Con una asamblea legislativa ad-hoc, Sergio Tomás Massa preparó el terreno para ser ungido como algo más que un superministro: candidato del peronismo en 2023. Cuando este miércoles, a las 17, Alberto Fernández le tome juramento, el exdiputado asumirá, con la venia de sus socios todistas, la última esperanza del oficialismo. Se transformará en una suerte de presidente sin sillón de Rivadavia que liberará al jefe de Estado en ejercicio de las presiones políticas y económicas y desviará la atención gestual que pesa sobre Cristina Fernández de Kirchner. Al menos, a eso aspira: a ganar el centro de la escena.
La primavera M, que calmó la crisis financiera, chocó este martes y chocaba este miércoles con algunas nubes amenazantes. Por ahora, no hay motivos de alarma, porque incluso esta jornada pasará sin conflictos fuertes debido a que las medidas esperadas recién llegarán en la conferencia de prensa que Massa brindará luego de su jura, cuando los mercados estén en stand by. Así, la tensión se trasladará al inicio de la siguiente rueda, donde puede haber “otro jueves cobarde” que podría alterar a las finanzas imitando a un “re sostenido mayor” económico si los anuncios se quedaran cortos o llegaran con más de lo mismo.
Ese atisbo de inquietud se mostró este martes, cuando hubo volatilidad en la city y los dólares financieros repuntaron hasta 2% y el blue volvió a mostrarse pujante, con una cotización nueve pesos por encima del lunes. Si bien es cierto que el efecto Massa desinfló el pánico de la era Batakis, el mercado se guardó un mensaje entrelíneas para el designado superministro.
La obsesión por juntar dólares para las reservas del Banco Central hizo que Massa convocara a sus superamigos para convencer a los exportadores que exporten, así de sencillo. Con una pata en cada sector, les envió el mensaje de amistad y respeto mutuo. No sorprendió el arribo de José Ignacio De Mendiguren a Producción, un industrialista de la UIA anti-Techint, ni el de Matías Tombolini a Comercio, un porteño de ley que seduce a empresarios con exposiciones mediáticas.
Lo que pareció patear las tranqueras fue la designación de Juan José Bahilo, un tambero entrerriano que responde al gobernador Gustavo Bordet y cuya designación entusiasmó a la Liga de las Provincias. Como cuentan Rodrigo Bonazzola y Exequiel Flester en Letra P, el perfil campo-friendly también encajó como anillo al dedo.
Danza de medidas
Mientras Ámbito Financiero señala que el mercado espera que las primeras medidas de Massa apunten a controlar el gasto público, otros medios despliegan un abanico de opciones para los anuncios: orden fiscal, el fortalecimiento de las reservas y los incentivos, según Infobae; ratificación del programa con el FMI, con mayor recorte de subsidios y una “revisión” de los planes sociales, dice La Nación; un dólar más alto para que el campo liquide y un canje voluntario para descomprimir los vencimientos de leliqs del Banco Central, se juega Clarín; y reforzar la caja de dólares y palear los efectos de la inflación en los ingresos, avizora Página 12.
Mientras tanto, este martes se sucedieron cumbres para desenrollar la maraña energética. Desde el entorno de Massa dejaron claro que la pelea por quedarse con la raviolera entera, incluida la Secretaría de Energía, se había desatado. Desde La Cámpora admitían que se estaba “definiendo” el futuro del sector que encabeza el neuquino Darío Martínez, pero que comanda el cristinista Federico Basualdo. Es la última batalla, la misma que desembocó en la salida de Martín Guzmán, deseada tanto por CFK como por el designado superministro.
Un recorte en los subsidios, que Massa tiene en carpeta anunciar, podría causar un nuevo aumento de precios de la luz y el gas. Si avanzara, la salida del camporismo energético será impulsada por la propia CFK, que podrá admitir la necesidad de retoques en la gestión, pero no quiere llevarse a cuestas el costo político de un tarifazo.
Justo con su llegada, el designado ministro de Economía, Producción y Agricultura tendrá aplicado el descuento de los subsidios al transporte, que le permitirá un ahorro de 7.000 millones de pesos, gracias a un aumento en la región metropolitana bonaerense del 40%, pero Massa deberá enfrentar el fantasma de la recesión por enfriamiento de la economía que ya impactó en la actividad, estancada desde mayo, debido a la falta de dólares, con las posteriores restricciones a las importaciones, y la inestabilidad financiera.
Comienza la función. La película que completa la saga está en la pantalla ¿Habrá final feliz?