ELECCIONES 2025

El algoritmo de Javier Milei, en crisis: ¿y si los trolls se rebelan?

Con las tropas digitales de Santiago Caputo excluidas de las listas, ¿hay apagón militante? La gamificación del voto en la era de la inteligencia artificial.

Mientras el cierre de listas en todos los espacios políticos ardía el sábado 19 de julio, un corte de luz registrado en La Plata dejó a oscuras el mundo analógico, pero en el universo digital las linternas de los smartphones y los algoritmos siguieron operando sin pausa. En ese escenario, algo se quebró: los trolls de Javier Milei comandados por Santiago Caputo —hasta ayer, guardianes del relato libertario— quedaron fuera del armado bonaerense. Sin listas, sin voz y con cajas negras de financiamiento aún activas, se abre una pregunta inquietante: ¿si los trolls se rebelan? ¿Qué ocurre cuando el músculo digital del mileísmo entra en crisis interna justo antes del 7S?

Una vez más se constata que lo analógico es importante, pero que la pulseada electoral se libra también en el territorio digital. Es por ello que no hay que descuidarlo ni volver a subestimar a las tropas de trolls libertarias formadas por hileras de cuentas automatizadas en Twitter, bots de WhatsApp que replican cadenas de audio y canales de Telegram como “Milei Info”, donde circulan memes de descalificación, conspiraciones contra el Banco Central y ofertas de “criptomonedas anticrisis”, que quizá se desanimen momentáneamente, pero que, sin embargo, animaron La Derecha Fest.

milei derecha fest en córdoba
Javier Milei en La Derecha Fest.

Javier Milei en La Derecha Fest.

Votar como juego: la gamificación política en la era de Javier Milei

En manos de los trolls libertarios, la democracia se ha transformado en un videojuego emocional en el que quien acumula más “logros” vence. En lugar de incentivar la deliberación, la gamificación premia la velocidad y la viralidad: el debate complejo se reduce a misiones rápidas. Así, el acto de votar deja de ser una decisión ponderada y se convierte en un trofeo digital que luce en el muro personal, mientras la ciudadanía delega en algoritmos diseñados para maximizar likes en lugar de argumentos.

El aumento de la intensidad de los mensajes virales diseñados para fracturar la conversación pública es permanente y combina geolocalización, la minería de datos de navegación y de inteligencia de sentimiento: análisis de reacciones emocionales en tiempo real, produciendo un asedio silencioso del electorado, que recuerda las operaciones de desinformación en Brasil 2018 o la viralización de “hoax” (noticias falsas creadas sobre temas de interés o de actualidad para generar una falsa alarma social) durante el referéndum del Brexit, pero con un sesgo local que apela a agravios históricos: “Ellos son el Monstruo” versus “nosotros, la Libertad”, todo como en un juego.

Cajas negras y huellas digitales

Los algoritmos que sostienen esta maquinaria son auténticas cajas negras. Desde Facebook (22 millones de usuarios argentinos) hasta Twitter y TikTok, nadie sabe con certeza qué parámetros priorizan los posts ni qué criterios ocultan argumentos críticos. Empresas como Ágora Data trabajan en silencio con campañas políticas, ajustando la segmentación según perfiles de psicografía y consumo cultural. El resultado es un “yo digital” que no replica al ciudadano real, sino que lo reduce a clusters de comportamiento, predice sus reacciones y prescribe contenidos. Shoshana Zuboff describió este fenómeno como “capitalismo de vigilancia”: cada movimiento en la red se monetiza, cada emoción se capitaliza.

musk-2.jpg
Elon Musk, uno de los dueños del algoritmo que usufructan los trolls de Javier Milei.

Elon Musk, uno de los dueños del algoritmo que usufructan los trolls de Javier Milei.

Burbujas y la radicalización silenciosa

El aislamiento informativo configura burbujas paralelas donde sólo circula aquello que refuerza opiniones previas. En grupos de Facebook y listas de Twitter dedicadas al oficialismo libertario, los moderadores borran cualquier crítica y bloquean usuarios “no alineados”.

