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Cristina y Horacio, como dos extraños aliados

Con sus vallas, Larreta le armó a CFK el santuario de Juncal y Uruguay. Ahora, la vice devuelve gentilezas y le construye al alcalde la épica de la autonomía.

"Larreta le armó a Cristina un 17 de Octubre anticipado", tituló Sebastián Iñurrieta la nota que escribió en Letra P el sábado de superacción que construyó el intendente porteño cuando, con sus vallas, le armó a la vicepresidenta una prisión simbólica que terminó de activar las fibras peronistas -esas que están marcadas por la historia de cárceles y proscripciones- que habían sido irritadas por el fiscal Diego Luciani. Menos de 72 horas después de la batalla de la Recoleta, golpeado por los palos fuertes que le llegaron desde los nidos de halcones del PRO por haber negociado con el enemigo la anulación de la perimetral, el jefe de Gobierno recibe la devolución de gentilezas: cebada por el aguante de sus tropas legislativas, Fernández de Kirchner llamó a revisar ese temita de la autonomía porteña y le abrió al alcalde una ventana para mantener las hostilidades en campo propio.

 

"Tenemos que repensar un poco el tema de esta bendita Ciudad de Buenos Aires, que es la capital de todos los argentinos. De repente, una policía política se ha apoderado de la seguridad de las calles. Esto debe ser replanteado", provocó Cristina este miércoles ante las tres bancadas oficialistas del Congreso.

 

No bombardeen Buenos Aires, reaccionó rápidamente Larreta, excitado por su sentido de la oportunidad. "Quiere quedarse por la fuerza con el manejo de la Ciudad", acusó y avisó, la vista al frente y el mentón apenas levantado: "No lo vamos a permitir. Vamos a defender a los porteños y a los millones de argentinos que viven, transitan, trabajan o nos visitan. La Constitución es muy clara: Ciudad AUTÓNOMA de Buenos Aires". Que nosotros también tenemos nuestras épicas.

 

El litigio entre el kirchnerismo y el macrismo por las competencias de la Ciudad es un clásico. Fueron, de hecho, eje de la queja permanente de Mauricio Macri, en su tiempo de intendente, contra la CFK presidenta. Él pedía la Policía, entre otras cosas, y ella no se la daba.

 

El ciclo 2015-2019, con Macri en la Casa Rosada y Larreta en la Jefatura de Gobierno porteño, fueron años dorados para el PRO, un festival de traspasos de fierros y recursos de la Nación a la Ciudad, pero todo concluye al fin, todo tiene un final. Con el regreso del peronismo a Balcarce 50, volvieron las hostilidades cuando Alberto Fernández le manoteó a su amigo Horacio parte de lo que Macri le había dado, justamente, por el traspaso de las funciones de seguridad.

 

Cristina le cargó a Larreta un arma en cuyo manejo el porteño se ha hecho experto. Lo hizo en el anochecer de un día agitado para el intendente, que no había podido probar bocado en el almuerzo que la cúpula PRO había celebrado en la Costanera: había tenido la boca llena de palabras fuertes en una refriega de alto voltaje con Patricia Bullrich, rival interna de pico filoso en la carrera por la candidatura presidencial del PRO.

 

¿Podrá capitalizar, el presidenciable, el bombardeo cristinista sobre su fuerte capitalino?

 

¿Podrá, como hizo ella con el peronismo, alinear a las tribus cambiemistas detrás de su figura y asomar la cabeza por encima de sus rivales de adentro?

 

¿Cantará, Juntos por el Cambio, si nos tocan la autonomía, qué quilombo se va a armar?

 

Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación.
El gobierno de Gustavo Petro echó a diplomáticos argentinos de Colombia.

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