Axel Kicillof hizo esta semana todo lo posible por dejar atrás el capítulo de su interna con Máximo Kirchner. Subido a una campaña de recorridas kilométricas, con tres o cuatro actos por día, mandó silenciar cualquier réplica de su entorno al último episodio de cruces con La Cámpora, desde donde salieron críticas en su contra por haber pedido “componer una nueva canción” en la campaña oficialista. A través de sus voceros habituales, el gobernador le bajó el tono a la pelea y hasta salió públicamente a defender al hijo de la vicepresidenta por el fallo de la Cámara Federal que reabrió la causa Hotesur - Los Sauces. “Basta de perseguir a Cristina y a Maxi”, pidió el miércoles, durante un acto.
A un mes de las elecciones en las que se juega a todo o nada su reelección y con un frente de conflicto interno que anticipa la disputa 2024 por la conducción del kirchnerismo, el gobernador se aferra al manual de estilo propio: el arte de la no confrontación con sus rivales dentro de las filas del kirchnerismo para esquivar las balas. Lo mismo que hizo cuando, después de la derrota del oficialismo en las legislativas 2021, aceptó sin quejas una virtual intervención de su gabinete por parte de Kirchner y los intendentes.
Se repliega sobre el vínculo con Cristina Fernández de Kirchner, con quien habla prácticamente todos los días y a quien ratifica como única conductora, aunque la ausencia en la campaña y en las boletas siembre dudas sobre su futuro rol.
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“Nuestro único movimiento es alrededor de Cristina. Aunque Axel gane, la conducción va a seguir siendo de Cristina”, repiten en el entorno del gobernador para descomprimir la marcha de estos días convulsionados. Después del sacudón por la réplica del líder de La Cámpora y la intendenta Mayra Mendoza en su contra, las tensiones que parecían haber pasado a un segundo plano en la campaña volvieron a quedar expuestas a la vista de todos. Como contó Letra P, la disputa es por quién conducirá al kirchnerismo a partir del año próximo, en lo que algunos ven como el año uno del post cristinismo, especialmente si Sergio Massa no llega a la Casa Rosada, pero, también, aunque lo logre.
“No nos distraemos de la campaña. Nuestro objetivo es consolidar el triunfo de las PASO y ayudar a que Massa entre al ballotage”, repiten en los despachos políticos de la Gobernación, donde se esfuerzan también por despejar suspicacias sobre el vínculo con el grupo de intendentes del conurbano socio de Kirchner. Sobre los jefes comunales sobrevuelan siempre sospechas de movimientos subterráneos para asegurarse la continuidad en los distritos jugando a varias puntas.
“No lo vimos en las PASO y no vemos que esté pasando algo por el estilo”, dicen cerca de Kicillof. Aunque haya suspicacias de las terminales políticas de los jefes comunales con figuras de la oposición, en la Gobernación creen que el escenario de una posible victoria libertaria en primera vuelta alineó a los intendentes. Como dijo Jorge Luis Borges, “no los une el amor, sino el espanto”.
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Señales del futuro
Pero aunque le saque el cuerpo a las tensiones con sus rivales internos, Kicillof empezó por estos días a dar señales sobre el futuro cercano. La primera de todas fue la frase de la discordia, cuando dijo en un acto en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) que era necesario “componer una nueva canción” porque ya “no alcanza con Perón, Evita, Néstor y Cristina”, lo que generó una reacción virulenta de La Cámpora.
El planteo generó no solo los reproches abiertos de dirigentes camporistas. También empezó a generar recelos entre el resto de los actores del kirchnerismo sobre el futuro de Kicillof si es reelecto en octubre. Ante el retroceso del peronismo en muchas provincias del interior, de llegar a un segundo mandato, el gobernador bonaerense quedaría parado como el dirigente kirchnerista más importante, el que concentraría las expectativas de supervivencia si Cristina sale definitivamente de escena.
“No creemos en herederos naturales”, repiten por estos días en los círculos políticos que rodean a Kicillof. La frase sirve para sacarse la presión de encima, pero también como mensaje al titular del PJ bonaerense.
Desde que llegó a la gobernación, Kicillof se esforzó por esquivar cualquier sospecha de estar incubando un “axelismo”. Por caso, en la elección de 2021 y en estos comicios evitó pelear por nombres propios en las listas legislativas, que fueron copadas por Kirchner, La Cámpora y los intendentes. ¿Hasta cuándo se mantendrá con ese libreto?
No son pocos quienes creen que, si como las encuestas parecen predecir, se impone el domingo 22 de octubre y es reelecto, Kicillof estará forzado a empezar a construir un proyecto político propio para asegurar su propia supervivencia. Por ahora no, dicen en la gobernación. Mientras CFK esté activa, aunque en un segundo plano mediático, la única referencia de Kicillof será ella. “Es la que conduce y seguirá conduciendo. El día que se retire -avisan- veremos adónde van los votos”.