Desde el 10 de diciembre transita los últimos dos años de su gestión. La fecha no fue solamente una inflexión para sus ambiciones presidenciales. El alcalde Horacio Rodríguez Larreta también vio ese día cómo Diego Santilli y María Eugenia Vidal alimentaban las propias e iniciaban sus nuevos destinos políticos en la Cámara de Diputados, luego de un audaz trajín de campaña para cambiar sus domicilios electorales. Desde entonces, la relación entre el jefe porteño y la exgobernadora no pasa por su mejor momento y se ventilan las diferencias sobre los términos de sociedad que los mantiene en el poder.
La costura más visible quedó expuesta esta semana por la reforma a la ley que limitaba las reelecciones de intendentes en la provincia de Buenos Aires. Hubo acusaciones cruzadas porque Vidal se negaba a respaldar el cambio de una norma que se había aprobado durante su mandato. La reglamentó con una serie de disposiciones que les permitía a las autoridades municipales buscar otro mandato si por alguna razón no concluían el segundo antes de cumplir los dos años.
Esa cláusula motivó a una veintena de jefes comunales del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio pedir licencia este año y ocupar cargos en otras administraciones para pelear un regreso en 2023. Es el caso del cacique de Vicente López Jorge Macri, flamante ministro de Gobierno de Rodríguez Larreta. Fue uno de los beneficiados por la norma, que contó con los votos del Frente Renovador pero ahora se transformó en el principal detractor de la reglamentación y le cargó las tintas a Vidal.
En el PRO mascullan que el exintendente habla por Rodríguez Larreta, que tampoco acuerda con la posición de Vidal. Otro que le bajó el pulgar al liderazgo bonaerense de la exgobernadora es el intendente de Lanús, Néstor Grindetti. Es el encargado del armado político y de marketing para que Santilli construya su candidatura a gobernador desde una banca en Diputados. A ninguno de los potenciales aliados del Colo le cayó bien el "principismo" de Vidal. En el radicalismo pasó lo mismo y decidieron cuadrarse detrás de los gestos mudos de Rodríguez Larreta.
El alcalde suele cinturear los conflictos con silencio y, cuando lo hace, incomoda a quienes esperaban su respaldo. Podría repetirlo ante el escándalo que desató un video filtrado por la AFI donde se ve al exministro bonaerense de Trabajo Marcelo Villegas reunido con jefes de los espías y empresarios para promover causas judiciales contra dirigentes sindicales. En la filmación ilegal el funcionario mencionó el interés de realizar espionaje político, violando la ley, y les dice a sus interlocutores que cuenta con el respaldo de las autoridades de "Nación y Provincia". Si el hiato larretista se extiende podría dejar a la intemperie a Vidal ante un caso que podría originar un desfile de exfuncionarios provinciales por la Justicia. También, por la Comisión Bicameral de Seguimiento de Organismos de Inteligencia del Congreso.
Cerca de Vidal dicen que no hay malestar por la controversia de las reelecciones. Sólo interpretan que "lo que hizo Horacio fue apoyar la decisión de los intendentes, pero no fue una iniciativa de él. Con su silencio, apoyó esta modificación de la ley, no de la reglamentación, que podría haberse cambiado por una nueva del Ejecutivo, pero eligieron cambiar la ley". La frase sugiere que, más allá de las obligaciones políticas del alcalde, la exgobernadora esperaba que Rodríguez Larreta fuera tan vehemente como cuando apoyó la iniciativa.
Dentro del gobierno porteño, otras fuentes arriesgan una escena más áspera. Hablan del enojo de Vidal con la decisión del alcalde de ceder ante el planteo de los intendentes. Incluso, que el alcalde le pidió que moderase las críticas públicas y las apuestas a todo o nada. La gota que habría desbordado la paciencia de la flamante diputada fue el rol que jugó Macri. Apenas asumió como ministro político de Rodríguez Larreta, se empeñó en responsabilizar a la exgobernadora como gestora del "error político" que ahora buscaron enmendar. "Se jactaron de esa ley durante dos años y ahora tuvieron que darse vuelta y hacerle pagar el costo político a ella", reflejó un dirigente con cargo en la Ciudad. Las votaciones fueron divididas y hubo un sector, todavía empujado por Vidal, que se negó a acompañar el "pacto".
"La capitulación" sobre las reelecciones comunales es una diferencia notoria entre Vidal y Rodríguez Larreta, pero no la única. La bronca de la exgobernadora también se extiende a los intendentes que ahora hicieron fila para contarle las costillas, aunque cada uno de esos caciques recuerda que Vidal dejó la provincia y que "no puede reclamar nada sobre el territorio que abandonó". La factura política sobre ese pasado reciente es casi unánime en la dirigencia macrista. El cierre del debate sobre esa ley también implica la clausura temporaria de la influencia política que tendrá Vidal en el distrito que gobernó durante cuatro años. También, un renovado respaldo del expresidente Mauricio Macri, que acompañó a Vidal en la minoría.
A ese entripado se suman los incordios de regreso al poder porteño. Logró poner a uno de sus principales colaboradores como cabeza de lista. Desde el 10 de diciembre, Emmanuel Ferrario es el vicepresidente primero de la Legislatura porteña y quedará al frente del Ejecutivo cuando el alcalde salga de viaje, porque la vicejefatura está vacante desde que Santillí dejó el cargo para postularse. Sin embargo, no logró sumar a su exministro de Justicia provincial Gustavo Ferrari en el gabinete porteño en el mismo cargo. En esa pulseada, el alcalde cedió a las advertencias del radicalismo capitalino, liderado por el senador nacional Martín Lousteau y el empresario de los juegos de azar Daniel Angelici. El partido se negó a votar una nueva ley de ministerios que permitiera desdoblar la actual cartera de Justicia y Seguridad, que conduce Marcelo D'Alessandro. La UCR quiere priorizar a su tropa en lugar de aceptar a "recién llegados".
"Se esta probando el traje de jefa de Gobierno dos años antes y reclama muchas cosas", se lamentó un funcionario capitalino. El alcalde se mostró esta semana con la titular del PRO, Patricia Bullrich. Desde entonces, circulan los intentos del larretismo de convencerla para que resigne su ambición presidencial y dispute la Ciudad. De ese modo, se mediría con Vidal, en caso de que finalmente la exbonaerense juegue por la jefatura porteña.
Otras versiones indican que la mayor diferencia tiene que ver con 2023, porque la exgobernadora decidió construir su candidatura presidencial hace dos semanas y eso es un obstáculo para su mentor porteño, que ahora sondea a Bullrich. Una autoridad del PRO que conoce la relación entre ambos se animó a interpretar este momento. "Son más diferencias entre sus equipos que entre ellos dos; Horacio sigue coparticipando su poder y es claro que María Eugenia no resignó su aspiración presidencial. La fórmula la va a encabezar quien esté mejor posicionado. Los dos piensan igual sobre el tipo de alternativa que tienen que representar y van a ponerse de acuerdo al final del camino", vaticinó.
En el entorno de la exgobernadora niegan que haya existido una reunión en las oficinas de su mano derecha, Federico Salvai, para poner en marcha las aspiraciones presidenciales de Vidal. La exgobernadora quiere recorrer el país a partir de este año. Para hacerlo, deberá lidiar con la nueva agenda que tiene en Diputados, pero, también, con la desconfianza que se respira en el PRO capitalino, donde dan por sentado que buscará mantener su proyección nacional y negociar con Rodríguez Larreta "de igual a igual, como pares".