El intendente impulsa acciones que no generan grandes gastos. Bidones de agua y celulares en el municipio, ¡afuera! La esperanza en el crédito. La interna PJ.
Guillermo de Rivas inicia la gestión con problemas económicos e indicadores sociales alarmantes.
Guillermo de Rivas, intendente de Río Cuarto.
En los comienzos de su gestión, el intendente de Río Cuarto, Guillermo De Rivas, ya tiene planteado un desafío mayúsculo: conducir la segunda ciudad de la provincia de Córdoba en épocas de crisis económica y deterioro social. El último dato de pobreza del INDEC tiene en Río Cuarto un capítulo más agudo.
En la capital alterna de la provincia, el 54,3% de los habitantes no llegan a cubrir necesidades básicas. Quizá todavía más preocupante sea el vertiginoso deterioro social en apenas seis meses, porque en la ciudad el crecimiento de este fenómeno fue del 13,3% mientras que a nivel nacional fue del 11,2%.
El mercado laboral del llamado Imperio del Sur, atado a la explotación agrícola y con fuerte inversión en ladrillo, tiene altos niveles de informalidad y suele fluctuar bruscamente con los movimientos de la economía. En tal sentido apuntan varias fuentes especialistas a la hora de buscar las responsabilidades del dramático descenso social de la primera mitad del año.
Por otro lado, el último informe de la Secretaría de Economía local, que conduce desde hace ocho años Pablo Antonetti, refleja que el municipio pierde un 20% en la carrera contra la inflación. Mientras que sus ingresos crecieron un 217% respecto a igual mes de 2023, el Índice de Precios al Consumidor de Córdoba (IPC) marcó un aumento general del 237%. Pasando en limpio, eso quiere decir que, en términos reales, de cada $100 que recaudaba el año pasado, ahora recibe $80.
Además, el último informe de ejecución presupuestaria, del segundo trimestre de este año, muestra otro elemento de peso que también suma presión a las cuentas municipales: un déficit de $1.917 millones, calculado en agosto pasado.
Pero no todo son números. De Rivas tuvo que acomodar el cuerpo a una transición XXS, de poco más de una semana, como consecuencia del calendario electoral que meticulosa y calculadamente diagramaron con su antecesor Juan Manuel Llamosas. Esa tarea de organización del equipo que otros intendentes pudieron hacer antes de asumir, a De Rivas le tocó una vez en funciones.
Por eso durante estos primeros meses muchos de los referentes opositores -en el Concejo Deliberante y otros organismos- lo caracterizan como un gobierno que no termina de arrancar, como en una suerte de letargo invernal, y le imputan una falta de iniciativa sostenida con proyectos propios.
Si esa es la percepción del afuera, puertas adentro de la gestión buscan dar señales de que se están moviendo, hasta donde lo permite la crisis.
De hecho, parte de la acción pasa por un ajuste forzado que demanda a los funcionarios el trabajo de examinar con lupa área por área, en busca de posibles derroches. En ese sentido, el secretario Antonetti es quien tiene la batuta y habla de una racionalización del gasto a diferentes niveles.
Ese proceso abarca desde las horas extras hasta recortes a escala nanométrica, como la eliminar los dispensadores de agua en diferentes dependencias oficiales o dar de baja de una flota de teléfonos celulares de los que se podía prescindir.
El propio De Rivas admite que la gestión está condicionada por una sequía que no es de índole climática, sino de fondos, pero aclara que no piensa quedarse de brazos cruzados y da a entender que debe gobernar “con lo que hay”.
En parte, eso es lo que se está viendo en los primeros meses de la gestión, con la puesta en marcha de una serie programas e iniciativas políticas low cost, que demandan mucho ingenio para hacer rendir cada peso.
Dentro de ese formato se pueden inscribir a “La Muni en Tu Barrio”, que instala parte de la administración lejos del centro de la ciudad para darle una respuesta más directa a los vecinos. También hay otras iniciativas como las orientadas a la seguridad y al control, por ejemplo, el endurecimiento de las normas contra las fiestas clandestinas y las motos que producen ruidos molestos.
Adicionalmente, De Rivas aprovecha bien las oportunidades que él mismo se genera, o se le presentan, para aparecer en público y tomar contacto con la gente en diferentes eventos.
En este marco general, y pese a la ampliación del 30% del Presupuesto, en el Palacio de Mójica cuentan los días para que Economía desembolse fondos frescos y le dé más oxígeno a la gestión.
Cabe recordar que hace poco más de dos semanas, el Concejo Deliberante le dio luz verde para tomar deuda por $5.000 millones de pesos: $4.000 millones vía letras del tesoro y otros $1.000 millones más con un préstamo del Banco de Córdoba, poniendo como garantía recursos sin afectación específica y la coparticipación provincial.
Según se conoció recientemente, el titular de Hacienda saldría el mes que viene al mercado de capitales en busca de ese dinero. Tal como adelantara Luis Zegarra en Letra P, una vez lleguen, el grueso de esos recursos extra iría al sostenimiento de programas de asistencia social y a proyectos de obra pública en marcha.
Nacido en la era de Javier Milei, bajo el signo de la motosierra y la licuadora, el gobierno de De Rivas encuentra un escenario completamente distinto al que tuvo Llamosas.
En su tiempo, éste cultivó un estrecho vínculo con el entonces gobernador Juan Schiaretti y encontró allí la clave financiera para desplegar una larga serie de obras: desde la planta de tratamiento de efluentes cloacales a la pavimentación del acceso sur por avenida Colombres, el norte por Buteler o las múltiples intervenciones que cambiaron la Costanera.
Pero ahora, cerrados los grifos del financiamiento público, ese frente es mucho más complejo y eso obliga a explorar otras alternativas para que el municipio pueda seguir pensando en cemento.
Hace una semana, el intendente viajó a la ciudad de Córdoba y participó de la Jornada Inversión para el Crecimiento, organizada por la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), con la idea de atraer potenciales inversores privados para encarar nueva obra pública en Río Cuarto
Un último frente abierto es político y tiene que ver con el rol que juega Llamosas como asesor con rango ministerial para el sur provincial. El exmandatario peronista, que ocupó el sillón de Mójica hasta julio pasado, sigue en la función pública y articula con los intendentes en nombre del gobierno de Córdoba y con base en Río Cuarto.
Llamosas armó un pequeño gabinete con sus colaboradores más cercanos, entre los que hay varios exsecretarios que habían terminado con él la función pública y no habían encontrado lugar en la gestión local ni en el esquema de Martín Llaryora.
En especial durante los primeros tiempos, pareció haber más de un solapamiento en el juego entre De Rivas y Llamosas con los referentes políticos de la región, pero también en lo atinente a la representación de Río Cuarto frente al Gobierno provincial, donde Llamosas siguió teniendo protagonismo.
Ese escenario se volvió tierra fértil para suspicacias, por los eventuales roces que pudieran darse en el futuro entre la construcción del exintendente y el sucesor.