Al gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, le llegó el momento. Impuso su mirada en el cierre de listas, convenció a la Casa Rosada de la estrategia a emplear y una victoria en la interna lo convertirá en el líder del PJ provincial. Es ahora o nunca, Rafaela.
Perotti saboreó como un triunfo que Buenos Aires no le haya puesto los nombres que él rechazaba. No quería por nada del mundo que el exministro de Defensa Agustín Rossi fuera el candidato del Frente de Todos (FdT) en Santa Fe. Es un camino a la derrota, explicó.
Para el mandatario, el peronismo tiene futuro de gobierno en la provincia si se juega al santafesismo, si se pone como parangón el Modelo Córdoba. Primero lo nuestro, lo coterráneo, después la mirada nacional. Y, en ese análisis, entiende que Rossi es una expresión sin anclaje local.
De ahí que haya rechazado la intervención de Vicentin, el cierre a la exportación de carnes y la ley de biodiesel que impulsó La Cámpora. Pese a esas negativas contra el poder central, Perotti cerró listas junto a la vicepresidenta Cristina Fernández. Esa fue su primera victoria, el primer punto de inflexión: encolumnar detrás de su plan al Instituto Patria y también al camporismo.
Ahora tiene que rubricar el mapa con un triunfo electoral. Ya convenció y sumó voces kirchneristas, algo impensado meses atrás. Ahora está a las puertas, si Marcelo Lewandowski le gana a Rossi, de refundar un peronismo provincial más cercano a sus intereses. Porque en la interna tiene que doblegar al Chivo, pero también a los senadores que, según su análisis, le pusieron piedras en el camino desde el vamos. También tiene que doblegar a su vicegobernadora Alejandra Rodenas, que se puso en la vereda de enfrente.
Probablemente, ese eje político no guarde sus espadas si es que cae derrotado en la interna. Pero una victoria de la lista del gobernador puede venir a reconfigurar el internismo. Con Rodenas no hay vuelta atrás. Se cortó el diálogo entre ambos. “No tenemos nada que ver con esa persona”, resume el gobernador, según un estrecho colaborador.
El "ahora o nunca" también alcanza a su relato. Porque en su estrategia de pago chico apelará seguramente a Billetera Santa Fe y al Boleto Educativo Gratuito, pero también al “decencia o corrupción” con el cual dividió la vara de su gobierno, pero también del peronismo.
Su proyecto político es provincial, por sobre todas las cosas. Siempre dentro del PJ, confían sus cercanos. Vencer en la interna, con dos años de mandato por delante sin reelección, le puede permitir pensar en un candidato a la gobernación de su riñón. Propio o aliado, pero cercano.
Él podrá, en cambio, aprovechar la precandidatura a senador suplente que ostenta o liderar una boleta en la categoría Diputados provinciales para conducir la Cámara Baja. Parte de un futuro indescifrable que Perotti ya calcula.
Ahí va el gobernador, con la garantía, en esta instancia, de que se plantó ante la Rosada y le hicieron la segunda. Su tozudo e inquebrantable “voy con lo mío o no voy” prevaleció. Ahora es cuestión de revalidarlo. Ahora o nunca, Perotti.