El nuevo gabinete

Batakis, la solución salomónika

Entre Cristina y Massa, Fernández se decantó por volver a hablar con la vicepresidenta. El rol celestino de Estela de Carlotto. El futuro del Frente, incierto.

Cerca de las 17, cuando el país era un hervidero de versiones, Alberto Fernández recibió un llamado: era Estela de Carlotto. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, según contó ella misma en C5N, le pidió al Presidente que llamara a la vice, con quien el jefe de Estado no cruzaba palabra desde los cien años de YPF, aquel escenario que selló una tregua que duró apenas horas. Igual, el mandatario se tomó hasta las 20 para cumplir los deseos de la referente de los Derechos Humanos: levantó el teléfono y Cristina Fernández de Kirchner contestó. 

 

En el medio, la Liga de las Provincias y los intendentes del peronismo habían empezado a urdir un "Operativo Teléfono". Antes, incluso revelado por Carlotto, Fernández llamó a CFK, según contó en la misma entrevista televisiva, pero ella no lo atendió. Al menos esa esa la versión presidencial. Al final, la novela terminó como en plena conmoción, en la tarde del sábado de la abrupta renuncia de Martín Guzmán, había pedido uno de los pocos frentetodistas que quedan por ahí, el diputado Eduardo Valdés, de los pocos dirigentes que pueden visitar a ambos: deseaba que la sucesión se resolviera entre los excompañeros de fórmula 2019 de un Frente de Todos que hoy está partido. 

 

En el medio, hasta que Cristina Kirchner avalara, por la noche, el nombre de Silvina Batakis, de pasado sciolista pero respetada por Eduardo de Pedro , con quien trabajaba en el Ministerio del Interior, las opciones se multiplicaban con el correr de las horas inciertas. La mayoría de las verosímiles, igual, respondía a una única universidad de pensamiento: la del Frente Renovador. En esa línea, para la vacante sonaron desde Martín Redrado, reencontrado con la vice en el último tiempo después de su bestseller Sin Reservas; pasando por Marco Lavagna, actual titular del INDEC, el exministro Miguel Peirano y hasta el mismísimo fundador del espacio.  

 

La excusa familiar del sábado por la noche de Sergio Massa para evitar ir a Olivos fue apenas el prólogo de un domingo de idas y vueltas, literal. El titular de Diputados no fue a desayunar con el Presidente y mandó a decir que iría recién al mediodía. Después de tres horas, se fue de la residencia oficial por una puerta lejos de las miradas de la guardia periodística, directo a Avenida Del Libertador rumbo a Tigre. Allí meditó con parte de su equipo. A esa altura de la rosca, desde la Casa Rosada dejaban trascender que sus exigencias para saltar del Congreso al Gabinete eran demasiadas. No cayó bien la filtración, pero Igual volvió a la Quinta por la tarde. 

 

Las opciones del menú para sobrellevar la crisis eran variadas. Implicaban desde un regreso de Massa a la Jefatura de Gabinete, que no es novedad en el mundo de los rumores, hasta que él mismo fuera el reemplazo de Guzmán.

 

Fernández quería ocupar un solo casillero y evitar una reconfiguración general de su Gobierno, una disyuntiva que retrató Letra P. Aprendió de Néstor Kirchner que de los laberintos se sale por arriba. 

 

La forma de hacerlo fue retomar el contacto con Cristina Kirchner, sorteando a Massa, que esta vez no ofició de celestino: ese rol lo cumplió Carlotto, con éxito. En privado, en el entorno de ambos, repiten que suelen desconfiar de ciertas jugadas del tigrense. Salomónico, el Presidente consiguió su objetivo de anunciar, por ahora, apenas un cambio de figuritas en Hacienda, a cambio de negociar con la vice la selección, y así esquivar, una vez más, un rediseño completo de su gabinete, que demandaría nuevos equilibrios de poder. 

 

Ante una conferencia de prensa nocturna que fue suspendida, como muestra del caos reinante, llegó la celebración interna en redes sociales de la llegada de Batakis. Uno de los más efusivos fue Miguel Ángel Pesce. Apuntado por la vicepresidenta por el "festival de importaciones", el titular del Banco Central era un número puesto para irse con un retoque generalizado. Junto a Claudio Moroni (ministro de Trabajo), son los únicos sobrevivientes del equipo económico albertista original. Fue otro de los que esperaba la entronización de un sucesor ya que, de lo contrario, hubiera pesado sobre su lapicera decretar un feriado bancario el lunes. 

 

A puertas cerradas y recientemente en público, la expresidenta se ha jactado de haber sido "generosa" con el armado del elenco ministerial albertista en 2019. Con una administración que este domingo quedó al filo, resta ver si cumple el siguiente deseo del frentetodismo: una foto con el Presidente.

 

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