El presidente Alberto Fernández aprovechó la tribuna de la jura de sus nuevos ministros para retomar la táctica de la confrontación con el macrismo. Para eso, preparó un acting con una dosis de la vacuna contra el llamado Mal de los Rastrojos, que, contó, el Estado dejó de fabricar en 2017 y volvió a producir con el peronismo de regreso a la Casa Rosada. Mi grieta querida. Nunca falta. Lo que no está claro ahora es si nunca falla.
"Esa vacuna -dijo el Presidente mostrando una dosis del inmunizante- sirve para ejemplificar de qué dos países en pugna estamos hablando. De un país que se despreocupa de la salud pública, no dándole las vacunas que necesita, y un país que dice que nuestros científicos sigan trabajando para poner en valor a los argentinos, dándoles la salud que merecen". "Esa es la diferencia; hay muchas más diferencias", completó.
No fue el único párrafo destinado a seguir apelando al recurso del choque de planetas. Dijo también:
"Hay veces en que los dirigentes, cuando la gente vota y no los elige, se enojan con la gente. Nosotros cuando la gente no nos vota, nos enojamos con nosotros poque algo habremos hecho mal". Teléfono para Mauricio Macri, que al día siguiente de su derrota en las PASO 2019 brindó, desencajado, una conferencia de prensa en la que culpó a quienes habían elegido al Frente de Todos del tembladeral financiero desatado ese mismo día.
"No somos parte del país que quiere que los que trabajan pierdan sus empleos y que nadie los indemnice. No somos parte del pais que quiere flexibilizar derechos de los que trabajan". Atento Horacio Rodríguez Larreta, quien la semana pasada habló de la necesidad de terminar con los resarcimientos por despidos.
"Queremos todos ser parte de un país que se integre, que funcione unido, que trabaje con mucha fuerza para sacar de la postergación a los que han quedado postergados. Primero por la situación económica heredada y después por el malestar que a todos nos causó la pandemia". Mensaje para Juntos por el Cambio en su conjunto.
Polarizar, polarizar, polarizar, polarizar...
La teoría de los dos modelos ha sido el combustible principal de la política argentina de los últimos 75 años, desde la irrupción del peronismo y su contraparte, el antiperonismo. En la última década, la cantinela tiene nombre: grieta. La usó Cambiemos en la campaña de 2015 -de hecho, fue el insumo básico que utilizó la oposición en aquel entonces para constituirse a partir del contraste con el kirchnerismo-, la usó el Frente de Todos para su proselitismo 2019 y volvieron a usarla las dos fuerzas en la previa de las últimas primarias.
Lo reflejó Letra P la semana previa a las urnas: los actos de cierre de las dos alianzas tuvieron a la polarización, al choque de "dos modelos de país", como leimotiv.
Habló de los "dos modelos de país" el presidente Fernández el jueves 9 de septiembre en Tecnópolis.
Un rato antes, el mismo día, en el Club Atenas de La Plata, había usado las mismas cuatro palabras el jefe de Gobierno porteño: también habló de los "dos modelos de país".
Tres días después, Juntos por el Cambio se sorprendió con una victoria que no estaba en sus cálculos. Del otro lado de la grieta, el Gobierno sufrió una derrota "sin precedentes" para el peronismo, tal la expresión que usó Cristina Fernández de Kirchner en la carta-bomba que publicó el jueves de la semana pasada, en medio de la guerra expuesta del frente de gobierno.
En el acto de jura de ministros/relanzamiento de la campaña oficial, el Presidente habló de su conciencia acerca de "las cosas que habremos hecho mal", pero, a renglón seguido, metió mano a la misma caja de herramientas de siempre y volvió a machacar con los dos modelos, ahora reversionados en "los dos países en pugna".
Noviembre está cerca y las urnas darán otro veredicto como el que el jefe de Estado asegura haber escuchado.