Quien comenta con argumentos de centro o izquierda desaparece de la comunidad como un hereje exiliado. Mientras tanto, el algoritmo de YouTube y Reels sugiere contenidos cada vez más extremos, en un bucle de retroalimentación que normaliza el discurso autorreferencial y radical. Eli Pariser ya lo llamaba “filter bubble”: cuando no existe un espacio de cruce de ideas, la moderación y el consenso pierden terreno.

Embed - https://publish.x.com/oembed?url=https://x.com/eldestapeweb/status/1940916750226518122?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1940916750226518122%7Ctwgr%5Eca68b67190098bff55bb99087262298b0a16c484%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.letrap.com.ar%2Fpolitica%2Fel-evangelio-segun-javier-milei-n5416999&partner=&hide_thread=false

Paradójicamente, los mismos ejércitos de trolls oficialistas que mantenían el pulso de la campaña quedaron fuera del armado bonaerense: El Gordo Dan, Agustín Romo y buena parte de la tropa de Santiago Caputo vieron cómo Karina Milei cerraba las listas para el 7 de septiembre sin espacio para ellos, pero conservando cajas negras de dinero público bien nutridas. Frente a este escenario, cabe preguntarnos: ¿qué ocurre cuando las tropas de trolls se quedan sin listas? ¿Se alejan y comienzan a jugar en contra de su espacio? ¿Vuelven a la carga desde cuentas fantasma, incubando nuevos microgrupos de desinformación? ¿Quedarán marginados y se replegarán a espacios de contracultura digital, alimentando cismas internos en La Libertad Avanza? Más aún: ¿con qué energía se sumarán esas voces al cauce oficialista?

Todas las respuestas posibles son indeterminadas dada la opacidad del ecosistema libertario, y por supuesto son internas que el electorado tampoco distingue: solo le llegan mensajes de odio de diseño. Frente a esto conviene no asumir que la interna los debilita, sus sesgos cognitivos y algorítmicos tienen otra lógica que la del sentido común de la política tradicional, por lo que conviene prepararse en el territorio electoral digital con astucia y profesionalismo

La inteligencia artificial y nuevas reglas de juego electoral

En Europa, el Reglamento de Inteligencia Artificial empieza a exigir auditorías de código. En el plano internacional, Alemania y Países Bajos han desarrollado “salas ciudadanas” en línea para exponer a los usuarios a posturas contrarias, frenando la polarización; aquí, en cambio, cada elector madura su posición en solitario, sin enfrentar argumentos que desafíen su burbuja. El resultado: una sociedad que llega a las urnas fragmentada, enemistada y sin un lenguaje común para la negociación política.

Mas cerca, la experiencia de Brasil ofrece lecciones urgentes y reveladoras. El Tribunal Superior Electoral avanzó con normas pioneras que prohíben el uso de inteligencia artificial sin etiquetado, revocan candidaturas y promueven la transparencia técnica en campañas. En paralelo, la justicia actuó con firmeza ante más de 70 casos de deepfakes, consolidando una respuesta institucional proactiva. Este abordaje integral que integra tanto legislación como pedagogía digital, lo posiciona como referente latinoamericano.

Cuando lleguen las elecciones, el verdadero plebiscito no versará sobre la inflación o el dólar blue, sino sobre nuestra capacidad de emanciparnos de las lógicas algorítmicas. Eso que Argentina, frente a su cita electoral bonaerense, puede y debe inspirarse en una arquitectura normativa y ética como la del gobierno de Lula, para blindar nuestra democracia frente a un proceso digital que no está limitado por un marco regulatorio claro, en el que las plataformas definen las reglas del juego electoral sin rendir cuentas a nadie, por lo que la libertad de elección queda supeditada a decisiones de diseño que eligen qué narrativa florece y cuál se desintegra en el feed.

Javier Milei. 
Javier Milei y Toto Caputo.

También te puede interesar