Patricia Bullrich llamó a Horacio Rodríguez Larreta la noche del viernes. “Quiero que seas mi jefe de Gabinete”, le dijo. Es ahora, repite su eslogan la candidata presidencial de Juntos por el Cambio (JxC). Para el perdedor de la interna de la coalición, ese “ahora” debió ocurrir un poco antes.
La sorpresa por la jugada se reflejó en los llamados a primera hora del sábado y se expandieron cuando la dupla oficializó la noticia. Las terceras líneas del larretismo se comunicaron con las segundas. Las segundas, con las primeras. Las fuentes privilegiadas repetían a sus interlocutores que estaban tan sorprendidos como ellos. “Ya sabemos por qué es”, mascullaban por lo bajo.
Como anticipó Letra P el domingo pasado, Larreta y su mesa chica manejaban encuestas poco auspiciosas para la exministra. A la candidata le asiste el derecho de la experiencia para bajarles el pulgar a los sondeos porque, en definitiva, el jefe de Gobierno porteño le ganaba las PASO según esas mediciones y finalmente la derrota terminó siendo casi humillante para el alcalde. En términos directos, el larretismo cree que la convocatoria de su rival para el cargo más expectable dentro de la cuadratura ministerial obedece a un reconocimiento tácito de que el bullrichismo empieza a creer que las posibilidades de quedar fuera del ballotage son ciertas.
En el entorno directo del alcalde confiaron a Letra P que Larreta aceptó porque "no quedaba otra". “Horacio esperaba que esta convocatoria fuera antes, pero ella la pateó”, le reprochan a Bullrich. “Aceptó porque es un hombre de partido. No va a quedar como un traidor porque no lo es”, arriesgaban la definición que exuda puro sentido común.
En el nido halcón sostienen el componente táctico de la jugada. Remarcan que la posibilidad ya había sido sugerida a Larreta días antes. Sobre el momento elegido, señalan que obedece a la necesidad de consolidar el voto de centro ante la contracción que observan de Sergio Massa.
La idea fija
¿En qué andaba Larreta antes de la convocatoria de Bullrich? Nada más y nada menos que en la resurrección del frente de frentes que no pudo consumar antes de las primarias con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. El alcalde amarillo quiere tener incidencia sobre la tropa de gobernadores de la alianza, pero piensa en una vuelta de tuerca con el cordobés. La liga transversal de mandatarios provinciales era su nuevo proyecto. Ahora tendrá que esperar, porque tiene un rol definido en la campaña de Bullrich.
La idea original de Larreta era trabajar inicialmente con aquellos candidatos que ganaron en sus provincias y que mostraron afinidad con las palomas del PRO. Entre otros, el radical jujeño Carlos Sadir; el hombre que quebró el continuum de los hermanos Rodríguez Saá en San Luis, Claudio Poggi; el joven chubutense Ignacio Torres; su par de San Juan, Marcelo Orrego y el santafesino Maximiliano Pullaro, enrolado en Evolución UCR.
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La segunda fase suponía agregar al cordobés Martín Llaryora, que tiene práctica “transversal” con la suma de macristas y radicales a la reversión del cordobesismo que se llamó Hacemos Unidos por Córdoba.
“Aquella idea del frente de frentes hoy tiene más vigencia que nunca”, comparten la mirada en los campamentos del cordobesismo y el larretismo. La reconstrucción de las fuerzas políticas que implicaría un triunfo minarquista aporta el contexto para acelerar nuevas alquimias políticas.
Larreta y Schiaretti oficiarían de articuladores de un espacio propositivo, pero también de contención y empuje en un contexto marcado por la incertidumbre y, por qué no, de acefalía nacional.
“Si Milei hace barbaridades, tenemos que estar preparados por el bien común”, resaltan el objetivo de un armado que anticipa el proceso de reorganización del tablero político nacional.
Esa rosca deberá esperar un poco más. "Una semana como mucho", dicen venenosos larretistas que esperaban el llamado de Bullrich desde algunas semanas antes.