Alberto Fernández y Martín Guzmán insisten en mirar la mitad llena del vaso: los salarios formales crecieron el año pasado por encima de la inflación, eje de una estrategia económica destinada a sostener el consumo y, con ello, el crecimiento. Sin embargo, el oficialismo perdió las elecciones de mitad de mandato y el humor popular dista de repuntar, lo que explica la guerra en curso de Todos contra Todos. La causa de esa aparente disonancia se hunde más en el pasado: la derrota de los ingresos reales en todos los sectores –formal, informal y jubilaciones– ha sido estrepitosa en los últimos cuatro años y un alivio limitado no alcanzó para revertir una sensación de larga data de que todos somos, irremediablemente, cada vez más pobres.
Consciente de que ese es el nudo que maniata a Todos, que es también el gran lastre para las elecciones de 2023 y que constituye el principal cepo para una economía que depende en unos dos tercios del consumo, el equipo económico se esfuerza en conseguir por vía de negociaciones y decretos lo que el mercado no entrega. Eso es, básicamente, el otorgamiento de una nueva suma fija de 6.000 pesos para 4,6 millones de personas jubiladas y la posibilidad de que también se defina un bono extraordinario para trabajadores y trabajadoras en actividad. ¿Alcanzará el esfuerzo cuando la inflación picó bien arriba también en marzo y no da señales de desaceleración?
Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) dice que "la pérdida acumulada de poder adquisitivo de trabajadores y jubilados se situó entre cinco y diez ingresos mensuales en los últimos cuatro años".
El trabajo indica que "la inflación ha estado por encima de la variación de los salarios y las jubilaciones en gran parte del período analizado. Una forma sencilla de transmitirlo es considerando en cuántos meses, de los últimos cuatro años (48 meses), los ingresos perdieron contra la inflación. El resultado es contundente: el sector privado registrado, 30 meses (63%); el sector público, 33 meses (69%) y el sector privado no registrado, 34 meses (71%)".
Más allá de las vacilaciones de la política oficial de ingresos, los salarios del sector público y del sector privado formal, así como el haber mínimo, le terminaron ganando a la inflación en 2021. Sin embargo, esa recuperación, lograda in extremis, no revierte ni por asomo el empobrecimiento general de los últimos años.

Fuente: IARAF.
Así, si se compara la situación actual con el período base febrero de 2017- enero de 2018, se observa que, punta a punta, todos los sectores perdieron poder de compra.

Fuente: IARAF.
"Los sectores más perjudicados fueron los trabajadores informales (…) y luego siguen el sector público y los jubilados que perciben el haber mínimo. Ante la situación de las jubilaciones, los gobiernos otorgaron bonos compensatorios, lo que hizo que no tuvieran esa caída real de sus ingresos", explica el estudio. Gracias al otorgamiento de sumas fijas, estrategia en la que insiste ahora el Gobierno, los jubilados y jubiladas experimentaron "en moneda de enero de 2022, un aumento promedio del 5,9% en el período febrero de 2019-enero de 2020, del 1,6% en febrero de 2020-enero de 2021 y del 5,3% en el último año analizado (febrero de 2021-enero de 2022)".
"Si se analiza lo sucedido en los últimos cuatro años, se advierte que los salarios privados registrados alcanzaron un piso en enero de 2021 (caída de 18,7% respecto al período base) y luego se recuperaron un 3,6% desde ese piso hasta enero de 2022. Por su parte, los salarios del sector público tuvieron una caída de 25,3% hasta mayo de 2021 y luego se recuperaron un 5,8%. Y los salarios del sector privado no registrado cayeron 33,4% hasta septiembre de 2021 y se recuperaron 4,5%. En cuanto al haber jubilatorio mínimo, el valor real más bajo se alcanzó en mayo de 2021, implicando una caída inicial de 24,5% y una recuperación hasta enero de 2022 de 9,4%, aunque considerando el impacto de los bonos se modifican los puntos extremos: el mínimo tuvo lugar en febrero de 2021, con una caída de 21,3% y la recuperación a enero de este año es del 4,9%".
La pérdida de ingresos acumulada en los últimos cuatro años es cuantiosa y el IARAF propone medirla en haberes mensuales.
"El sector más perjudicado es el privado no registrado, con una pérdida de diez ingresos mensuales del año tomado como base. Luego le sigue el sector público, con una pérdida de 7,9 ingresos mensuales". El sector privado registrado, en tanto, perdió el equivalente a 6,3 salarios mensuales.
"En el caso de los jubilatorios mínimos (incluyendo bonos)", continúa el trabajo de la consultora que dirige de Nadin Argañaraz, "se observa que se perdieron 5,6 haberes mensuales del año de referencia". Si se incluyen los bonos especiales, claro.
Con niveles de inflación superiores al 50% –y con la amenaza latente de que pueda trepar al 60%– es difícil que los ingresos registren avances relevantes en términos reales, algo que, a su vez, puede suponer un lastre para el crecimiento económico en el mediano y largo plazo.
La inflación, esa persistente maldición argentina, reaparece en cada cruce de caminos.