ECONOMÍA 2022

La inflación le pone techo a la recuperación de los ingresos

El consumo, motor de la economía, encuentra un límite. Poco crédito, empleo de calidad y anclas nominales. ¿Se puede conciliar necesidades y estabilización?

El consumo es la variable clave de la economía argentina ya que da cuenta de alrededor de dos tercios del producto bruto interno (PBI). Su mejora, que, por supuesto, hace a las condiciones de vida de la población, es bandera de todos los gobiernos. Dado el bajo nivel en que ha quedado a partir del gobierno de Mauricio Macri, en particular por la crisis desatada en 2018 y que se prolongó en 2020 debido al Gran Confinamiento por el covid-19, ¿cabe esperar una recuperación suficiente en el actual escenario económico, dado por múltiples desequilibrios macro y la necesidad de refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI)?

 

De la mano de la recuperación de la economía, los salarios rebotaron el año pasado, pero la cuesta hasta el nivel precrisis se hace empinada. Eso luce mucho más claramente cuando se examinan los ingresos del sector informal de la economía. En general, puede decirse que es complicado aspirar a que los ingresos ganen de manera perdurable la carrera con los precios con una inflación plenamente instalada en un piso de alrededor del 50%.

 

Un informe de la consultora Analytica resulta revelador al respecto. El mismo postula de modo contundente que "el consumo ya no será el motor que supo ser".

 

"El Gobierno focaliza en el crecimiento del consumo buena parte de su retórica macroeconómica. En ella basa el impulso a periódicas renegociaciones salariales y la discusión acerca de resistir mayores ajustes en el déficit fiscal en medio de un complejo cierre con el FMI", dice el informe. "Hasta 2015, la estrategia funcionó, si bien con crecientes dificultades; la acumulación de desequilibrios macroeconómicos era el costo a pagar para sostener los niveles de consumo, el único motor de una economía que languidecía. La pregunta es si hoy la misma estrategia puede funcionar y la respuesta es contundente: sin poner en marcha un plan de estabilización que corrija los desbalances fiscales, monetarios y de ingresos el consumo encontrará, más temprano que tarde, límites muy marcados", añade.

 

Como se dijo al comienzo, la relación entre consumo y crecimiento –o declive– económico es marcada.

 

Además de ese vínculo, del gráfico anterior se desprende que "de acuerdo con los últimos datos disponibles, en el tercer trimestre de 2021, mientras el PBI volvió a niveles del segundo de 2019, el consumo privado aún se ubicaba cuatro puntos porcentuales por debajo. Diversos indicadores adelantados indican que en el último trimestre del año pasado la situación no se revirtió y que, por el contrario, la participación del consumo privado en el PBI habría declinado aun más", siempre según Analytica.

 

Entre las principales causas del fenómeno, destaca la restricción crediticia, que hace que los préstamos al consumo se ubiquen, a valores constantes, al nivel de agosto de 2019, equivalente, a su vez, al promedio de 2010.

 

Asimismo, la recuperación del mercado de trabajo se produce en detrimento de la calidad del empleo, tanto en lo que hace a cantidad de horas trabajadas como al salario real. En este punto, hay que resaltar la importancia de la larga duración de las tendencias económicas: la precarización del mercado laboral tiene, evidentemente, causas más profundas que la emoción que les provocaba a referentes del entonces gobierno de Cambiemos encontrar a un trabajador o trabajadora que había cambiado empleo por el "emprendimiento" de poner un chulengo en la puerta de su casa.

 

En las condiciones mencionadas, continúa el informe, "la recuperación del nivel de actividad por sí sola no garantiza un mayor consumo", especialmente cuando la pandemia alteró los patrones de consumo, que hoy muestran una mayor variedad de productos, pero por menor valor. Esto, a su vez, refleja una creciente dispersión de los precios que afecta el poder adquisitivo de los ingresos de las familias.

 

Analytica culmina su análisis haciendo prospección. "La dispersión de precios atenta contra una política de estabilización de la inflación" y "la coordinación de anclas nominales para revertir expectativas se torna aun más difícil". En efecto, hay que recordar que el atraso del tipo de cambio registrado el año pasado –que subió 23% contra una inflación de 50,9%– y de las tarifas de servicios públicos serían imposibles de sostener, al menos en esos niveles, este año.

 

En caso de persistir en esa estrategia, el país encontraría severo problemas para mantener un adecuado nivel de exportaciones e importaciones por montos razonables, lo que comprometería el saldo comercial y la posibilidad de que el Banco Central acumule reservas en línea con el objetivo de estabilizar el mercado del dólar.

 

Asimismo, si las tarifas permanecieran pisadas, el gasto en subsidios saltaría del 2,5% del PBI del año pasado a niveles incompatibles con el objetivo oficial de avanzar hacia el equilibrio presupuestario y, en paralelo a eso, con un acuerdo con el FMI.

 

Así, para Analytica, ante la escasa reacción del consumo al incremento de los puestos de trabajo –en las condiciones descriptas–, "la opción es incentivarlo vía mayores transferencias estatales". La manta es corta: esa "solución de corto alcance" podría llevar al país "a la puerta de un nuevo salto en el régimen inflacionario", concluye.

 

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