NOVENA SECCIÓN

Todo sigue igual (de mal)

LA PLATA (Corresponsalía Buenos Aires) ¿Es posible que el fusilamiento fallido de Cristina Kirchner no mueva el amperímetro de la política? ¿Es posible que el doble gatilleo de Sabag Montiel en la cara de la vicepresidenta transmitido en vivo y repetido en loop desde hace días no se convierta en una bisagra? ¿Es posible que la política, el modo de ejercerla que tienen algunos políticos y algunas políticas, siga su curso inalterable pese al infierno frente al cual quedó parada la sociedad argentina? ¿Puede este magnicidio no concretado pasar de largo como tren en pueblo chico?

 

Sí, a todo.

 

Los indicios para el mal augurio que conllevan esta columna surgen de conversaciones mantenidas hasta este domingo con dirigentes de todos los espacios y de responsabilidades disímiles, desde intendentes y legisladores hasta referentes sociales. La distancia temporal con el hecho del jueves, que reduce la espuma de la conmoción y da lugar a la reflexión, agrava la falta de autocrítica que, raras excepciones, cruza a todas las personas consultadas.

 

Ahí está el huevo, no lo pise. En la intransigencia, en la verdad absoluta, nunca relativa, a la que se abrazan todos y todas -digamos casi, aunque más no sea para oxigenar un poco, para dejar un resquicio a la esperanza de que algo cambie-. Porque parece demasiado naif pensar que el suceso brutal de Juncal y Uruguay haya salido de un repollo, no tenga punto de conexión con la grieta que por convicción, conveniencia, estrategia, especulación o torpeza alimenta el universo de los actores de la política, incluidos los medios -el periodismo- que multiplican el ejercicio del odio.

 

Es cierto que la dirigencia de Buenos Aires y la que intenta hacer pie en este distrito del que se ocupa Novena Sección juega la partida por el poder con un nivel menor de beligerancia. Lo dice el oficialismo y su principal figura institucional, el gobernador, que pone a salvo a la oposición bonaerense, y lo dicen también quienes se ubican en la otra tribuna, que reconocen en quienes tienen enfrente un nivel de diálogo inusitado en las grandes ligas. Pero -siempre un pero- nadie se hace cargo siquiera de una cuota de responsabilidad sobre la marcha degradante del ejercicio de la política que, factores externos al margen, desde hace años se traduce en el deterioro de las condiciones de vida de la población.

 

“El hecho es completamente repudiable”, dice la dirigencia de Juntos por el Cambio, a excepción de las Bullrich, las Granata, para quienes esa obviedad no es tal. Pero afirma también que “no es consecuencia de la grieta”, que el intento de homicidio “no cambia nada” y que “no es parte de la discusión con la oposición”, sino, simplemente, un hecho que debe investigar y esclarecer la Justicia. Nos quieren hacer hablar del hecho… hablemos de los problemas de quienes viven en la provincia, de la inflación, de la falta de obras, del 40% de pobreza, refriegan en despachos ejecutivos y legislativos. Cómo no hablar del hecho, sus implicancias y las responsabilidades, aunque la bala no haya salido...

 

Denuncia, la oposición amarilla, un aprovechamiento político del atentado con “oportunismo y cinismo” por parte del oficialismo; “como si el kirchnerismo fuera moderado”, chicanea. Y manda revisar “la violencia que engendra la gestión” errática del gobierno que, ahora, después de repetir hasta el hartazgo que el déficit no explica la inflación, aplica, con banca del kirchnerismo que mira para otro lado, un “recorte brutal”. Ajuste suena a macrismo, desenfundan el latiguillo del otro lado.

 

“Lo que ocurrió va a sumar sensatez”, se entusiasma un peronista de diálogo con todos y terminal en lo más alto del poder central, pero encadena las bolsas mortuorias, el excremento, las antorchas, los piedrazos, las horcas para Cristina y el tachín tachín de “los medios de la derecha” y el “periodismo militante” para explicar el contexto en el que emerge Sabag Montiel. Otro dirigente, del PJ tradicional y solo aliado por necesidad y urgencia a los designios K en la provincia, repite la fórmula, pero se mete en el bolsillo las críticas que hasta no hace tanto vertía contra “las formas” de un kirchnerismo que se iba a “llevar puesto a Todos”.

 

Mientras tanto, sigue su curso la campaña para el partido grande de 2023 que -da risa- toda la política niega públicamente mientras gasta toneladas de caucho deambulando por territorios ajenos (extraño acuerdo tácito de la dirigencia ese de negar el término “campaña”, reemplazado por la expresión “ocuparse de los problemas de la gente”, mientras inunda las redes sociales con selfis).

 

El atentado a CFK ya es parte de la campaña y toda la dirigencia está enroscada en el análisis de cómo impacta en el proceso: el peronismo, subido a la épica que le dieron el hecho en sí mismo y, fundamentalmente, la demostración de fuerza del viernes, cuando la militancia reventó Plaza de Mayo. Son inocultables los esfuerzos discursivos de dirigentes frentetodistas del conurbano -desde quienes tienen responsabilidad de gestión hasta territoriales con anclaje en organizaciones sociales- por destacar el poder de movilización que tuvieron.

 

La oposición aprovecha para denunciar oportunismo y destacar lo conveniente que hubiera sido una convocatoria ampliada, con expresidentes y dirigentes de todos los colores políticos, aunque no pudo -no quiso- siquiera cerrar filas en el Congreso, donde, después de una larga negociación con el oficialismo para encuadrar un texto que no le quedara incómodo, volvió a mostrar la grieta interna. Ni el espanto pudo unirla.

 

Dicen, a un lado y otro de la grieta, que este lunes no pasará lo mismo en la Legislatura de Buenos Aires, donde desde todas las bancas apuestan a blandir la bandera de la sensatez en la sesión especial convocada para repudiar los hechos. Quedan dudas con sectores de la oposición más radicalizados, como el vinculado al halcón Bullrich, que en sesiones pasadas desataron un escándalo al mostrar una imagen de la vicepresidenta con traje de presidiaria, en días de agite acelerado tras el pedido de prisión para CFK en el marco de la causa denominada Vialidad.

 

En la oposición hay quienes critican el feriado dispuesto, aunque reconocen que les hubiera resultado “chocante” que la vida continuara como si nada al día siguiente del atentado.

 

Haciendo equilibrio junto al jefe de Gobierno porteño, que busca pararse en un punto equidistante del macrismo ultra y el kirchnerismo, o jugada a un extremo, la dirigencia bonaerense del PRO trabaja para atemperar los beneficios que pudiera acarrearle al peronismo unido la beatificación en vida de CFK. Otro sector de la oposición juega más que nunca al centrocampismo que vende el neurólogo de Empatía. Mientras, en el Frente de Todos dibujan escenarios. Según las tribus: ahora más que nunca, Cristina candidata a presidenta; Cristina al Senado, seis años más. Interna Wado – Massa. Hay, sí, coincidencia total en una cosa: Kicillof, candidato único cantado en la provincia, aunque arriba haya interna.

 

La imagen del cañón de la Bersa calibre 32 rozando el pómulo de la dirigente alrededor de la cual orbita la política argentina desde hace casi dos décadas podría quedar, simplemente, en un ingrediente central de campaña. Eso implicaría seguir habitando el zaguán del infierno. La política y la sociedad no lo permitan.

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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