De repente, Independiente se convirtió en un infierno literal y no tan encantador. Los tiros en pleno centro de Avellaneda entre las dos facciones de la barra hicieron que los medios y el Gobierno posaran su mirada en un club de por sí agitado por la recta final de su carrera electoral, con candidatos y espacios poderosos que representan líneas muy distintas en la política nacional.
El presidente Hugo Moyano ya anunció que irá en busca de un tercer mandato en las elecciones del 19 de diciembre, pero, a diferencia de los otros dos comicios que ganó con holgura (sacó el 70 por ciento en 2014 y el 89 por ciento en 2017), esta vez el tablero es distinto: la deuda económica y deportiva genera que la oposición esté a un movimiento del jaque mate.
Los encuentros y las charlas se suceden con ese fin, aunque por ahora está lejos de ser una realidad. El jefe del bloque PRO en la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, y el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, amalgaman un espacio en el que confluyen moyanistas desencantados como Daniel Seone, exsecretario administrativo del club, y Fabio Fernández, tesorero hasta febrero de 2018; el arquitecto Luis Cabillon y el periodista Enrique Sacco (actual pareja de María Eugenia Vidal) y que de lejos observan el economista Martín Redrado y otros dirigentes de Juntos por el Cambio como Martín Lousteau y Patricia Bullrich.
Los intentos por convencer a Daniel Grinbank para que se sume al macrismo rojo por ahora son en vano: el empresario de espectáculos, con buenas perspectivas de acuerdo a las encuestas previas, se aleja y perfila a Fernando Montenegro como su candidato a presidente, secundado por él. Grinbank aduce que sus obligaciones empresarias, que lo hacen viajar y estar mucho tiempo en el extranjero, le impiden ser la cabeza de fórmula.
“El espacio de Ritondo está propiciado por Luis Barrionuevo y el expresidente Julio Comparada. Querer combatir a Moyano con Barrionuevo es lo mismo que querer combatir a Frankenstein con Drácula”, le dice Montenegro a Letra P.
Uno de los que intenta acercar a las distintas agrupaciones es Sacco, que en un principio emergió como prenda de unidad y luego bajó su candidatura. Su trabajo ahora asoma desde las sombras. “Si hay dos listas opositoras, Quique se queda en su casa”, avisan en su entorno. A principios de septiembre, en el lujoso restaurant Osaka de Puerto Madero, Sacco participó de un almuerzo para avanzar en esa búsqueda de unidad, que por ahora parece imposible, lo cual mejora las chances del líder del gremio de Camioneros.
La novedad en la familia Moyano es que Pablo no seguirá en el club, al menos formalmente. No será candidato a vice, su cargo actual, con la intención de descomprimir el malestar de hinchas por la gestión económica y deportiva de los últimos años.
Quien asuma la presidencia del club en diciembre se encontrará con una deuda de 65 millones de dólares –de los cuales 17 son exigibles para el primer cuatrimestre de 2022– y un déficit operativo mensual de 170 millones de pesos. Todo se agrava porque Independiente está concursado desde 2006, algo que acota los márgenes para revisar y quitar parte de esa deuda.
La pista qatarí
El armado de Ritondo y Grindetti muestra como una de sus cartas la trabajada aparición de Gastón Gaudio, el extenista que mantiene vínculos con los jeques qataríes que se especializan en inyectar dinero en el fútbol internacional. Sin los diez años de antigüedad como socio que exige el estatuto, Gaudio tiene reservado el cargo de secretario deportivo en caso de que el candidato del espacio se impudiera.
La relación de Gaudio con el macrismo y Qatar no es nueva. El 28 de julio de 2016, el entonces presidente Mauricio Macri recibió al emir Tamin bin Hamad Al Thani con el extenista a un costado. Meses después, Argentina firmó un acuerdo comercial con ese país por mil millones de dólares.
La “amistad personal” de la que se jacta Gaudio, que hasta lo hizo intervenir en la llegada de Lionel Messi al Paris Saint Germain, le abrió posibilidades también en la esfera política de Independiente, una de las cuentas pendientes de su vida.
Sin embargo, si Gaudio puede asegurar espónsors y un alivio a las arcas asfixiadas del Rojo, Grinbank también: actualmente en Estados Unidos y por cerrar la organización de festivales de rock en toda América Latina, el empresario confía en las encuestas que le hacen llegar y se mantiene firme en ser una tercera posición.
A los tiros
Ninguno de los tres espacios políticos vinculan la escena gangsteril del martes pasado en el centro de Avellaneda, donde se cruzaron a golpes y tiros las facciones de Pablo “Bebote” Álvarez y su lugarteniente, Juani de Gerli, y la de César “Loquillo” Rodríguez.
Más allá de las frases de cassette que pronunciarton algunos dirigentes ese mismo día –Yoyo Maldonado, mano derecha de Moyano, dijo que no los conocía–, la pelea tiene más que ver con el control de la tribuna y los negocios ahora que vuelve el público a los estadios que con la disputa electoral que se avecina. “Igual, todos sabíamos que era una bomba de tiempo que iba a explotar”, reconoce un directivo. Nadie sabe si lo del martes fue una explosión o tan solo un aviso.