LA QUINTA PATA

Carlos Melconian, el sustituto

El "ministro de Economía" en las sombras ya dio lo que tenía; ahora vuelve la política. Aportes y límites. Savia larretista y ruido de fondo. Días de pesimismo.

Carente de habilidades para el debate económico y atrapada, entre otros muros, entre un economista –Javier Milei– y un ministro del área –Sergio Massa– en una campaña en la que el tema descollante es qué diantres hacer con el peso, Patricia Bullrich apeló a Carlos Melconian como su vocero. El hombre de la Fundación Mediterránea se sobreexpuso en los últimos días, fungiendo casi como un presidenciable sustituto. Sin embargo, cuando se proyecta que su centralidad comience a ceder, cabe preguntarse qué le ha sumado al proyecto de Juntos por el Cambio y, en paralelo, cuáles de sus límites ha subrayado.

Más allá del trajín que cabe reconocerle, el propio Melconian se ve impactado por el pesimismo que cunde en el bullrichismo. "Me daría bronca tener que tirar todo esto a la mierda", le dijo a Alejandro Fantino al cabo de un largo streaming en el que exhibió una pila enorme de papeles para probar que, al revés del tambaleante minarquista, él sí tiene un proyecto en serio. "Ya tengo los huevos al plato de los jóvenes que se van y toda esa historia", remató con los ojos llenos de lágrimas. Sensible a esos golpes de efecto, el entrevistador iluminó el momento, pero la alusión a la posibilidad de tener que arrojar a la basura el trabajo que empezó el año pasado junto a casi 80 especialistas no fue precisamente una demostración de confianza.

"El 730 famoso tiene el invento de que consigo 45.000 millones de dólares de Papá Noel. Hay que decir que el señor que hoy está ganando 500 dólares a 350 pesos acá pasa a ganar 250 dólares. El primer día que eso se haga, con Papá Noel incluido, los salarios son la mitad", disparó. Eso es verdad, pero ¿pasaría algo diferente con el sinceramiento cambiario que es parte de su propio programa? Este comenzaría con un desdoblamiento en un mercado controlado para un puñado de importaciones esenciales y en uno libre que vehiculizaría todo lo demás, para pasar gradualmente a la unificación y a la famosa "economía bimonetaria", en la que dólar y moneda nacional convivirían en medio de los rezos de la feligresía para que el primero no se devore desordenadamente a la segunda.

Dolarización y economía bimonetaria masajean un punto de placer del imaginario colectivo moldeado por la convertibilidad de los años 90.

La bimonetariedad es una idea que Bullrich había comprado aun antes de la coronación de Melconian, pero a la que el economista, al incluirla en el programa que preparó por encargo de varias empresas líderes "para cualquier candidato", terminó por darle barniz técnico. En principio se trata de una iniciativa capaz de rivalizar con el atractivo que tiene para quienes votan a Milei el proyecto de dolarización, al punto de que sus inconsistencias llevaron al líder de La Libertad Avanza (LLA) a plantear una suerte de "competencia de monedas" hasta que aparezcan los billetes verdes que permitan reemplazar al peso.

Ambas iniciativas masajean un punto de placer del imaginario colectivo moldeado por la convertibilidad de los años 90, más allá de su desenlace trágico en lo económico, lo social y lo humanitario. Solo en esa línea puede entenderse que el asesor original de Bullrich, Luciano Laspina, haya pensado que podría ser una buena idea hacer campaña fotografiándose, extasiado, ante la contemplación de Domingo Cavallo.

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La pelea del bullrichismo no es hoy –hoy; después del 22 de octubre se verá– juntar una mayoría sino, apenas, impedir una sangría de votos a favor de Milei que ayudaría al minarquista a liquidar el pleito sin ballotage.

Nadie gana en la guerra

De las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de Juntos emergieron, paradójicamente, dos referencias perdedoras: la del derrotado en la contienda en sí –Horacio Rodríguez Larreta– y la de quien no encuentra desde entonces un lugar bajo el sol, la propia Bullrich, incapaz de traducir en una narrativa eficaz el lugar "centrista" que le ha deparado la puja entre un ultraderechista y un peronista moderado.

