Este medio analizó días atrás los riesgos de la política de atraso cambiario que promueve deliberadamente un gobierno curioso, a la vez libertario y ultraintervencionista. La misma, se dijo, podría estrolar de la noche a la mañana –en ciertas condiciones– el piramidal carry trade contra el muro de un eventual shock externo. La novedad es que los aspirantes a cisne negro del exterior comienzan a hacer fila. Uno, a definirse desde el 20 de enero próximo, es la asunción de Donald Trump.
El magnate y presidente electo de los Estados Unidos viene con un arsenal de aranceles punitivos bajo el brazo contra China y hasta con socios comerciales privilegiados como México y Canadá. Al primero acaba de prometerle un 10% para empezar, a la espera de que ponga fin, dijo, al tráfico de drogas. A los otros dos, uno de 25% para que pongan fin a ese flagelo y a lo que constituye su tema más sentido: la inmigración ilegal.
De concretarse, eso impactaría sobre los precios en la principal potencia económica del mundo, obligaría a la Reserva Federal a aumentar su tasa básica de interés y podría desencadenar una huida de capitales financieros de la periferia al centro. ¿Adiós al superpeso, a la desinflación y a la popularidad del presidente Javier Milei? Es demasiado aventurado aseverarlo por ahora.
Brasil, un asunto real
Más concreta es la fuerte devaluación del real, la moneda del principal socio comercial de la Argentina. Esto, sumado a la apreciación brutal del peso, amenaza con deteriorar en detrimento de nuestro país el intercambio con Brasil de bienes y servicios como los turísticos.
El real llegó a caer este jueves por debajo de las seis unidades por dólar, redondeando una depreciación de 3,6% en la última semana, 5% en el último mes y 23% en el último año. Un plan de ajuste del gasto público esperado por el mercado y anunciado por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que decepcionó a los traders por su modesto alcance, profundizó una tendencia que viene de largo de la mano de un empeoramiento de las cuentas fiscales brasileñas.
Como contrapartida, el peso no deja de apreciarse. Mientras la inflación acumulada desde enero ronda el 110%, la evolución del tipo de cambio oficial fue del 24% y la del paralelo "contado con liquidación", de apenas 14%… Eso supone una revaluación de la moneda nacional del 85 al 95%, aproximadamente y según el caso, en términos reales.
Claro, la brecha cambiaria se comprime, la inflación baja y los salarios rinden –muy discretamente– algo más, pero el modo en que el país deteriora su competitividad es impactante.
¿Adiós al Mercosur? ¿Qué locura es esa?
Milei debe viajar la semana próxima a Montevideo para participar el viernes 6 de diciembre de la cumbre de presidentes del Mercosur. Llegará con la idea de darles un ultimátum a sus pares: o el bloque permite a cada país encarar negociaciones de tratados de libre comercio individualmente o la Argentina abandonaría el bloque.
Así lo informaron Infobae, La Nación, Clarín y otros medios. Consultas realizadas por este medio arrojaron que la idea circula en Presidencia y que el Ministerio de Economía es por el momento ajeno a la misma.
unnamed.jpg
Se puso la gorra. Toto Caputo, en modo MAGA.
El objetivo sería liberarse de la obligación de negociar en conjunto cualquier acuerdo comercial para, cumpliendo con las condiciones del tratado que vincula a Estados Unidos, México y Canadá, ingresar al mismo. Milei no parece registrar que las amenazas arancelarias de Trump están poniendo ese esquema en una severa crisis.
La iniciativa parece quijotesca. Por un lado, porque la denuncia del Tratado de Asunción debería pasar por el Congreso y es poco probable que este acepte semejante desatino. Por el otro, porque daría por tierra con importantísimos intereses empresariales que encuentran en el bloque, y más específicamente en Brasil, mercados irremplazables para sus productos.
¿Se tratará de una bravata, del contrato de otro papelón diplomático y no más que de eso?
Por una vez, un desatino sin viabilidad parecería una buena noticia en la Argentina desgobernada por la ultraderecha.