Alejada de la Iglesia hace años, Cristina Fernández de Kirchner sorprendió al desatar la guerra por los planes sociales con la añeja proclama eclesiástica por un cambio de paradigma en el manejo y distribución de la ayuda, dividiendo aún más a la coalición gobernante y poniendo a la defensiva a las organizaciones populares que salen a cortar las calles para demandar más presupuesto para los programas asistenciales.
Las voces referenciales de los credos, en tanto, toman distancia de una puja política a la que definen en “modo campaña”, mientras cuestionan que no se priorice la atención de las urgencias de casi cinco de cada diez argentinos y exhortan a dialogar y consensuar. “No se aguanta más. No podemos seguir viviendo de crisis en crisis. Trabajo, educación y un esquema de contención social limpio, son clave para salir”, dijo a Letra P una fuente del evangelismo.
La polémica desatada en el oficialismo, y también en la oposición, por la redefinición del modelo de ayuda social vigente y sus alternativas, será motivo de discusión este fin de semana en el marco de la Semana Social de Mar del Plata. Allí la Iglesia convocó a dirigentes de diversos sectores a reflexionar sobre distribución de la riqueza, agricultura familiar, el proyecto “vuelta al campo” y dignidad del trabajo.
Esta prédica de los obispos católicos, autores intelectuales del Plan Jefes y Jefas de Hogares que se engendró en plena crisis 2002 tras la caída de Fernando de la Rúa, no es nueva. Apenas dos años después de su instrumentación en el marco de la Mesa del Diálogo Argentino, desde la Conferencia Episcopal Argentina ya alertaban sobre el uso clientelar político de un programa que debía estar focalizado en la población indigente y abogaban, sin explicitar cómo, transformarlo en otro que promoviera la cultura del trabajo.
En octubre de 2021, durante el 57° Coloquio anual de IDEA, fue el papa Francisco quien desencajó a la Casa Rosada con un videomensaje advirtiendo que “no se puede vivir de los subsidios” y llamando a generar fuentes de empleo. Entonces, el presidente Alberto Fernández amortiguó el impacto asegurando que había hablado en privado con el pontífice para ratificarle su decisión de ir bajando la cantidad de planes sociales -que llegaron a 1 millón con la pandemia- con programas de reconversión en puestos de trabajo formales. Más recientemente, en un mensaje por el Día del Trabajador, la Comisión Episcopal de Pastoral Social que conduce el jesuita Jorge Lugones afirmó que salir de los subsidios “es un desafío tan grande como imprescindible”, aunque reconociendo los riesgos que implica hacerlo en el actual contexto de altos índices de pobreza, desocupación e inflación.
Ahora, y con el mismo discurso papal y eclesiástico, CKF siguió marcando la agenda política al insistir en su idea de quitarle el control de los planes a las organizaciones sociales para evitar su “tercerización”, empujar la creación de un Salario Básico Universal (SUB) y alinear tanto la propia tropa como la ajena en el Frente de Todos (FdT): intendentas e intendentes para sí, y gobernadores peronistas y agrupaciones piqueteras para el albertismo; que, a su vez, empiezan a configurar una fuerza partidaria a partir del Movimiento Evita con el objetivo de apoyar la reelección del actual mandatario en 2023 y reciben el respaldo presidencial por las críticas de la vicepresidenta.
Paralelamente, Juan Grabois, jefe de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), aliado al Gobierno y cercano a CFK –aunque se queja de sus dichos “estigmatizantes”-, hace su propio juego bajando la doctrina bergoglista de las 3T (Tierra, Techo y Trabajo) a los movimientos populares y apostando a la unidad de todas las organizaciones piqueteras. Dos gestos suyos se leyeron con esa intencionalidad. Este miércoles compartió escenario con Eduardo Belliboni y Néstor Pitrola (Polo Obrero) y Orlando Agüero (Frente Darío Santillán), durante un debate sobre el movimiento piquetero en la Facultad de Medicina. En marzo, Grabois y Belliboni ya se habían mostraron juntos en el acampe de la Unidad Piquetera en la avenida 9 de Julio. En las últimas horas, el asesor papal sumó un tuit para abrir más especulaciones en ese sentido.
Por su parte, la oposición se moviliza por afuera. La UCR va por un Estado con control total para recuperar “soberanía” y “poder de auditoría” sobre la distribución de los planes; mientras la derecha libertaria de Javier Milei anticipa gradualidad en la eliminación de los programas para ir hacia un esquema de empleo formal y reparto a cargo de las intendencias.
Pese a la declamada “imparcialidad pastoral” y a la grieta entre ellos que aseguran no existe, curas villeros bergoglistas y de la Opción por los Pobres (OPP) estuvieron juntos este miércoles en el santuario porteño de San Cayetano durante el acto de lanzamiento del "Operativo Abrigar", el plan orientado a asistir a personas en situación de calle y familias vulnerables para mitigar las bajas temperaturas.

El ministro Juan Zavaleta con el obispo Carrara, curas villeros y colaboradoras
En este sentido, y en medio del debate por el control de los planes, dio para más de un comentario la foto del ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, junto al obispo Gustavo Carrara y los sacerdotes José María “Pepe” Di Paola, Lorenzo “Toto” de Vedia, Francisco Olveira, Ricardo Carrizo y Jorge Marenco. También estaba parte del equipo del funcionario: Laura Alonso (Inclusión Social), Micaela Ferraro (Abordaje Integral) y Gustavo Aguilera (Articulación de Política Social).