Además de darle coherencia a un discurso económico hasta entonces errático, Melconian vino a suplir ese problema de anemia política.

El jefe de Gobierno porteño puede haber arrancado aplausos en un foro del Círculo Rojo cuando le prometió a Bullrich "poner todo lo que tengo para que seas presidenta", pero, desde ese mismo día, su ausencia en la campaña ha sido notoria. Acaso módicamente, como prenda de unidad, le entregó a la candidata el copioso equipo de economistas que había preparado el plan que ya no será, el que queda ahora a merced de Melconian.

Se trata de unas 80 personas que estuvieron comandadas por Hernán Lacunza, que participó en todas las reuniones del nuevo "equipo unificado" y proclamó, en declaraciones públicas, su respeto profesional y personal por Melconian, además de coincidencias que, dice, les harán muy fácil trabajar en armonía. "La integración, la amalgama, es un hecho natural", declaró.

En efecto, larretistas sin techo y mediterráneos de rumbo incierto comparten la idea fuerza de la necesidad de avanzar velozmente hacia el equilibrio fiscal, incluso a expensas de un ajuste en modo de shock. Ambos sectores coinciden en que el hartazgo social con la inflación recargada facilitará el pedido de más sacrificios.

Sin embargo, hay también divergencias importantes. El equipo larretista no creyó nunca en la viabilidad ni en el carácter deseable de la economía bimonetaria, de libre opción por el peso o el dólar en todos los contratos y transacciones. El subtexto de ese desagrado es la convicción de que ese esquema es un camino alternativo –más largo e indirecto, pero acaso de mayor potencial devaluatorio e inflacionario– a la dolarización. Lo que Massa llama "dolarización cobarde".

En ese derrotero de mediano plazo, confía el equipo que Larreta nos legó, el énfasis inicial de un eventual ministro Melconian estaría puesto en el ordenamiento fiscal y en el cese del financiamiento del Banco Central al Tesoro. El esquema bimonetario quedaría para más adelante.

Bullrich ya no espera nada de Mauricio Macri. Por eso presentó un grupo ministerial totalmente propio para quemar las naves. Puro posmacrismo. Bullrich ya no espera nada de Mauricio Macri. Por eso presentó un grupo ministerial totalmente propio para quemar las naves. Puro posmacrismo.

El debate económico, el blanco sobre negro que Melconian ha tratado de imponer contra la receta mileísta, ya está sobrecumplido, cree Bullrich. Por eso, apalancada en el triunfo que espera que obtenga este domingo Maximiliano Pullaro en Santa Fe, volverá a hablar de política y de la seguridad, lo que se supone que es su fuerte.

Después de los comicios en esa provincia, recorrerá Entre Ríos para hacer su apuesta a Rogelio Frigerio, Córdoba y Mendoza, ya que sabe que no existiría futuro para ella si no lograra birlarle votos a LLA en la zona central. Chaco será, en tanto, una aventura que se permitirá para tantear hasta qué punto se tambalea Jorge Capitanich.

Mientras, ya no espera nada de Mauricio Macri. El expresidente, dicen cerca de la candidata, le reclamó a Bullrich lugares para dirigentes leales a él en un eventual gabinete, cosa que la exministra no le concedió, como queda demostrado en el equipo que acaba de mostrar en público: además de Melconian, su canciller sería Federico Pinedo y los titulares de Desarrollo Social, Educación, Defensa, Energía y Género y Mujeres serían Joaquín de la Torre, Fabio Quetglas, Ricardo López Murphy, Javier Iguacel y Silvia Lospennato, respectivamente. Toda gente propia, mostrada para quemar las naves. Puro posmacrismo.

Acaso por este entredicho, por una propensión natural al doble juego o por la idea de que, si Bullrich perdiera, el PRO quedaría sin líder, el expresidente se entusiasma con la idea de un cogobierno con Milei. Eso probablemente sería el fin de Juntos por el Cambio.

Acaso la ruptura libertaria dispare realineamientos muy amplios y algo sorprendentes en la política que viene.

Martín Tetaz y Mauricio Macri.
dolarizar o no dolarizar: arde la interna de los economistas de milei

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