SEGUNDO TIEMPO

Netflix, Blockbuster y el diálogo imposible

El Frente de Todos cree que los videos de la AFI condicionan a Larreta para sentarse con el Gobierno. Contactos con De Pedro y Massa. Morales conducción.

Blockbuster, Netflix... La plataforma cambia según el interlocutor, pero la idea es la misma. La plana mayor del Frente de Todos (FdT) cree que el diálogo político que pretende mantener con el ala PRO de Juntos por el Cambio está contaminado por la aparición de los videos grabados por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en tiempos de Mauricio Macri y que eso ejerce y seguirá ejerciendo presión sobre Horacio Rodríguez Larreta, ahora reticente a avanzar en cualquier acuerdo público con el Gobierno.

 

“Horacio y María Eugenia (Vidal) están muy apretados por Macri. Entiendo que el Blockbuster tiene muchos videos”, le dice a Letra P un dirigente de primera línea del oficialismo, consultado sobre la posibilidad de destrabar el diálogo, cada vez más empantanado, entre la Casa Rosada y Rodríguez Larreta, el gran ausente en la presentación sobre las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que hicieron el miércoles pasado el presidente Alberto Fernández y el ministro Martín Guzmán.

 

La relación con la oposición dista mucho de lo que había imaginado antes de las elecciones la mesa de conducción del oficialismo. Antes de las primarias de septiembre, Fernández y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, convocaban en público a Juntos por el Cambio a discutir políticas de mediano y largo plazos. Pasada la batalla de las urnas, esperaban sentarse en la misma mesa que "las palomas” de JxC, Vidal, Diego Santilli, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó y el radicalismo, para generar consensos con un temario que incluía, entre otras cosas, la nueva ley de hidrocarburos y el proyecto que impulsa el Consejo Agroindustrial para potenciar el desarrollo y las exportaciones del sector.

 

Massa aceitaba el diálogo con unos y otros y hasta Máximo Kirchner y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, se reunían con Vidal, vía Cristian Ritondo, para preparar el terreno. Aunque en público seguían los cruces, en privado las relaciones fluían con la mirada puesta en el recambio de diciembre. El Presupuesto 2022 y el acuerdo con el Fondo no aparecían en el horizonte como un problema mayor.

 

La realidad derribó las expectativas. El resultado de las elecciones no solo les dio un golpe anímico al Presidente y a todo el FdT, sino que envalentonó al ala dura de la oposición, que impuso sus posiciones hasta llegar al choque total con el oficialismo en el rechazo del Presupuesto.

 

“Hay un comportamiento absolutamente ilógico por parte de la oposición; ya directamente tiene características de inhumanidad. El Netflix de Macri la pone muy nerviosa”, apuntan cerca de Cristina Fernández de Kirchner. La caracterización de la figura del expresidente es lapidaria. “Es un mafioso y los conduce así”, dicen. 

 

La colisión encendió las alarmas de los gobernadores radicales, que vieron cómo, al ritmo de la caída del Presupuesto, se derrumbaban los acuerdos cerrados con la Casa Rosada en materia de obras. Fue cuando el jujeño Gerardo Morales tomó la manija y abrió el diálogo con el Presidente.

 

Rememorando viejas épocas, el titular del PJ y su par de la UCR ensayaron un acuerdo. “Gerardo quiere conducir el partido. Se mete en las reuniones de bloque, baja línea. Tiene un estilo diferente al de (Alfredo) Cornejo, que tuvo el comité cuatro años cerrado. Va a buscar que el radicalismo sea protagonista”, dice un vocero de la UCR en Diputados. Cuando el diálogo entre oficialismo y oposición parecía perdido, el martes, Morales y Fernández acordaron que las provincias comandadas por el radicalismo enviarían delegados a la presentación de Guzmán. A cambio, el Gobierno ofreció armarle a JxC un apartado con la presentación para la semana próxima. La invitación incluía a los jefes parlamentarios de cada sector. Para el Presidente, fue un alivio encontrar en Morales un interlocutor.  

 

El jefe de Gobierno porteño resolvió no mandar ningún representante. En la Casa Rosada hacían evaluaciones sobre la actitud de Rodríguez Larreta. El faltazo al Museo del Bicentenario se sumaba al rechazo a la firma del Consenso Fiscal 2022. “Será que sabe que va a perder en la Corte”, decía un funcionario en el Patio de las Palmeras en referencia a la demanda que la Ciudad presentó contra la Nación por el recorte de la coparticipación. En el Ministerio del Interior están convencidos de que la medida no será reprochable desde el punto de vista técnico. Falta saber cómo jugará la Corte en términos políticos. La sentencia no tiene fecha.    

