ELECCIONES 2023

Chubut: el peronismo emparcha su rompecabezas para salvar una banca

El PJ, roto y sin liderazgos. Expectativa compañera: lo que no une el amor, que lo organice el espanto. El rol de Arcioni. Pases de factura, fuego amigo y repartijas territoriales.

Unido imposible, organizado no tanto: el peronismode Chubut está partido en mil tribus, pero aspira a ordenarse lo mejor posible para emparchar el rompecabezas que le quedó después de la elección provincial de julio. El objetivo es que una remontada el 22-O le sirva a Sergio Massa para recolectar votos que lo depositen en el ballotage y a José Glinski para garantizarse una de las tres bancas que se ponen en juego en el Congreso.

El PJ está furiosamente atomizado, sin liderazgos claros y partido geográficamente, consecuencia palpable del fin de ciclo que llegó el 30 de julio. Después de 20 años de panperonismo en el poder provincial, Juntos por el Cambio sacó provecho de las deficiencias de la gestión de Mariano Arcioni y dio su batacazo consagrando a Ignacio Torres como gobernador electo.

En esos comicios, el peronismo al menos fue competitivo y estuvo a la altura de las circunstancias: cayó por poco más de un punto y medio. Después de esos patagónicos vientos de cambio que perjudicaron al oficialismo, peor resultó el huracán Milei del 13A: el oficialismo perdió unos 40 mil votos, quedó tercero y se potenciaron los pases de factura.

La unidad, por eso mismo, es una quimera. Los promotores de la campaña oficialista aspiran a que al menos el frente interno llegue lo más ordenado posible: si no los une el amor, que los organice el espanto.

Unos 40 mil sufragios vienen del peronismo, que para la provincial cosechó 111.203 (34,11%) y en las PASO se cayó hasta 73.387 votos, sumadas las fórmulas de Massa y Juan Grabois. Lo mismo le pasó a JxC, que propicia para el Congreso al sindicalista petrolero Jorge “Loma” Ávila: Torres amuchó 116.432 votos en julio (el 35,71%) y la suma de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta llegó a 78.165.

Respecto de las bancas al Congreso, si La Libertad Avanza duplica a alguna de las otras dos fuerzas, se queda con dos lugares y pone a disputar mano a mano la restante entre JxC y UP. No es un escenario disparatado: Treffinger sacó 120.4768 votos, Ávila 66.465 y Glinsky 61.179.

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Esa situación pone en alerta a Glinski y al peronismo, que ya da por hecho que perderá una banca, porque las que se ponen en juego son las que el 10 de diciembre dejan Estela Hernández y Santiago Igon (oficialistas) y Matías Taccetta, de JxC, ahora intendente electo de Esquel.

Primero lo primero

La aspiración de quienes comandan la campaña es que el peronismo entienda que debe ordenar lo electoral, porque la disputa por liderazgos quedará para otro momento: no hay plafón para resolver en esta instancia esa pelea, que se prevé como un proceso más largo y, además, traumático.

“Hay que hablar con los que no nos votaron. Es enojo y frustración. El pase de facturas no aporta nada, estamos en el medio de la pelea”, advierte Glinski, director nacional de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

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El presidente del partido en Chubut es el senador Carlos Linares, a quien varios sectores toman como punching ball y le piden la renuncia. Linares dice que hizo “lo mejor” por su partido, admite que el PJ chubutense hizo la plancha en las PASO y promete “rearmar la campaña”. Anuncia elecciones partidarias locales para el año que viene y lamenta la alianza con Arcioni porque “no sumó”.

Dentro del juego

Aun en ese contexto, el gobernador saliente cree que no está definitivamente fuera de juego: desde lo político lo espera un lugar marginal como legislador del Parlasur, pero intenta salvar el honor, con la duda de si se trata de una jubilación digna o si es un modo de mantenerse con sobrevida política. También gracias a los puentes bien aceitados que tiene con Massa: Arcioni se sentó el fin de semana pasado en la cabecera de la cumbre del Frente Renovador. Este jueves, reunió a una veintena de intendentes en Paso de Indios para convocarlos a una remontada épica.

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La fragmentación peronista en Chubut es tal que el propio Arcioni tiene derecho a soñar con que, cuando se definan los liderazgos, le toque algún reparto de esa torta. Por eso mismo hace algunos deberes en la retirada: elogia a Glinski, es uno de los pocos aliados que acató el pago de la suma fija de Massa y después de varios cruces esta semana finalmente concretó la reunión y foto de “transición” con Torres. “Acordé una refinanciación de la deuda, no voy a ser mezquino como fueron conmigo”, se victimizó.

En el fondo, lo que Arcioni no se banca es que sus propios compañeros hayan hecho campaña en la elección provincial fustigándolo con dureza: el que resaltó en ese modo fue el derrotado candidato a gobernador Juan Pablo Luque, que se autopercibió no oficialista y es uno de los que aparece en primera fila para manejar el PJ que viene. Es una cuesta empinada: aparece como una de las caras de la derrota y tiene cuentas que arreglar con Othar Macharashvili, su sucesor en la intendencia de Comodoro Rivadavia, que es el bastión en el que el peronismo todavía se siente fuerte.

Esperanzas para la remontada

Comodoro atraviesa en esta hora la sensación de estar castigada por las siete plagas. Después de sucesivas tormentas de viento violento que generaron daños cuantiosos, el colapso de la ruta 3, esta semana, disparó costados politiqueros: Torres se sentó en una mesa con Othar, su vice electo Gustavo Menna y la diputada Ana Clara Romero, cara de Juntos por el Cambio en esa zona, para analizar respuestas a futuro. Luque recibió el espaldarazo del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis.

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Comodoro es la esperanza más firme de recuperación que tiene el peronismo con vistas a octubre: el objetivo de máxima es sumar ahí unos 20 mil votos más que los que se recolectaron en las PASO. Otro de los puntos donde el peronismo aspira a rascar votos es Puerto Madryn, donde los hermanos Sastre (Gustavo, el intendente reelecto, y Ricardo, el vicegobernador) han ordenado su pago chico. Tienen el ruido interno local de Unidos y Organizados, pero no hay dudas de que ese espacio también jugará a favor de la boleta Massa-Glinsky.

En Rawson, la capital administrativa, el peronismo está detonado: es territorio radical y el justicialismo quedó chiquito. Trelew también es para el justicialismo tierra arrasada: si bien el joven kirchnerista Emanuel Coliñir representa a una porción de ese electorado, es la ciudad donde empezó a percibirse la gran caída y de donde surgen los liderazgos opositores más fuertes de esta hora.

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