Cuestan apenas 150 pesos las banderitas del merchandising todista. Hay de todo en la mitología K: Néstor con Cristina, Néstor solo, haciendo la V, un nestornauta y Cristina sola. ¿De Alberto Fernández no hay? “Una”, respondió la vendedora y la señala: es una junto a su vicepresidenta. Es la misma Cristina Kirchner que minutos después del cierre de esta nota, como marca el protocolo de la Asamblea Legislativa, debía recibir al Presiente a su llegada al Congreso. A una hora del reencuentro público, ya se sabe que el renunciado (a la jefatura del bloque) Máximo Kirchner se quedó en el sur y no estará en el recinto.
El diputado viajó el miércoles pasado a Chubut como parte de una comitiva para sostener al golpeado gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, y para hacer imaginar una futura nueva mesa de conducción del FdT: voló con Sergio Massa y Eduardo de Pedro, el primero en renunciar en la catarata de renuncias que no fueron.
Dos de los tres no estarán hoy: Kirchner nunca volvió de la Patagonia y se refugió en Santa Cruz: De Pedro, ministro del Interior, está en el exterior, más precisamente en Barcelona, donde participará en el Mobile World Congress (MWC), un evento de tecnología de telefonía móvil.
Nacido por cesárea, el albertismo debutó este #1M en la calle. Un término negado por su dueño, con un kirchnerismo replegado (política y operativamente), el tradicional homenaje popular peronista frente al Congreso, con pancartas, quedó en manos de Gabriel Katopodis, ministro albertista si los hay. En la primera fila del auditorio en la plaza, su nombre se repite junto a las banderas amarillas del MUP.
Sobre las vallas de seguridad, que hacen de corredor por donde pasará el auto presidencial, hay colgados unos carteles que no pasan desapercibidos: “Alberto más que nunca”, “Alberto es futuro”, sus consignas. Las firma un espacio que no deja nada librado a la imaginación: A23.