LA CRISIS DEL GOBIERNO

Los dilemas de Juancito

Manzur llega al Gobierno como salvador en medio del naufragio. Puede ser el salvavidas de Fernández o hundirse con él. Vidriera nacional y la tentación 2023.

Solo dos ministros juraron sobre los Santos Evangelios. Julián Domínguez, el amigo del papa Francisco, y "Juancito", como lo llama Cristina Fernández, el tucumano que volvió al gobierno nacional después de su reconciliación con la vicepresidenta. El resto juró solo por la Patria.  Juan Manzur, médico y exministro de Salud de la Nación, apoyó la diestra sobre el ejemplar de la palabra de Dios y se besó los dedos después de su juramento. Católico maronita, deberá apelar a los recursos del cielo y de la tierra para sacar del barro la gestión del Frente de Todos, abrumada por una interna estallada, con las elecciones legislativas de noviembre en el corto plazo y una situación social y económica delicada. Sin embargo, su desempeño puede ser determinante para el futuro del presidente Alberto Fernández y, por supuesto, del suyo propio. 

 

En la mañana de este lunes, cuando todavía era gobernador y no había pedido licencia, no tenía tranquilidad para dejar su provincia e instalarse en la Casa Rosada. Durante todo el fin de semana sus leales presionaron a su vice, Osvaldo Jaldo, para que aceptara también un cargo nacional y cediera la presidencia de la Legislatura a un manzurista, para que a su vez diera el salto a la gobernación. De uno y otro lado, enemigos internos, resaltaron con orgullo que un tucumano hubiera sido elegido para  la Jefatura de Gabinete de la Nación, un cargo que puede ejercerse de manera administrativa o con alto vuelo político. Manzur es más político que gestor y se inscribe en el segundo grupo. En el Gobierno y en el kirchnerismo le endulzaron los oídos para que aceptara la coordinación de todo el gabinete nacional, una especie de salvador en medio del naufragio. La crisis puede ser una oportunidad. También para Jaldo, mientras ocupe su sillón y siempre en busca del respaldo cristinista.

 

Quienes conocen a Manzur y algunos de quienes se fueron con sabor amargo de la gestión albertista, temen que el esquema de funcionamiento presidencial lo deje sin margen. Los gobernadores, cuyo apoyo se buscó reivindicar este fin de semana, no están alineados más que simbólicamente. Hubo reproches en La Rioja y se percibe el desgaste. Los efectos de la pandemia y del manejo a nivel nacional les hicieron perder votos hasta a los caudillos más fuertes, como Gildo Insfrán y Gerardo Zamora. Casi un cuarto de su electorado restaron el formoseño y el santiagueño.

 

Manzur se recibió de médico a los 22 años. A los 32, fue secretario de Salud de La Matanza. A los 33, fue ministro de San Luis y a los 34, de Tucumán. A los 38 años fue electo vicegobernador como compañero de José Alperovich, quien ahora goza de licencia como senador nacional porque enfrenta una causa judicial en la que se lo investiga por abuso sexual. Si el Gobierno no tuviera hoy tanta debilidad, seguramente habría más voces ampliando viejos escándalos,

 

Entre algunos dirigentes se evalúa el futuro de Manzur. Sus chances para posicionarse desde el norte hacia 2023. A los 40, fue ministro de Salud de la Nación después de dejar la vicegobernación y reemplazó a Graciela Ocaña. En ese tiempo, Cristina, que echó a "La Hormiguita" por su fracaso frente al dengue, también se aferró a él para superar el traspié. Aquel cargo de ministro le dio a Manzur vidriera nacional y después no solo ganó en Tucumán, sino que convivió con Mauricio Macri presidente. Algunos sueñan con que repita el camino y llegue a la Casa Rosada por derecho propio. Es que la derrota en las PASO acalló las voces que impulsaban la reelección de Fernández y, si la derrota en noviembre es peor que en septiembre, pocos dirigentes quedarán en pie. 

 

Integrantes y exintegrantes del gabinete miden con varas diferentes las posibilidades de Manzur. Fernández no hubiera querido a nadie que le hiciera sombra, siempre se dijo que era su propio jefe de gabinete, como lo fue de Néstor Kirchner y, hasta la resolución 125, de CFK. Eligió a un joven, leal, coordinador de su campaña que ahora va a Cancillería. No le alcanzó y ahora necesita ministros más fuertes, "funcionarios que funcionen" en lenguaje cristinista, y que "defiendan la gestión", como siempre reclamó el nuevo ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

 

El aporte de Manzur al presente es político. Como exgobernador, puede buscar el peso que Fernández no consigue, una especie de guardaespaldas frente a los embates cristinistas, por ejemplo, o de la oposición. En tiempos de campaña, allá por 2019, tuvo un rol clave cerca del Presidente: le dio volumen político, lo vinculó con Estados Unidos e Israel, lo rodeó de figuras del empresariado, le armó una mesa con sindicalistas e industriales y también le acercó gran parte de los y las aportantes. Varias veces lo rodeó de los gobernadores norteños para equilibrar la falta de territorialidad y tropa propia del entonces candidato a Presidente.

 

Asumir el 20 de septiembre en medio de una crisis y en un esquema de debilidad presidencial no es lo mismo que haber asumido el 10 de diciembre del 2019 con expectativa positiva y esperanza. El desafío manzurista será el margen de acción que le dé el Presidente. Cuántos serán los permisos que tenga que pedir o no, y la libertad que tenga para actuar en un esquema que funciona de manera centralizada y radial, definirán el fracaso o éxito de su gestión. 

 

En la previa, la oposición ya desempolvó varios carpetazos: desde la compra venta de Nucete, la niña de 11 años obligada a continuar su embarazo sin acceso a la ILE y el joven asesinado por la policía en pandemia, entre otros temas.

 

Habrá que ver también si no le estalla el polvorín de su interna tucumana. Y en ese caso, si se ve obligado a volver al pago.

 

Por ahora, ya agendó la primera actividad. Este martes planea madrugar y a las 8.30 compartirá su primera conferencia de prensa en la Casa Rosada con la ministra de Salud, Carla Vizzotti. Así, vuelve a empezar en el mismo lugar que dejó en 2015 en su anterior excursión en un gabinete nacional. En 2021, los dilemas de Juancito son otros.

 

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