ES LA ECONOMÍA

Carlos Melconian también tiene una campaña del miedo para lijar a Milei

El alfil de Bullrich agita fanstamas del pasado para combatir al economista libertario. Memoria emotiva para demonizar la dolarización. Los "brillantes" maestros compartidos.

La irrupción de Carlos Melconian en la campaña electoral terminó de poner a la economía en el centro. En el medio -literal- del escenario electoral de tercios, la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, volteó para sus costados, vio al ministro de Economía y candidato oficialista, Sergio Massa, y a Javier Milei, el impulsor de la dolarización, y entendió que tenía que cubrir el bache discursivo de sus apariciones públicas. El objetivo, construir desde lo económico un perfil que le permita competir en un ballotage. El jueves presentó a su vocero rockstar en sociedad y el amigo del establishment empezó a mostrar el método para sanar la herida halcón: la campaña del miedo contra el postulante de La Libertad Avanza.

"Estoy escuchando y para lo que querés hacer necesitás, o licuación o Plan Bonex o corralito", respondió el ex titular del Banco Nación este viernes a radio Mitre cuando le consultaron sobre el programa de dolarización que propone Milei. En un momento en el que los bolsillos duelen, Melconian apeló a la memoria emotiva y al fantasma de las políticas noventosas que derivaron en la pesadilla política, social y económica de 2001.

En la misma jugada, repitió nombres conocidos: "Los dos brillantes profesores que tuve, Carlos Rodríguez y Roque Fernández, tienen clarito lo que estoy diciendo". Aludió a los economistas, ex funcionarios del gobierno de Carlos Menem, que forman el team que Milei tiene a su lado como asesores ad honorem. Pilares fundamentales de la convertibilidad de los 90 y hombres que estuvieron detrás de la privatización de empresas estatales en ese período. Con la mención, llamó la atención del electorado que vivió la década de recesión y posterior estallido social. De paso, también dejó ver que su formación tiene las mismas bases y los mismos maestros que el candidato presidencial de LLA.

Como alternativa a la dolarización, la propuesta del titular del Instituto de estudios de la Fundación Mediterránea es un bimonetarismo: consiste en que los contratos se puedan pactar en la moneda de preferencia. Es decir, dejar el peso para transacciones minoristas y utilizar el dólar en las mayoristas. Un programa que agrada al Círculo Rojo y que nace en el think tank que tuvo su época de oro cuando Domingo Cavallo llegó al ministerio de Economía y puso en marcha la convertibilidad. De allí sus vínculos con Rodríguez y Fernández.

Licuación

El primero de los cucos menemistas con las que Melconian agita el miedo a Milei es la "licuación", que en economía consiste en bajar el costo real de una obligación o deuda. Una forma de licuar es hacer crecer la inflación por encima de lo que suben los gastos, con la intención de relativizarlos, es decir, achatar el déficit fiscal. Otra vía es aplicar una megadevaluación que haga que los gastos en pesos se hagan más livianos o digeribles. Una medida a la que incluso se opuso Cavallo en su blog personal a inicios de este año.

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) explicó en un informe: "En un esquema de dolarización, la supresión del déficit es un punto de partida que agregaría una fuerte dosis de ajuste a la licuación salarial. De otro modo, dado que todo déficit fiscal supondría la necesidad de dólares para financiarlo, cualquier necesidad fiscal -incluso aquella por razones exógenas, como una sequía- llevaría a colocar deuda pública en dólares".

Plan Bonex

El Plan Bonex, el segundo de los fantasmas que meneó el alfil económico de Bullrich, fue un canje de depósitos a plazo fijo en australes, la moneda en curso en aquel tiempo, por títulos en pesos a 10 años. Fue implementado en diciembre de 1989, en un contexto de hiperinflación, a los pocos meses de asumir Carlos Menem al gobierno y bajo la órbita del ministro de Economía, Antonio Erman González. Bonex era la abreviación de Bonos Externos y uno de los objetivos era reducir la liquidez en efectivo de los ahorristas para bajar la circulación de efectivo en el mercado y calmar la demanda de dólares, para así descomprimir los aumentos de precios. Según estimaciones de la época, permitió reducir en un 60% la base monetaria.

Todos los pasivos mayores a un millón de australes eran canjeados de forma obligatoria por Bonex 89 con liquidez congelada hasta 1999. Los bonos podían negociarse en el mercado secundario, según estableció el Decreto de Necesidad y Urgencia N°36/1990. Además, se prohibió a los bancos recibir depósitos a plazo fijo. Es recordada como una de las confiscaciones de dinero más grandes de la historia argentina. En el corto plazo, sirvió para frenar la hiperinflación, pero por la falta de liquidez en manos del público, el resultado fue una recesión que derivó en la renuncia de Erman González en 1991.

Corralito

En 2001, Argentina acarreaba recesión, la imposibilidad de hacer frente a la deuda externa, fuga de divisas y una década de convertibilidad, que derivó en una crisis total de la balanza de pagos. Cavallo, ahora en el gobierno de la Alianza que encabezaba el radical Fernando de la Rúa, retomó la gestión de l Palacio de Hacienda en marzo de ese año para salvar el modelo del "1 a 1" y ganó oxígeno con un megacanje. El efecto fue efímero. Recortó transferencias a provincias, subió impuestos y ajustó los beneficios sociales para reducir el déficit. Tras sucesivas corridas cambiarias, el sábado 1 de diciembre el exministro anunció un congelamiento de los depósitos en dólares existentes en los bancos. Sumaban 16.000 millones de dólares en cajas de ahorro y alrededor de 42.000 millones en plazos fijos.

El denominado corralito limitó la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros. Cada ahorrista solo podía retirar un máximo de 250 pesos o dólares en efectivo por semana de sus cuentas. También se prohibieron las transferencias al exterior. El corralito buscó frenar la salida masiva de los depósitos, pero fue el fin del gobierno aliancista.

Para que este otro cuco que agitó Melconian se corporice en la actualidad existen varias dificultades porque, tras la experiencia de 2001, el sistema financiero tomó medidas que reforzaron la seguridad bancaria. Pese a la escasez de reservas, las arcas del Banco Central gozan de mejor salud que en ese entonces y hoy los bancos sólo prestan dólares a quienes pueden exportar y generar ingresos en esa moneda. Los llamados "encajes bancarios" obligan a las instituciones financieras a mantener inmovilizado un porcentaje del dinero que depositan los ahorristas en cajas de ahorro o plazos fijos, para poder hacer frente a los retiros de efectivo por parte del público. Con todo, la huella de estas medidas en la memoria colectiva está grabada a fuego. Melconian lo sabe. Sus "brillantes profesores", también.

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