OPINIÓN

¿Una fortaleza inexpugnable? Apuntes para una probable derrota del PRO en la Ciudad

El PRO, la criatura de Mauricio Macri, en peligro. Punto de no retorno. Historia de un armado que se suponía inexpugnable. ¿Qué viene después de Jorge Macri?

En esta nota, escrita al calor de la asunción de las autoridades porteñas electas en octubre de 2023, comentábamos los desafíos que enfrentaba el gobierno de Jorge Macri. Hoy no es una sorpresa para nadie afirmar que el PRO se encuentra en una situación crítica. Asoma lo que podría ser un punto de no retorno en la corta historia del partido de Mauricio Macri, que en menos de dos ciclos electorales pasó de gobernar el país a verse amenazado en su propio terruño, donde ha triunfado en forma ininterrumpida en las elecciones locales desde 2005 ¿Qué cambió tan rápidamente para configurar el escenario actual? ¿Cómo incide en el campo progresista porteño esta situación del partido gobernante?

Del partido dominante a la coalición amplia

Hagamos un poco de historia electoral: Desde 2005 –en plena crisis política post-Cromañón– y hasta 2023, los comicios a la Legislatura porteña fueron ganados por el PRO o por las alianzas encabezadas por el partido amarillo (ver gráfico). Existió incluso una “edad dorada” entre 2009 y 2015, en la que parecía que tan solo el sello bastaba para imponerse a las listas, generalmente atomizadas, de la oposición, incluso sin la presencia de un candidato a jefe de Gobierno que traccionara la boleta. Aun después de la fallida experiencia nacional de Mauricio Macri en el Gobierno, existía la sensación de que en la Ciudad era imposible doblegar al PRO.

En 2015 se produjo un primer punto de inflexión en la estrategia PRO. Ese año, el partido amarillo, amén de encarar su primera y exitosa campaña presidencial, estuvo a un puñado de miles de votos de perder la Ciudad de Buenos Aires en el ajustado ballotage entre Horacio Rodríguez Larreta –ganador de las PASO por la sucesión de Macri frente a Gabriela Michetti– y Martín Lousteau. Para consolidar la posición del oficialismo, Larreta apostó por una progresiva ampliación de la coalición gobernante entre 2017 y 2019, incorporando al sector capitaneado por el radicalismo.

La práctica desaparición del bloque progresista no peronista de la escena electoral porteña se mostró exitosa para engrosar la base de sustentación, tanto electoral como parlamentaria, del gobierno del PRO. Presumiblemente, una porción importante de esos votantes de “sensibilidad progresista” –negados a votar al peronismo, vale sumar– estuvo dispuesta a acompañar a un oficialismo que, sin atacar frontalmente banderas progresistas como la diversidad sexual y de género, ESI o la IVE, desarrollaba una gestión “aceptable”. Bastiones históricamente radicales como el “eje Rivadavia” y el oeste porteño se mantuvieron como puntos de apoyo de la coalición oficialista, con un nivel de voto que no varió sustancialmente.

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Gráfico de elaboración propia con datos oficiales del Tribunal Electoral de la Ciudad de Buenos Aires.

Gráfico de elaboración propia con datos oficiales del Tribunal Electoral de la Ciudad de Buenos Aires.

La implosión de la base de sustentación del oficialismo

A partir de allí, la otrora coalición entre derecha y liberal-progresismo antiperonista que se sustentaba en una gestión aceptable y la no profundización de una agenda reaccionaria comenzó a astillarse. Por un lado, la alianza electoral se había ampliado desde 2021 a sectores abiertamente derechistas, como el partido Republicanos Unidos, y la fórmula para la jefatura de gobierno terminó siendo encabezada por un representante del sector conservador del PRO, más cercano al eje formado por Macri y Patricia Bullrich.

Asimismo, en estos meses de gobierno nacional de la Libertad Avanza (LLA) buscaron acercarse al mileísmo, lo cual, junto con la radicalización discursiva por derecha encarnada en la vicejefa Clara Muzzio, incrementó las tensiones. Los problemas de gestión también hicieron su parte en el desgaste. El leitmotiv del “olor a pis” que lanzara el otrora alcalde porteño Rodríguez Larreta cataliza bien una de las principales críticas a la administración de Jorge Macri: la incapacidad de mantener mínimamente el orden y la limpieza del espacio público en una ciudad con grandes recursos.

Las elecciones de medio término como punto de inflexión

Todo ello decanta en las elecciones de medio término de este domingo, que por primera vez se desarrollarán desacopladas de las nacionales, en un intento por salvar el terruño porteño de la crisis que el PRO atraviesa a nivel nacional, que implicó la expulsión o defección de sus últimos aspirantes a la presidencia y las facciones del partido que los acompañaban. Radicales y socialistas reeditaron Evolución (alianza de 2017) y el larretismo encaró la construcción de un nuevo espacio con Confianza Pública. PRO conformó una alianza con partidos minoritarios de derecha, Buenos Aires Primero, en busca de localizar la elección.

De cara a la jornada electoral, PRO se encuentra en una encrucijada. Con una candidata que ha demostrado no estar a la altura de las necesidades del partido en este momento –apática, poco carismática, desconocida para la mayoría del electorado, sin relación con la política porteña hace casi una década–, el oficialismo apostó a reforzar la marca y la idea de “equipo”, pero no parece haber sido la mejor opción para una gestión que tiene una imagen negativa muy elevada en todos los sondeos de opinión.

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Debate de candidatos a la Legislatura (Defensoría del Pueblo de la Ciudad).

Debate de candidatos a la Legislatura (Defensoría del Pueblo de la Ciudad).

El oficialismo apostó por recuperar la iniciativa con una batería de anuncios efectistas al inicio de la campaña. La unidad imposible con LLA, más el deterioro de la imagen de gestión, la atomización de la oferta electoral del ex Juntos por el Cambio, y la presencia de un panperonismo porteño ordenado plantearon un escenario complejo desde el primer momento.

En una campaña marcada por el desconocimiento y la apatía, el PRO cometió una serie de errores significativos: las apariciones de los primos Macri, la caída de Ficha limpia y la torpeza de Silvia Lospennato en intervenciones televisivas no ayudaron a la estrategia oficial. Mientras el macrismo parece querer pescar en un electorado ya cautivado por LLA, se aleja de aquellos votantes de sensibilidad progresista que han sabido acompañarlos, mientras que proliferan ofertas –como la de Larreta– que buscan cautivarlos.

Una última reflexión, para concluir: la oferta electoral mayoritaria expone una continuidad con la vieja escena política porteña. De confirmarse la conformación de un nuevo mapa político de la ciudad, existe el espacio para la construcción de una opción que cautive en forma más sensata y orgánica al electorado de sensibilidad progresista. Es claro que ni aquellos que hasta hace muy poco acompañaron al macrismo y hoy buscan despegarse muy torpemente, ni quienes contribuyeron desde un rol de oposición laxa pueden ser el eje vertebrador en este proceso porque todos, en definitiva, forman parte del ciclo cerrado con la implosión de las coaliciones en 2023 y sus grandes déficits de gobierno. Se necesita movilizar a nuevos votantes con nuevas ideas y formas de construcción. 2027 está a la vuelta de la esquina.

Mauricio Macri en el cierre de Silvia Lospennato. 
La conformación de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires hasta antes del 10-D del 2025

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