En la mesa de Mirtha Legrand, el candidato presidencial de Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, recordó -una vez más- su buen vínculo con el cofundador del cordobesismo, José Manuel de la Sota. Elogió el aporte de la exdiputada y expareja del tres veces gobernador de Córdoba, Adriana Nazario, en la creación del Parque Nacional Miramar de Ansenuza. Fue una puntada certera porque nadie ignora la altísima penetración de la televisión porteña en el sur de la provincia y el antikirchnerismo dominante en ese extremo del mapa.
Esta vez, la réplica no surgió desde el campamento de Juan Schiaretti que, en ese mismo prime time, escuchó la invitación de Massa a Roberto Lavagna, supuestamente en las filas de Hacemos por Nuestro País. Nazario movió rápido y horas después acompañó al gobernador-candidato en una actividad proselitista en su Río Cuarto natal.
Sin que nadie la invitara, se presentó en la sala donde estaba prevista la conferencia de prensa de Schiaretti el lunes por la tarde. Escuchó las respuestas del gobernador que se extendieron por más de una hora y, como es habitual, la batería de críticas a Massa y al oficialismo.
Nazario se abrazó a Schiaretti en el tramo final y dejó en offside a Massa, pero también desequilibró ese muro delasotista que retaba a Schiaretti desde el interior productivo. Fue una jugada calculada: la dirigente peronista piensa más en las elecciones riocuartenses de 2024 que en la suerte del tablero nacional.
Nazario era una de las pocas referencias del cordobesismo que no se había pronunciado públicamente por ninguna de las opciones peronistas que competirán el domingo 22 de octubre. Guardiana del legado delasotista en la capital alterna alimentaba con su silencio un juego confuso que el schiarettismo respetaba, aunque no aprobaba.
Especialmente porque buena parte de la dirigencia delasotista que hizo sus primeras armas en política bajo su madrinazgo -en la agrupación juvenil La Militante nacida en 2011- apoya abiertamente la candidatura de Massa.
Por ejemplo, el intendente de Canals, Edgar Bruno, fue uno de los primeros en cuestionar abiertamente la apuesta nacional de Schiaretti, para sumarse luego al pelotón de intendentes de UP que lidera el villamariense Martín Gill en esa parte del mapa. La legisladora Tania Kyshakevych es otra de las exponente más críticas.
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Hasta la noche del sábado, Nazario venía surfeando con comodidad la división del peronismo en Córdoba, mientras comenzaba a construir su candidatura para la intendencia de Río Cuarto, la única ciudad que elegirá autoridades entre marzo y abril del año que viene. Desde su entorno, nadie pone en duda su cercanía con Massa, pero lo cierto es que su proceso de posicionamiento interno, en lo inmediato, no lo requiere.
La mochila K
El intendente Juan Manuel Llamosas no fijó aún la fecha de elección municipal, pero la carrera por la sucesión ya está en pleno desarrollo. El peronista desalienta la interna y propone el método de la encuesta para encarar la sucesión de una de las ciudades más importantes del interior provincial y bajo dominio del PJ hace dos períodos. Ciertamente Nazario es respetada, pero no la favorita del oficialismo.
Gutierrez Schiaretti y Llamosas Rio Cuarto.jpeg
Llamosas tiene una mayor afinidad con su secretario de Gobierno, Guillermo de Rivas. Cercano al gobernador electo Martín Llaryora cumplió con el protocomo anti-k que desarrolla la vieja guardia del peronista y la camada de la renovación. Aplica un criterio de sentido común: la pampa gringa se identifica con el PJ para la gestión provincial, pero en turnos electorales nacionales manifestó un antikirchnerismo impenetrable con su apoyo a Juntos por el Cambio desde 2015 y recientemente a Javier Milei.
Nazario no quiere que nada sea utilizado en su contra. El gobernador-candidato logró una rápida respuesta a los juegos de Massa (ya lo había hecho con Natalia de la Sota cuando la sentó en primera fila en uno de los primeros actos de relanzamiento de su candidatura); y Nazario puede mantener a raya un perfil político que supuestamente tributará a su propósito municipal en el corto plazo. También, se asegura las posibilidades de apoyo del aparato justicialista, base política insoslayable para alguien que tenga ambiciones reales de poder.