que por el momento no hubo contactos para llevar a otro nivel político las relaciones entre ambos gobiernos.
Pullaro piensa la relación con Córdoba en términos institucionales. Su red natural será la de sus pares de Juntos por el Cambio que debatirá su ordenamiento en función de un triunfo o una derrota de Patricia Bullrich. El radical, como Llaryora, está al mando de una provincia fuerte en términos productivos y aportante del Tesoro nacional. Su voz será inapelable.
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Llaryora no observa en Pullaro una amenaza en la disputa por el liderazgo nacional desde el interior, supuestamente, por las limitaciones propias de un mandatario que no tiene reelección. Es decir, tendrá que jugarse un pleno a la gestión, según las anticipaciones del autor de la frase “pituquitos de Recoleta”. Si a su mesa chica le preguntasen por las afinidades inmediatas, el cordobés mira con interés a Rogelio Frigerio, con altas chances de triunfar en las elecciones de Entre Ríos. Para un peronista no hay nada mejor que un peronista, aunque Llaryora a puesto en entredichos esa máxima del mundo justicialista con la invitación a macristas y radicales a participar de su coalición y el rechazo abierto a Sergio Massa.
Más allá de las ambiciones de disputar el escenario nacional, Llaryora y Pullaro comparten cierto nivel de preferencias. El peronista da por descontado que Javier Milei será el próximo presidente y que necesitará de las autoridades de las provincias productivas para ejecutar su plan y, sobre todo, lograr gobernabilidad. El radical apuesta a Bullrich, pero no se ahorró el guiño al libertario al ser consultado por su apoyo en un ballotage con Massa como la otra opción.
El antikirchnerismo de la zona núcleo no se negocia. Pullaro aseguró que con Unión por la Patria “no se puede estar peor” y Llaryora apuesta a la implosión del peronismo, con el ministro-candidato a la cabeza, para liderar la reconstrucción del PJ nacional. Milei es clave en esos planes.
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Unidad ante lo desconocido
En un contexto desconocido como el que supone un gobierno de Milei, el precio de las provincias sube en el juego de la gobernabilidad y sus contraprestaciones. Y lo cierto es que el frío manto institucional es la respuesta correcta en plena campaña electoral, aunque Córdoba y Santa Fe ya cuentan con pequeñas experiencias políticas para “pelear” contra las inequidades del poder central, por ejemplo, en materia de subsidios al transporte.
Esa práctica incipiente no tardará en tomar otro volumen si los intereses de la zona núcleo corriesen riesgos. Los potenciales cambios en la coparticipación son uno de los temas que siguen de cerca los gobernadores electos, incluso fue parte de la conversación de Llaryora con quien sería ministro del Interior de Milei, Guillermo Francos, en Estados Unidos.
Durante la gira internacional de septiembre, el sanfrancisqueño tomó contacto con el ex directivo del Banco Interamericano de Desarrollo. Allí el hombre de La Libertad Avanza le expresó lo que luego diría públicamente: que Milei no eliminará la coparticipación sino que apunta a que la recaudación impositiva sea responsabilidad de las provincias y que “coparticipen” a la Nación.
Los gobernadores electos tienden puentes. Por ahora institucionales, como lo harán Pullaro y Llaryora este jueves, mientras aguardan la definición nacional. El 22 de octubre ya permitirá proyectar qué juego tendrán luego de este desconcertante 2023 electoral. Si es mejor seguir como hasta ahora con las relaciones institucionales, o bien ensayar una nueva sinergia política desde el corazón productivo del país.