El sentido común ignorado: radiografía de una derrota de La Libertad Avanza en Buenos Aires
Mecanismos psicológicos, intereses cruzados y falacias deforman la interpretación de un escenario desfavorable para Javier Milei en la provincia clave.
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha intentado prever el futuro y anticipar los acontecimientos que marcarán su destino. Sin embargo, la historia nos recuerda constantemente la imposibilidad de tal empresa. Lo sabemos: nadie posee el oráculo, nadie tiene la bola de cristal.
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Quien escribe estas líneas, por supuesto, no es una excepción. Sabemos que la realidad siempre puede sorprendernos, que los "cisnes negros" acechan a la vuelta de la esquina, y que cualquier categoría de análisis o aproximación empírica puede fallar, como bien señaban tanto el erudito Nassim Taleb como el mismísimo Tusam (¡Ojo que puede fallar!)
Aclaramos, entonces, que lo que sigue no pretende ser una sentencia incontrovertible de lo que sucederá. Nada más lejos del espíritu de este analista. No obstante, esta advertencia no impide bosquejar un análisis racional y probabilístico, basado en la información disponible y en el sentido común. Con esta perspectiva, invitamos al lector a adentrarse en las siguientes reflexiones.
En el laberinto de la política argentina, a menudo se pierden de vista las verdades más evidentes. En las próximas elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, una fuerza política se enfrenta a un destino que, aunque previsible, muchos se resisten a reconocer: una derrota contundente. Este artículo explora las razones detrás de esta negación del sentido común, analizando las falacias del establishment político y las dinámicas psicológicas subyacentes en el análisis electoral.
El análisis político frente a la evidencia
En “Defensa del Sentido Común y Otros Ensayos", George Moore criticaba a aquellos filósofos que, en su afán de abstracción, negaban la realidad más palpable. Hoy, observamos una situación similar en el análisis político argentino, específicamente en la reticencia a considerar la probable derrota de La Libertad Avanza.
Convengamos que, desde su revés electoral del 7 de setiembre, el partido de Javier Milei ha tropezado con una serie de obstáculos. El escándalo de José Luis Espert, su candidato, vinculado a financiamiento ilícito, generó un impacto negativo considerable. A esto se sumó la ambigua promesa de apoyo de Estados Unidos, un acercamiento que aún no terminó de comprenderse y/o consumarse de manera plena; oscilando, en cambio, entre la promesa fantástica, la realidad módica y una incertidumbre inmanente que, además, despierta suspicacias múltiples de un electorado endémicamente desconfiado.
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La Iglesia, José Luis Espert y el poder bajo sospecha
No obstante, a pesar de este cúmulo de adversidades, y de aquella derrota previa por casi 14 puntos en la provincia, el establishment político se muestra sorprendentemente cauteloso. Encuestadores, periodistas e incluso opositores parecen evitar asumir lo que el sentido común dicta: La Libertad Avanza se dirige hacia una derrota aún mayor. Esta negación de la evidencia merece ser analizada. ¿Cuál es la razón eficiente tras la resistencia a considerar las consecuencias lógicas de un cúmulo de hechos?
Falacias en el análisis político: deseos, fantasías y racionalizaciones
La reticencia a pensar una posible derrota de La Libertad Avanza acaso se basa en una serie de falacias que distorsionan la percepción de lo real:
Confundir el deseo con la realidad. Algunos sectores políticos desean que La Libertad Avanza gane. Y esto, ya lo sabemos, suele propiciar la falacia quimérica: confundir un mero deseo con una probabilidad real de victoria.
La fantasía del poderoso. A pesar de los sucesivos traspiés, aún se sigue atribuyendo un poder desmedido a Milei, probablemente debido a la imagen de invulnerabilidad construida y apalancada por periodistas y encuestadores afines, que aportan números holgados o que gritan fuerte.
Racionalización falaz sobre los votantes de Milei. Uno de los leitmotivs argumentales que más se repite como mantra acrítico, reza así: “Los votantes de Milei no fueron a votar en septiembre, pero ahora sí lo harán movidos por 'el olor al horror kuka'”. Aunque tal sentencia pueda resultar legitima a modo de hipótesis de trabajo, el problema es que actúa como certeza cuasi apodíctica, sin evaluar otras posibilidades explicativas de similar calibre o plausibilidad.
Falacia de sustantivar un proceso. Quizás dicha aseveración se apoye en otra falacia estructural típica del análisis político acrítico: conferir entidad sustantiva a lo que puede haber sido un mero tránsito. En efecto, asumir que la totalidad de quienes votaron al libertario en 2023 son inherentemente "votantes de Milei", implica desconsiderar la posibilidad de una caracterización más simple: podrían ser ciudadanos que votaron transitoriamente al candidato de LLA hace menos de dos años, pero que ahora, quizás desilusionados de su anterior decisión, podrían, sencillamente, cambiar su voto.
La falacia de la analogía del “Sí se puede” de Mauricio Macri
Se argumenta que Milei podría repetir la hazaña de Mauricio Macri en 2019, achicando la diferencia en las elecciones generales. Sin embargo, esta analogía es falaz en la medida en que las diferencias sustanciales superan a las similitudes accesorias.
A diferencia del Macri post-PASO de 2019, el Milei 2025 ha cometido una seguidilla de errores públicos que han erosionado su imagen.
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Adicionalmente, aunque pueda parecer un hecho menor, su "puesta en escena" en el recital del Movistar Arena se reveló contraproducente para un vasto sector de la sociedad argentina. Por último, mientras Macri aún convocaba multitudes en marchas icónicas, Milei solo enfrenta cuestionamientos y hostilidades en cada acto público en que incursiona.
El silencio de los corderos: dinámicas psicológicas en el análisis electoral
Para ir concluyendo, ¿por qué los encuestadores y analistas políticos no están reflejando la magnitud de la posible derrota de La Libertad Avanza? Varias dinámicas psicológicas podrían estar en juego:
Miedo a un posible escarnio mediático, libertario o del propio Milei.Muchos encuestadores temen equivocarse y ser luego “lapidados” públicamente por el Presidente, lo que los lleva a ser más conservadores en sus predicciones.
Espiral de silencio y tendencia a la centralidad de los juicios. El silencio de los encuestadores y analistas otrora audaces genera un "espiral de silencio", donde la cautela se convierte en la norma.
Efecto de conformidad grupal (experimento de Salomon Asch y "groupthink”, donde la influencia del consenso grupal pulveriza las opiniones individuales). El peso de la opinión grupal y la fantasía de invulnerabilidad de Milei, de su entorno y de su círculo áulico de adláteres, influye sobre analistas políticos y encuestadores, generando dudas sobre sus propias percepciones.
Ausencia de un "líder" que rompa el silencio. Nadie se anima a ser el primero en publicar números negativos para Milei, lo que perpetúa la cautela generalizada.
Datos + sentido común: la explicación y predicción de una derrota inevitable
La cautela de los analistas políticos resulta injustificada y violatoria del sentido común. Tanto los datos de encuestas (que, aunque no se revelan aquí, apuntan a una derrota aún mayor) como la teoría (el sentido común) indican que La Libertad Avanza se dirige hacia un resultado adverso en las próximas elecciones legislativas.
Corolario final: acaso ya es hora de que el establishment político deje de lado sus deseos y fantasías, para permitirse asimilar la cruda realidad que se avecina.