No es la hipótesis con la que venían trabajando: con canales de comunicación inexistentes, al punto de que la jugada por la silla en la Magistratura sorprendió a gran parte de la Casa Rosada al mismo que tiempo que a los usuarios de Twitter, en el albertismo no se animan a arriesgar, hoy por hoy, no sólo qué hará Cristina Fernández de Kirchner en 2023; ni siquiera apuestan qué se le ocurrirá la próxima semana.
El factor sorpresa es, saben, parte del ADN kirchnerista, por lo que avizorar un futuro plan de la vicepresidenta es lo suficientemente tentador. Una primera repercusión, febril, ante las declaraciones ante Letra P de la mano derecha de Axel Kicillof, el asesor Carlos Bianco, que lanzó el eslogan Cristina Presidenta, fueron precisamente de sorpresa. "¿Es el inicio de un operativo clamor?", se preguntaron en un par de despachos a raíz de la consulta de este medio. La respuesta quedó pendiente en el aire, a la espera de oír otras voces que se sumen al coro. Prometen parar la oreja, entonces, a espadas discursivas del cristinismo, como el ministro bonaerense Andrés Larroque, vocero del enojo camporista con los piedrazos al despacho del Senado, o a la flamante titular del naciente bloque Unidad Ciudadana de la Cámara alta, Juliana Di Tullio.
Que haya salido de Bianco la declaración permitió especular su intencionalidad en otro despacho oficial, "Más bien es un operativo clamor de Carli", elucubró una fuente. El argumento es que hacen más papismo que el papa a fin de recomponer la relación con CFK tras la intervención intendentista a la administración bonaerense, con vistas a ondear la bandera Kicillof 2023. No pasó desapercibido como dato que, en el mismo adelanto de la entrevista, Bianco sentencie que el gobernador no quiere aspirar a la presidencia, justo cuando lo que suelen sobrar, en las previas electorales, son presidenciables.
El cristinismo, como ya es un clásico, se llamó por el momento a silencio. Una primera lectura, al menos, de una dirigente que responde a Máximo Kirchner: la orden que tiene del diputado camporista es que este no es momento de definiciones electorales. Así y todo, no dudó en afirmar: "Cristina es nuestra conductora y la que mejor nos representa, pero eso no significa que decante en una candidatura".
Las especulaciones están a al orden del día, comenzando por el propio Fernández. En el albertismo que buscó, por ahora sin éxito, el rompimiento con CFK, parten de algunos supuestos para trazar el bosquejo de una estrategia propia, la que apuesta por la reelección de Alberto Fernández, una búsqueda dos veces anunciada en José C. Paz, tierra del excazador de traidores Mario Ishii. La premisa es que en 2023 no se repetirá el gesto de 2019. En el enclave presidencial descuentan que su vicepresidenta no apoyará una segunda vez a Fernández.
Ya sea por temor al síndrome del Pato Rengo, en el prólogo de la guerra declarada contra la inflación que viene perdiendo más batallas de las que gana, hubo un llamado presidencial que pateó el tablero, una táctica más cristinista que albertista, y que cerca del mandatario identifican como el momento del quiebre de la relación. Fue con la convocatoria a una interna todista en las PASO del año que viene. "Mi mayor aspiración es que, en 2023, desde el último concejal hasta el Presidente de la República lo elijan primero los compañeros del Frente de Todos", lanzó el jefe de Estado el 17 de noviembre, Día de la Militancia.
El huevo o la gallina: hay quienes creen que fue su ensayo ante un dialogo ya interrumpido; mientras que otros sostiene que ese fue el detonante de los posteriores mensajes de Telegram sin responder. Lo cierto es que, desde entonces, con la reelección en carpeta, la hipótesis de trabajo electoral prevé que enfrente habrá, indefectiblemente, una oferta K. Por ahora, no figuraba en los planes el nombre de CFK en la boleta, pero en despachos cristinistas del Ejecutivo repiten dos nombres para una misma fórmula: el del gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, y el del ministro del Interior, Eduardo de Pedro, que casi cotidianamente difunde una foto que, en otro contexto, sería de abierta campaña. En 2015, el primero tuvo un "baño de humildad". El segundo es debutante en la danza de nombres.