Hoy hay que ganar. A la vicepresidenta Cristina Fernández esa frase le cabe como un mantra en estos tiempos. Conocedora de la compleja elección que se avecina y las dificultades que tiene y tendrá en la contienda el Frente de Todos (FdT), la expresidenta se concentra en un armado para vencer por sobre cualquier otro tipo de variable. De ahí que haya jugado como lo hizo en Santa Fe, de ahí que haya cerrado sin pruritos con el gobernador Omar Perotti, de ahí que haya posado gustosa para la foto con lasa cabezas de las listas que auspicia el rafaelino, de ahí que considere que el exministro de Defensa Agustín Rossi no encarna la boleta oficial del FdT.
“No fue una sorpresa, no es pragmatismo, es el armado de una boleta potente para ganar la provincia”, resume a Letra P un estrecho colaborador de la presidenta del Senado. A los lugartenientes del Instituto Patria no les sorprendió que Fernández haya regresado al reducto de calle Rodríguez Peña para cargarse al hombro una de las listas de la interna del PJ en Santa Fe.
La que encabezan Marcelo Lewandowski para el Senado y Roberto Mirabella para Diputados es “la lista de Alberto y Cristina”, adhieren en el think tank cristinista. Primero el mensaje en video del presidente y luego la foto con la vicepresidenta terminaron de dejarlo en claro y se espera que antes del 12 de septiembre haya más mensajes, o todos los necesarios para superar el enfrentamiento interno y concentrarse en la instancia general.
No hay que sobreinterpretar a la expresidenta. El plan de Cristina no es nuevo, no es una revelación que haya acordado con un gobernador con el que mantiene marcadas diferencias ideológicas y quien contribuyó, en el pasado, con el avance del juez Claudio Bonadio sobre su persona. Lo pasado, pisado.
En el Instituto Patria sienten que la movida de CFK es una continuidad de lo que nació en La Pampa en 2018. Como contó Letra P en su momento, Carlos Verna, el gobernador que había estado enfrentado con Cristina durante su presidencia, fue uno de los primeros en recomponer las relaciones con la expresidenta para enfrentar al gobierno de Mauricio Macri.
En Santa Fe, por ejemplo, el plan de Cristina se plasmó en el cierre electoral de 2019. El líder de La Cámpora en la provincia, el diputado nacional Marcos Cleri, se embarcó ciego en su deseo de ser gobernador. Empapeló la provincia y recorrió ciudades y pueblos, pero, sobre la hora, la vicepresidenta le paró el carro y privilegió una alianza con Perotti.
La elección de su compañero de fórmula, Alberto Fernández, fue otro eslabón de su estrategia. El mayor, obviamente. Pero la seguidilla de anécdotas que desnudan su pensamiento actual no se redujeron y, en los días previos al 24 de julio, volvieron a aparecer. En Santa Fe, para seguir en la provincia, la vicepresidenta comprendió que insistir con María de los Ángeles Sacnun, su persona de mayor confianza, como cabeza de lista era un error. La senadora nacional le reportó casi con pleitesía y en el Instituto Patria le rendirán eterno homenaje, pero no medía y su nivel de conocimiento era y es pobre.
Por eso, CFK comprendió, junto a Perotti, que había que salir por arriba. Vio los números de Lewandowski y accedió al nuevo esquema. Lo miró a la cara por primera vez el jueves. Le cayó bien. Puede sumar desde su matriz peronista y también si vende kirchnerismo. El plan es ganar en noviembre y sostener las dos bancas de la provincia. No hay otra cosa.