A Elisa Carrió le queda una semana de silencio público. Lo romperá el próximo miércoles, cuando comience un curso del Instituto Hannah Arendt con su amigo, el empresario y exvicejefe de Gabinete Mario Quintana. El mutismo previo le dará otra relevancia al arranque del ciclo lectivo 2022. Si a principios de febrero aprovecha el evento para lanzar sus opiniones, habrá concluido con 70 días de estricto perfil bajo. Ese tiempo no alcanza para borrar todo lo que Lilita dijo en el vigésimo aniversario de la Coalición Cívica (CC). En su entorno dicen que se guardó para descansar y reencontrarse con su familia, aunque se trata de una versión totalmente distinta a la que ventilan los otros socios de Juntos por el Cambio (JxC). En en el PRO y en la UCR sostienen que se calló para no debilitar a la alianza luego de su última intervención.
En la CC están al tanto de los movimientos de su fundadora. Justifican el silencio y sostienen que "no necesita estar todo el tiempo". Sólo habla con las tres cabezas más importantes del partido: su titular, el diputado nacional Maximiliano Ferraro; la presidenta del brazo bonaerense, Maricel Etchecoin, y el jefe del bloque en la Cámara baja, Juan Manuel López. Pasa sus días entre su casa de Exaltación de la Cruz, en el norte bonaerense, y viajes para ver a su familia.
Como acostumbra, sigue la coyuntura y especialmente el escenario internacional. También la negociación con el Fondo. "Ella cree que hay que poder acordar, es un tema de la Argentina", confían en el partido. Tal como lo planteó el exministro y diputado de Republicanos Unidos, Ricardo López Murphy, el momento del apoyo será resuelto cuando el Gobierno exhiba una carta de intención de acuerdo con el FMI por la deuda que contrajo la administración de Cambiemos y llegue el momento de leer la letra chica. Hasta entonces, todo lo demás es parte de la pirotecnia propia de una negociación muy compleja. Carrió dijo públicamente que no estaba de acuerdo con respaldar el Presupuesto 2022, pero lanzó la advertencia desempoderada y sin una banca. En Diputados sus autoridades hicieron lo contrario. Se mostraron predispuestos a que el oficialismo no se quedara sin Presupuesto. Ahora dicen que Lilita no quiere jugar en contra en la pulseada con el FMI y en eso piensa como radical, aunque dentro de una semana se mostrará con su amigo Quintana, uno de los funcionarios que reportaban al entonces jefe de Gabinete Marcos Peña y a Mauricio Macri. Hasta que tuvo poder, Quintana defendió el endeudamiento con el Fondo.
Carrió cuida a Quintana y respecto al Fondo coincide con el gobernador jujeño Gerardo Morales. El titular de la UCR dice en privado que no le devolverán al peronismo la puñalada que el entonces presidente electo Carlos Menem le hizo a Raúl Alfonsín en 1989, cuando nominó a Domingo Cavallo como canciller. De gira por Estados Unidos y países europeos, el economista recomendó que no le prestaran un sólo dólar a una administración en retirada. El radicalismo transitaba las espinas de una traumática recuperación democrática.
Entre lecturas de verano, encuentros con familiares y llamados telefónicos, Lilita ejerce su influencia desde el norte bonaerense. Todas las versiones la muestran alejada de la tormenta que desató cuando habló públicamente por última vez. Cero arrepentimiento.
El vigésimo aniversario de la Coalición Cívica fue un momento importante para Carrió. La remonta a su posición antes de la crisis de diciembre de 2001, cuando dejó la UCR luego del escándalo de las coimas del Senado que jaqueó al gobierno de Fernando de la Rúa. En ese contexto, nació el germen de la Coalición Cívica: el espacio Argentinos por una República de Iguales (ARI). Para conmemorarlo, Carrió reunió en las instalaciones de un club de polo de Luján a lo más granado de la conducción de JxC. Enfundada en un vestido de seda rosada, como recuerdan quienes estuvieron en el evento, Lilita no sólo se metió en la interna de la UCR. "Ese día dijo de todo. No habló solamente del radicalismo", puntualizan en la CC.
Tanto dijo que luego del aniversario les comunicó a los dirigentes del PRO y de la UCR que guardaría silencio para no cometer ningún acto que debilitara a la alianza opositora. Sus declaraciones fueron interpretadas como una amenaza a la unidad del tinglado opositor. La acusaron de licuar el viento de cola de la victoria en las elecciones del 14 de noviembre.
Uno de los dos momentos críticos del aniversario ocurrió cuando Carrió respaldó a su amigo Mario Negri. Ella lo quería al frente del interbloque de JxC en la Cámara de Diputados por otros dos años. Para reivindicarlo, castigó al sector que reclama ese sillón, liderado por el senador nacional Martín Lousteau, el diputado Emiliano Yacobitti y el empresario y exministro Enrique Nosiglia. Carrió los trató de corruptos y aceleró la fractura del bloque que sigue dividido, con un compromiso de reunificación para marzo.
“Sepan lo que eligen en la presidencia de los bloques. Yo no me fui de un partido que tenía corruptos para venir a hablar con los hijos privilegiados de esos corruptos, que manejaron Medicina o la Franja (Morada) de Ciencias Económicas con la mayor corrupción que se conoce en la historia”, lanzó Carrió y una parte de los presentes sudó. En la CC explicaron a este portal que el respaldo a Negri no fue solidaridad, sino "de consideración política y de entendimiento de lo que es el Congreso en tiempos complejos".
En el discurso de aniversario también lo tocó a Horacio Rodríguez Larreta. Lo sacudió por poner a Fernando Straface como jefe de campaña de María Eugenia Vidal. “Sepamos que la experiencia y la pericia no solo se tiene para la administración. Straface, que es del Cippec, hizo una campaña espantosa. No podés someter a una candidata a diez actos por día, porque así no la cuidás”, le espetó al alcalde porteño que estaba delante de ella. Lilita habló por Vidal y así como hizo saltar por los aires a la frágil interna radical, también se metió en la interna macrista y dijo en público la crítica más repetida por el entorno de la exgobernadora bonaerense en su regreso electoral porteño.
Ninguna de las dos controversias tuvieron resolución durante el silencio de la exdiputada. La fractura del bloque radical responde a una tensión que sólo se aceleró con las acusaciones de la exdiputada. Sin embargo, el espacio radical sigue con una aritmética dividida de 33 voluntades propias y 12 votos disidentes. En la Ciudad, la relación entre el alcalde y la flamante diputada no es la mejor, aunque estarán unidos para buscar la jubilación política del expresidente. Fueron los continuadores prácticos del "Macri ya fue" que inició Lilita apenas el magnate dejó el poder.
"Su silencio responde a su necesidad de descansar y estar con su gente, no tiene que ver con coyuntura. No es funcionaria ni legisladora, por lo que no hay un retiro ni vacaciones, solo un descanso", insisten quienes hablan a menudo con el comando remoto de Exaltación de la Cruz.