MARIO QUINTANA EN EL ROTARY

El cerebro del Modelo M

El vicejefe de Gabinete confesó ante CEOS cómo fue la génesis del plan político y económico de Cambiemos. Y se jugó a fondo a una reelección sin ballotage. Offshore, inflación y el factor Carrió.

Mario Quintana pasa rápido entre las mesas, como saliendo del salón. Se excusa ante los CEOs del almuerzo del Rotary para realizar una conversación telefónica antes de iniciar su exposición. Aún en este tipo de circunstancias no pierde una habilidad que lo acompaña desde sus años de empresario y que es extraña en el mundo Cambiemos: se detiene en algunas mesas a saludar, uno por uno, a los comensales. Incluso apretando manos con los periodistas que fueron a cubrir su alocución en el convite realizado en Sheraton de la avenida Córdoba. El vicejefe de Gabinete, hombre de Marcos Peña y de extrema confianza de Mauricio Macri, es un cuadro en ascenso dentro del organigrama del poder oficial, aunque los atribuya solo a una idea del periodismo y los medios. Ejerce de “policía bueno” en la dupla que comparte con Gustavo Lopetegui, el ex LAN. Un doble comando que completa la tríada del poder real con un superior, Peña.

 

Quintana, el ex Pegasus que fue ideólogo de Farmacity, es también uno de los arquitectos del Modelo M. Lo reconoció él mismo ante la atenta mirada del Círculo Rojo. Contó que, en la previa a la elección que llevó a Macri al poder, participó de las mesas técnicas en las que se pensó un plan estratégico para un futuro gobierno. Agregó que, hasta ese entonces, no tenía pensado dejar la actividad privada. Y relató la anécdota que terminó llevándolo a la política. “Aquella noche de octubre de 2015, estaba con mi hija y mi esposa en mi casa, esperando los resultados (de la elección). Cuando vi la placa en la TV que decía Vidal Gobernadora me largué a llorar. Esa noche lloré como nunca antes. Y un rato después le mandé un mensaje a María Eugenia para felicitarla. Le dije que en su mirada y su sonrisa vi la esperanza de una nueva Argentina”, detalló y explicó que, al día siguiente, Vidal lo convocó a charlar. Fue el inicio de su ingreso al poder dentro de Cambiemos. El resto lo hizo Macri.

 

Mesa central del Rotary, con Quintana a la cabeza. 

 

 

“A veces me preguntan si tenemos un plan y yo les digo que sí lo tenemos y que lo estamos ejecutando”, aseveró el funcionario. Y enumeró a continuación una serie de puntos, una especie de columna vertebral del Modelo M. El primer apartado es el más estratégico y tiene que ver con el mayor logro político de Cambiemos: haber leído la demanda social por fuera de los partidos convencionales. “La sociedad argentina decidió cambiar, por eso ganó Cambiemos. No fue al revés”, señaló. Esta premisa es considerada por el Gobierno como el mayor logro de gestión. En paralelo, Quintana señaló como relevantes en el plan M el “ordenamiento macro económico para evitar una mega crisis” y el trabajo sobre la estructura de lo que el oficialismo denomina un “ordenamiento del Estado”. Aquí jugó fuerte al efecto. Contó: “Estamos haciendo un ordenamiento muy fuerte de las empresas públicas. Con las pérdidas de Aerolíneas, Argentina podría haber comprado Latam". Y concluyó: “Cuando termine el primer gobierno de Macri, habremos reducido en un 20% la dotación pública nacional".

 

En las mesas, a esa altura del evento, se preguntaban por qué Macri y el resto de los ministros no podían detallar la estrategia de una manera comprensible. Y elogiaban la dialéctica “más mundana y menos fría” de Quintana. El vicejefe ya había encantado a casi todas las serpientes con un éxito asombroso, pero emprendió garantizando que “seguirá el gradualismo” y tumbó una idea muy discutida en la interna del Ministerio de Hacienda: cuál es la política de distribución de Cambiemos. "No creemos en el derrame. No podemos esperar que a los argentinos en algún momento les toque algo", tomó posición el funcionario, que sabe que en esa idea no hay unanimidad.

 

Quintana explicitó, además, posturas espinosas para el Gobierno y salió airoso sin apelar al relato M: aseguró que, “más allá de que la pauta de inflación sea del 15%, en el mercado los consultores hablan de un 19%, lo cual es, de todos modos, cinco puntos menos que el año pasado”. Así, justificó que “la inflación sigue bajando”. Fue incluso más allá al apuntar algo que en el Gobierno evitan decir en público: que el proceso de desinflación será más largo del esperado: “Para llegar a índices inflacionarios internacionales se necesitan entre ocho y diez años. Se vio eso en países que llevaron a cabo el mismo proceso", manifestó.

 

 

 

Consultado sobre el tema de las offshore y de la plata de los funcionarios nacionales en el exterior, aseveró que no conoce "ni un inversor que haya preguntado dónde teníamos la plata yo o mis compañeros de gabinete". Y sumó su caso personal al señalar que “en la Argentina anterior muchos optamos por tener los ahorros afuera. En 2016 lo repatrié todo". Fuentes del entorno de Quintana aseguraron a Letra P que el dato de la repatriación figura en su Declaración Jurada del año 2017.

 

Sobre las cuentas y firmas en el exterior, dijo que “la offshore es un mecanismo que ha sido utilizado y, si están declaradas, no tienen nada de negativo. Se hacen a veces escaneos hipócritas de gente que se ha jugado por una nueva Argentina". Fue justo mientras en el Congreso terminaba en escándalo una reunión en la cual el ministro de Finanzas, Luis Caputo, debía explicar el tema de la deuda externa y de sus firmas costas afuera.

 

Cerca del final de su exposición, el referente de la mesa chica de Cambiemos abordó la cuestión Carrió y la pelea con los CEOs, que se inició en el episodio de la Unión Industrial Argentina (UIA). Lo escuchaban allí Miguel Blanco, de Swiss Medical, el abogado de empresa Julián De Diego, Juan Pablo Maglier (La Rural), Martín Cabrales, el presidente del Banco Ciudad, Javier Ortíz Batalla, y el titular de la Bolsa, Adelmo Gabbi, entre otros 200 invitados. "Tengo mucha admiración por Carrió. Ha jugado un rol muy relevante en la defensa de la república”, dijo y admitió: “No siempre pensamos igual”. Cuentan en su entorno que a Lilita fue a la primera dirigente que Quintana le contó que vendería su participación en Farmacity.

 

Asimismo, se metió de lleno en la pelea con empresarios, bajándole el tono al ritmo que pretende el Gobierno. “Me considero más un emprendedor que un CEO. No recuerdo tener semejante cohesión sobre el rumbo a seguir entre empresarios y Gobierno. No veo un divorcio. Si hay sectores que se adecuaron a reglas de juego que no son de un sistema virtuoso". Fue ésta casi la única confrontación seria que realizó con el modelo K. Agregó, así, que “muchas veces los ganadores de la Argentina fueron los amigos del poder. No podemos englobar allí a todos. Es una cultura de privilegios que estamos cambiando".

 

Antes de la salida, se paró a hablar con la prensa y dejó una definición política que también está planificada dentro del modelo M de corto y mediano plazo. "Si pudiéramos ganar en primera vuelta en 2019 sería mejor. La ciudadanía decide".

 

 

 

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