En su faceta nacional, el cordobesismo seguirá siendo cordobesismo. Javier Milei apuró a Juan Schiaretti durante el debate presidencial cuando le preguntó si apoyaría a su gobierno. El gobernador y candidato de Hacemos por Nuestro País le dio la misma respuesta que en las tempranas conversaciones que mantuvo con Mauricio Macri, en la cocina del triunfo de Cambiemos de 2015: Córdoba colaborará con la gobernabilidad siempre y cuando no se afecten los intereses directos de la provincia.
Patricia Bullrich perdió la oportunidad de primerear ese apoyo con una pregunta que quedó inconclusa. Si le ganaba la mano al exponente de La Libertad Avanza, ¿hubiera obtenido ese guiño del titular del Ejecutivo más importante del interior? Dudoso. A diferencia de la llegada de la alianza macrista-radical al poder, el PJ provincial no sólo apuesta a la caída de la expresión kirchnerista que representa Sergio Massa, como ocurrió con Daniel Scioli en aquella oportunidad. El candidato y su sucesor en la provincia, el gobernador electo, Martín Llaryora, juegan fuerte a la implosión de todo el sistema político bicoalicional para plantar la semilla de un nuevo poderío desde el interior.
Ese marco y la jugada rápida de Milei en el debate abonó el terreno para que las principales espadas de Schiaretti comenzaran a hablar de un tercer tiempo. Con Larreta en el poder, ese blanqueo era más sencillo. Sin embargo, no creen que sea imposible entablar un diálogo constructivo con el minarquista si desembarca en la Casa Rosada.
“Si Milei lo convoca, Schiaretti estará sentado en la mesa para contribuir en lo que haga falta”, reconocen en la mesa chica del mandatario provincial. Hay una única condición: la redacción de un programa consensuado.
La referencia no sólo es una señal de la vigencia política que planea después del 10 de diciembre, cuando ceda la posta a Llaryora, sino después de ese momento de incertidumbre. Otra hipótesis que cabe contemplar es que el amarillo con que se teñía el PJ cordobés en el plano nacional viró hacia tonos violáceos, probablemente para detener la sangría del voto útil. “Patricia se desploma con un Mauricio Macri bifronte”, sentencia la vieja guardia del gobernador.
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“En la Argentina que se viene, nadie va a poder gobernar solo”, reciclan las advertencias tempranas sobre un gobierno de unidad nacional, esta suerte de “frente de frentes” que empezaron a bocetar con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
El schiarettismo le rehúye a la palabra “funcionalidad”, la misma que le imputan sectores del PJ de Córdoba que trabajan abiertamente para Unión por la Patria, muchos de ellos identificados con el delasotismo.
Si Milei lo necesita, allí estará el cordobesismo con Schiaretti dispuesto a colaborar y no sólo en el Congreso de la Nación. Todo por Córdoba.
La otra pata del plan
Llaryora teje la otra pata de plan. Desea que Milei gane en primera vuelta para evitar pronunciarse en un ballotage y porque entiende que el libertario necesitará de las provincias productivas para empezar a desenredar la crisis.
Como anticipó Letra P hace ya varias semanas, Diego Bossio era el hombre elegido por Llaryora para establecer el contacto con los adalides del libertario que puede ser presidente. Antes, había enviado la primera señal con su declaración de neutralidad en caso de que se produjera el ballotage. Al medio, mantuvo una reunión con quien sería ministro del Interior de Milei, Guillermo Francos, en Washington.
Este tercer tiempo no puede aislarse de la apuesta central de Schiaretti y Llaryora: presidir el Partido Justicialista a nivel nacional. La pregunta es con quiénes, con qué apoyos después de décadas de autonomismo político y partidario. Sin embargo, están convencidos de que esta elección nacional se llevará puesta a las dos alianzas que dominaron la política hasta ahora, siempre y cuando se cumplan los pronósticos electorales que ponen a Milei en la Casa Rosada.
En el entorno inmediato del gobernador electo repiten lo mismo que el diputado Carlos Gutiérrez: “Nosotros hablamos con todos, pero nuestro foco sigue siendo la campaña de Juan”. El holismo cordobesista empieza a traducirse en un plan que confirma que, más allá de la sorpresa que significó que LLA quedara primera en la provincia con el gobernador en competencia, al peronismo díscolo cordobés le sienta mejor una Argentina gobernada por Milei. O, en términos menos directos, una Argentina sin kirchnerismo ni cambiemismo al mando.