LA CARTA MAGNA

Diario de la Convención de Santa Fe, día 46: el bipartidismo sui generis que reseteó el mapa del poder

Los acuerdos de Unidos con los peronismos fueron el sello de la reforma 2025. El proceso constituyente, una experiencia de dos meses con la mirada de Letra P.

Antes de que comience la Convención constituyente de Santa Fe, una fuente relevante del gobierno de Maximiliano Pullaro le ofreció a Letra P un enfoque político integral de lo que estaba por venir: “Los acuerdos deben hacerse con el peronismo porque somos dos fuerzas de Estado. Hay que reconstruir un bipartidismo elemental, que dé certezas y previsibilidad”.

Esa mirada no solamente revela el criterio político que se concretaría luego en el proceso reformista sino que también expresa la idea estructural que tiene el gobernador y su gente más cercana sobre el sistema de poder en la democracia santafesina.

La puesta en práctica de ese concepto, que se pudo verificar en los hechos antes y durante la Convención, obedece a razones tácticas y estratégicas. Por un lado, porque el peronismo está abierto a negociaciones y cuenta con votos para destrabar proyectos en la Legislatura o ampliar la legitimidad política de la reforma constitucional. Por el otro, porque las opciones a la derecha del dial, léase Amalia Granata o La Libertad Avanza, son vistas como fronterizas con las inestabilidades institucionales.

Este marco general permite interpretar lo que ocurrió en los últimos dos meses en la Legislatura santafesina. Claro que la realidad de carne y hueso es algo más compleja.

En el aire

“Derribamos prejuicios, la reforma no estaba escrita de antemano”, destacaron en una multitud de oportunidades los referentes de Unidos. Es una afirmación relativamente cierta: el oficialismo flexibilizó sus límites de negociación a medida que avanzaba la Convención, centralmente después de resolver el sensibilísimo tema de la cláusula de reelección de Pullaro.

michlig-muestra

Esa reivindicación de amplitud tiene un reverso: la heterogénea coalición gubernamental llegó a la reforma casi sin nada resuelto, salvo la decisión de posibilitarle al gobernador competir en 2027 y arribar sí o sí, en algún momento del proceso, al consenso interno. La lectura de los proyectos originales que presentaron cada uno de los partidos de Unidos permite vislumbrar las nítidas diferencias de cosmovisión, en particular del socialismo.

Los periodistas acreditados fueron testigos y, de alguna manera, partícipes de esa situación. En medio de los innumerables cuartos intermedios a la hora de firmar los dictámenes de comisión, los cronistas intentaban pescar a algún dirigente oficialista en los pasillos, en las oficinas, en los bares de la zona o incluso a las corridas por la explanada de la Legislatura para intentar saber qué pasaba. Las respuestas, que a veces llegaban como salvavidas por WhatsApp, era que se demoraban los acuerdos internos. En la práctica, la Convención se paralizaba formalmente por largas horas como consecuencia de estos desacoples, que al final del camino resultaban salvados de manera invariable.

Esta dinámica llevó a que, en no pocas ocasiones, la rosca se llevara adelante a los apurones en el recinto mismo. Una bendición para el responsable de la cobertura para Letra P, que debió alejarse unos días de la Legislatura por la aparición de un orzuelo horroroso y pudo seguir el curso de los hechos por streaming, más allá de los chats y llamados de rigor.

En conclusión, Unidos cumplió su cometido con un esfuerzo singularísimo para un oficialismo. Es contrafáctico, pero no es tan arriesgado suponer que muy distinta hubiese sido la historia si no se tratara de un frente que está en el gobierno, con el magnetismo en términos concretos que ello supone.

Dos, tres, muchos peronismos

El bipartidismo pretendido por el gobernador no sólo tiene la particularidad de un ruido considerable y permanente dentro de su alianza política, sino que la otra pata del esquema está completamente astillada.

En la Convención, la crisis del peronismo se expuso con la presencia de dos bloques producto de haber ido separados a las elecciones de constituyentes, pero además con votaciones divididas en temas clave como, nada menos, darle la chance a Pullaro para que dispute nuevamente la gobernación en 2027.

convencion-votan

Esa divergencia de intereses, en algunos casos subyacente y en otros explícita, fue descripta por este medio en varias oportunidades, a veces para disgusto menor de los protagonistas. Al día siguiente de la publicación de este tipo de notas, el periodista solía ser saludado con sorna: “¿Qué hacés, Diario de la Convención?”.

Con todo, las bancadas panjusticialistas no sólo no se quebraron sino que lograron consensos internos mayoritarios e incluso una extendida articulación entre ambas. La especulación sobre una eventual unificación asoma en el horizonte, en tanto y en cuanto se recobre competitividad electoral y vocación de poder. La elección de octubre puede dar una señal al respecto. Hay conversaciones subterráneas en marcha, y no sólo con los sectores que tuvieron representación en la constituyente.

¿Olivos o Santa Fe?

Aún con todos los inconvenientes antedichos, el oficialismo logró tejer numerosos acuerdos parciales con los panperonismos, que se exteriorizaron con los generosos números de aprobación de la reforma en general, pero también de una amplia porción del articulado.

pullaro-abrazo

Fue una suerte de Pacto de Olivos sobre la marcha. Incluso con algunas reminiscencias muy sintomáticas. Hay un ejemplo muy gráfico al respecto: la conformación del Tribunal de Enjuiciamiento de jueces, fiscales, procuradores y defensores pasó de tener dos integrantes por cámara legislativa a tres por cada una con representación de la minoría. El mismo 2-1 que acordaron Carlos Menem y Raúl Alfonsín en noviembre de 1993 para la composición del Senado, con la idea de que haya participación allí de los dos grandes partidos nacionales.

Quienes objetan el proceso que concluyó este viernes podrán decir, con bastante razón, que aquella reforma de 1994 despertó muchísimo más interés popular que la actual. Más allá de la obvia distinción entre una convención nacional y una provincial, es cierto que esta modificación histórica de la Carta Magna santafesina no apasionó a las multitudes, aquejadas por urgencias más pedestres. Pero también es justo señalar que, cuando este cronista olvidaba sacarse la acreditación que le colgaba del cuello, no faltaba taxista o mozo que lo advirtiera y preguntara qué es lo que estaba ocurriendo dentro del Palacio.

Esa temperatura de la calle también enmarcó la reforma constitucional de Santa Fe, luego de 63 años de espera.

Diario de la Convención de Santa Fe, día 45: festejos y ausencias en la jornada final de la reforma
El Día de la Industria reunió a todo el sector en Las Parejas, Santa Fe.

También te puede interesar