 

En privado, Rodríguez Larreta mantiene la línea abierta con algunos actores del oficialismo. Con De Pedro, el jefe de Gobierno tuvo hace pocos días un Zoom para hablar de la devolución de los terrenos que Macri le había dado a la administración porteña como parte de pago de obras. El ministro siempre tuvo claro que la Ciudad no firmaría el Consenso Fiscal.  

 

Amigos desde hace décadas, Rodríguez Larreta y Massa también hablaron en medio de la tensión. Fue por la decisión de la empresa AySA, que conduce Malena Galmarini, de no avanzar con una obra que se requiere para el desarrollo de un proyecto inmobiliario en la zona de la Costanera y el predio donde funcionaba el Tiro Federal.

 

Galmarini le mandó una nota a la Ciudad para decirle que la obra quedará a cargo de la administración porteña. Rodríguez Larreta le pidió a Massa que intercediera para que su esposa revirtiera la decisión. Massa le dijo que no. En el brindis de fin de año del bloque oficialista de Diputados con el Presidente en Olivos, había planteado que el Gobierno debía ponerse más firme en la relación con los distritos. Si la oposición va a jugar a cara de perro, la Casa Rosada también debería hacerlo, había remarcado el titular de la Cámara baja después del fracaso del Presupuesto.   

 

La celebración de la reunión entre el Gobierno y la primera línea de JxC entró en un túnel oscuro. El jueves, Morales le había asegurado a la Casa Rosada que Rodríguez Larreta le había dado el visto bueno y se comprometía a asistir al encuentro con Guzmán, el lunes 10. La misma decisión quedó plasmada en un comunicado que emitió la mesa nacional del espacio ese mismo día.

 

Hasta el viernes, los líderes parlamentarios no habían recibido ninguna invitación formal. Ya el mismo miércoles, en el Museo del Bicentenario, voceros del Gobierno hablaban de que el encuentro se celebraría “a mediados de enero”. Argumentaban que Morales y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, estaban cumpliendo aislamiento por coronavirus, mientras el mendocino Rodolfo Suárez estaba de vacaciones.

 

El comunicado de la mesa nacional de JxC generó todavía más ruido. “El Gobierno nacional, en la reunión que se llevó a cabo ayer en la Casa Rosada, no presentó ningún programa, por lo que es indispensable que a la reunión del lunes traigan información concreta y sustancial sobre cuáles son los pasos a seguir para que la Argentina retome el camino del crecimiento”, dijo.  

 

El texto cayó mal en el Gobierno. En Balcarce 50 interpretaron que la dureza de las palabras tenía como objetivo “romper la reunión”. “Es cosa de Patricia (Bullrich) y Macri. Les dieron un comunicado y después sacaron otro. Los caminaron”, dijeron en la comandancia del FdT en referencia al ala más dialoguista. A ese ida y vuelta resbaloso se sumó el aislamiento de Massa, que también iba a participar de la reunión, tras el COVID positivo de Galmarini. 

 

La interna de la oposición tiene sus claroscuros para el oficialismo. En el Congreso, la ausencia de un único interlocutor impide el cierre de acuerdos. “No se sabe quién es el jefe. No se puede acordar nada”, protesta el tándem Massa-Kirchner. Para la Casa Rosada, en cambio, abre la oportunidad de la vuelta al acuerdo bipartidista con la UCR, con Morales a la cabeza. Fernández saca provecho de que el jujeño quiera hacerle sombra a Rodríguez Larreta en la construcción para 2023 y el peronismo celebra que su histórico rival se vea revigorizado. El diálogo entre el Presidente y el jefe de Gobierno está roto. 

 

Por lo demás, en el Frente de Todos esperan que la misma realidad acomode las piezas. “Si no se ordenan, al final van a tener mucho costo”, apunta una de las cabezas del oficialismo. En la Casa Rosada creen que la oposición “leyó mal” el resultado de las elecciones y que al final pagará frente a la sociedad su posición “obstruccionista”. El viernes, JxC rechazó, también, la designación del presidente Fernández como titular de la CELAC.

 

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