No se veían desde el 3 de junio, cuando compartieron escenario de ocasión por los cien años de YPF, pero a solas recién lograron hablar por teléfono este domingo para destrabar la crisis desatada por la renuncia de Martín Guzmán. Unas 24 horas después, este lunes, Cristina Fernández de Kirchner volvió a la Quinta de Olivos para cenar con el presidente Alberto Fernández. Era un reencuentro por el que venía presionando la recién formada Liga de las provincias, junto a intendentes y dirigentes del peronismo: la necesidad de una foto para llevar tranquilidad en medio del terremoto del fin de semana por la tempestuosa despedida del funcionario más defendido por el jefe de Estado.
Más allá de limar asperezas, de esta cumbre pueden salir nuevas directrices para el futuro de la administración frentetodista. Hace un mes, la vicepresidenta le reclamó ante el auditorio: "Te pido que uses la lapicera, Alberto". Fue el inicio de una tregua que duró poco y fue reemplazada por un culebrón por capítulos. Después de quejarse en ese evento por una licitación que benefició al grupo Techint, todo derivó en la abrupta expulsión de Matías Kulfas del Ministerio de Producción por el offgate y la llegada de Daniel Scioli al gabinete para despabilar una administración atravesada por las internas del Frente de Todos. Poco volvió a mantenerse la pax armada.
Fue otra renuncia, en este caso posterior, la que volvió a acercar a los excompañeros de fórmula: la dimisión, este sábado, de Guzmán, en vivo mientras hablaba la vicepresidenta en Ensenada, en un nuevo stand up con burlas y quejas al Presidente. Siendo el que encabezaba la lista cristinista de los "funcionarios que no funcionan", el ministro de Economía fue sostenido por Fernández hasta el último minuto.
Fernández confiaba en que el rumbo económico fijado podría darle resultados en un par de meses. Por eso, le fijó un ultimátum a Guzmán. La abrupta vacante, avisada un par de horas antes de difundir la dimisión, abrió una disyuntiva presidencial: mientras el socio frentetodista Sergio Massa presionaba por una reforma estructural del Gobierno, el jefe de Estado pretendía solo nombrar un reemplazo al renunciante.
Durante un frenético domingo, como fue relatando minuto a minuto Letra P, la idea de la mudanza del titular de Diputados a la Jefatura de Gabinete fue perdiendo fuerza. El tigrense, dicen en sus pagos, pretendía controlar Economía, la AFIP y el Banco Central. El albertismo que estuvo en Olivos sostiene que no eran tantas las exigencias del ministro coordinador de la época de Cristina Kirchner.
Después del llamado celestino de Estela de Carlotto, a las 17 como ella misma reveló en C5N, recién a las 19.30 Fernández le envío un mensaje que demoró hasta el último segundo a la vicepresidenta. En ese momento, el titular del Central, Miguel Ángel Pesce, otro de los que estaban en la mira cristinista, temía que debiera decretar un feriado bancario para este lunes y fue quien aportó el nombre de la que finalmente fue la elegida: Silvina Batakis.
¿Qué pasó en el medio, entre que Fernández aceptaba la opción de cirugía mayor de Massa y el éxito del Presidente para colar su retoque menor del gabinete? En el Gobierno no lo cuentan: dicen que habrá salido de la conversación a solas que mantuvieron Fernández y CFK durante una hora.
De esa charla privada, con sólo dos testigos ya que el mandatario pidió que lo dejaran solo, lo único que circuló en algunos ministerios fue que la vicepresidenta habría demandado la salida del Movimiento Evita del Gobierno, después de su pelea con la organización que respalda al albertismo en su pelea por el control del reparto de los planes sociales. "No hubo orden de nada", negaron una inminente expulsión masiva en algunos ministerios que integran dirigentes del espacio de Emilio Pérsico. Por caso, a la asunción de Batakis fueron a la Casa Rosada referentes del Evita como Leonardo Grosso y Fernando Navarro.