La disyuntiva que plantea el ballotage atraviesa a todos los actores de la sociedad. En algunas, en particular, opera también como catalizador de procesos que transcurren sin manifestarse en la superficie pública. Tal el caso de la Iglesia Católica de Córdoba, en cuyo seno conviven dos posturas diferentes, aún no abiertamente contradictorias. Mientras la institucionalidad eclesiástica se inclina por evitar pronunciamientos que pudieren interpretarse como alegatos en favor de uno de los candidatos, un nutrido grupo de curas que trabajan en barrios se manifiestan dispuestos a realizar las acciones que sean necesarias para evitar un triunfo de Javier Milei.
Ambas posiciones parten de un mismo mojón: el reconocimiento del libertario como una opción que preocupa por la vehemencia de sus posturas y la violencia de sus diatribas contra quienes identifica como adversarios, incluidas las máximas autoridades de la Iglesia, como el mismísimo papa Francisco, al que llamó “representante del maligno”
Las diferencias se manifiestan en la necesidad o no de sentar una postura tajante frente a la encrucijada. Desde la curia consideran innecesario, por el momento, hacer un llamamiento público. Prefieren expresarse por la libertad de conciencia, apelando a un voto racional y respetuoso de la doctrina social.
Aunque en las últimas horas ha ganado fuerza la idea de un nuevo comunicado, en el que se aliente a la participación, resguardando la libertad de elección, también manifiestan temores por una reacción reactiva de la feligresía. Pesan sobre los párpados las críticas que recibió, hace dos meses, el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, por una alocución que apuntó, sin nombrarlo, al candidato de La Libertad Avanza.
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“Claro que nos interpela la situación. Instamos a la participación de los ciudadanos. De hecho, lo hicimos en las PASO. Claro que queremos que se respeten los valores de la Iglesia. Pero si nos expresamos públicamente no vamos a pedir voto por uno u otro. La conciencia es sagrada”, dicen desde la Pastoral Social de Córdoba.
Mal menor
Una desconfianza recorre la institución y llega a corrillos de la Arquidiócesis de Córdoba: la consideración de Sergio Massa como la opción correcta para el 19 de noviembre.
Aún sin desmarcarse de lo expresado por Ojea y por el propio papa, sin negar preocupaciones, reconociendo la amenaza que supone romper con los pactos sobre los que se sustenta la justicia social, voces de peso dudan sobre la continuidad de una gestión que difícilmente pueda ser considerada “el mal menor”.
No sólo reprochan a Massa ser parte de una gestión que presenta elevados índices de pobreza y marginalidad, también le señalan marcas kirchneristas en la confección de su traje presidencial. En una provincia profundamente anti-K, sacerdotes y obispos recogen a diario quejas contra un modelo denostado aún en sus tiempos de hegemonía.
También adjudican a las falencias del kirchnerismo, desde la corrupción al abuso de poder, la irrupción de fenómenos de extrema derecha.
“Milei no nos representa políticamente, está más que claro. Pero tampoco vamos a salir a militar en su contra. También tenemos que respetar que hay mucha gente que lo sigue y lo votará. Será también que del otro lado no hay mucho para festeja”, dice un vocero que frecuenta el Arzobispado.
Sobreactuación
Antes elípticamente, ahora de modo palmario, aparece en la discusión el término militancia, también denostado por sectores conservadores. En una de las ciudades con mayor cantidad de iglesias, muchos creen que los representantes de su credo no deben navegar por los infectos ríos de la política.
Quienes rechazan la realización de actos públicos consideran innecesaria la “sobreactuación” de las liturgias. “No gusta tanto que se usen los sacramentos para hacer proselitismo”, afirman.
El disgusto tiene también antecedentes cercanos. El más reciente remite a la misa que realizara el padre Mariano Oberlin, a fines de septiembre. Convocada para desagraviar al papa Francisco tras otra ráfaga de Milei, llevó el inequívoco eslogan “una sociedad con justicia social”.
Cura párroco en barrio Müller, parte del área más castigada por las violencias en la ciudad, Oberlin es una figura muy querida por la feligresía. Junto a su capilla montó un centro de atención médica al que acude todos los lunes el intendente electo Daniel Passerini.
Con sus credenciales, es una de las voces que se ha erguido contra el avance de manifestaciones de extrema derecha. Poco le importa el rótulo K que la adosan. Junto a otros sacerdotes avanza en la organización de actividades para sentar posición inequívoca.
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Una de ellas será una misa en el barrio Comercial, el próximo miércoles, a cargo del padre Pablo Viola. Incluirá una petición formal para una visita de Bergoglio a la Argentina. El subtexto será claro: marcar la distancia entre quienes se comprometen y actúan según la doctrina que profesa el papa y quienes se escudan en la neutralidad.
La celebración no excluirá otras acciones, como comunicados y mensajes en las redes sociales. Todas ellas, aclaran, en nombre de quienes adhieran, sin pretensión de abarcar a la totalidad de la institución.
Expresarán, sí, la decepción que muchos sienten ante quienes no se animan “a manifestarse contra un modelo de país que propende al individualismo exacerbado”. “Se van a enojar”, admiten.
Aludidos, desde el Arzobispado destacan la existencia de libertad de acción para quienes quieran expresarse en su función vicaria. Saben también que los llamados que ya reciben habrán de multiplicarse en las próximas semanas
Algunos de los contactos buscan sondear directamente la postura del arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi. Recientemente ordenado cardenal, el máximo referente provincial ha evitado exponer una mirada específica sobre el ballotage.
Quienes lo frecuentan rubrican su mala calificación del minarquista, a quien considera imprevisible. También su profunda preocupación por la vigencia de problemáticas que marcaron las campañas para las elecciones provinciales, como pobreza, inseguridad y narcotráfico, expresada en una masiva marcha.
Sin embargo dudan que vaya a replicar su involucramiento para una contienda donde, como nunca, prima "la doctrina del mal menor".