“Cuando el radicalismo quiera encabezar las listas para la Cámara de Diputados en 2023, a nadie le va a parecer mal, porque en la elección pasada (Mario) Negri fue el primero en la lista, pero en 2017 encabezó el PRO y nos parece que hay que respetar ese esquema”. El argumento del macrismo mediterráneo para apoderarse de las candidaturas que irán al tope de las boletas en las próximas elecciones vuelve a chocar de lleno contra el pedido público que la UCR volvió a repetir, sin mediar precisiones, el pasado 9 de julio tras el congreso partidario que confirmó su pertenencia a la coalición opositora.
En las filas macristas, las líneas internas se abroquelan ante la indecisión radical y ya establecieron una serie de condiciones mínimas que, por ahora, parecen innegociables: el partido no quiere perder la representación que hoy tiene en el Congreso. Por esa razón, la existencia de una lista de unidad exigirá dos lugares entre los primeros cinco nombres de la lista para Diputados y un lugar en el Senado.
Empujados por el amplio apoyo a la figura del entonces presidente Mauricio Macri, en 2017 Cambiemos logró cinco bancas a la Cámara baja logrando una contundente victoria electoral que relegó al schiarettismo a la segunda posición. Allí ingresaron Héctor Baldassi y Gabriel Frizza por el lado amarillo, y Soledad Carrizo, Diego Mestre y Brenda Austin por el radicalismo. Más allá de los nombres, hoy el PRO quiere sentarse en la mesa haciendo valer la pertenencia originaria.
Partido joven
En 2022, el PRO cordobés cumplirá diez años. En 2012, el entonces legislador Javier Pretto dejó las filas de Unión por Córdoba y se convirtió en la primera expresión del macrismo en Córdoba, con una banca en la Legislatura provincial que conservó hasta 2015, cuando pegó el salto a Diputados.
Con Pretto recientemente electo de nuevo al frente del partido, que a nivel nacional conduce Patricia Bullrich,el principal desafío del PRO local es avanzar en una primera renovación dirigencial que les permita crear las referencias necesarias para pelear la Gobernación en 2023. En ese camino, repiten el mantra más escuchado en la política argentina por estas horas: “sin 2021 no hay 2023”.
Victoria de Cambiemos en 2017 (Foto: Sebastián Salguero)
En ese contexto apareció Gustavo Santos, un hombre de dilatada experiencia en la gestión pública y casi nula trayectoria electoral. “Cuando Mauricio apareció con la idea de Santos a nosotros nos pareció muy bien porque ha ocupado cargos muy importantes en las tres órbitas del Estado y tiene un gran conocimiento del territorio como para poder crecer en la referencia del electorado cordobés de cara a la disputa de 2023”, dicen a Letra P desde las filas macristas, férreas defensoras de una candidatura que con el paso de los meses también recibió la bendición de Horacio Rodríguez Larreta.
Con Santos como pieza inamovible en el esquema que piensa el PRO para el armado legislativo, el gran problema lo tienen los radicales. Si la simbiosis boina blanca da resultado, alguien deberá enfrentar al exministro en las primarias. Si eso no pasa, la UCR debería ceder en las pretensiones por ocupar ese primer casillero en el armado para la Cámara baja. Para adentro, Ramón Mestre y Rodrigo De Loredo no solo que no quieren ir uno abajo del otro en un armado compartido, sino que ninguno se imagina en un tercer lugar en una lista encabezada por el actual presidente de la Fundación Pensar.
Juez resiste
Desde hace semanas, la candidatura amarilla de Santos no viene sola, sino que completa un combo que ubica a Luis Juez como candidato a senador. El argumento es el mismo: “Juez se bajó de la candidatura para ser senador en 2015 y dejó a un hombre de su espacio, es lógico que el Frente Cívico quiera retener ese lugar”.
La apuesta del PRO es repetir la lista que no fue en 2015. Entienden que la segunda banca deberá contener a una mujer de su espacio y la lógica indica que ese lugar está destinado a la actual senadora Laura Rodríguez Machado, hoy vicepresidenta del partido a nivel nacional.
Juez fue senador entre 2009 y 2015. Decidió bajarse de la candidatura para enfrentar a sus socios nacionales en un variopinto armado que lo unió a la concejala capitalina, exdiputada y exsecretaria general de la Gobernación delasotista Olga Riutort. Perdió, asumió en el Concejo Deliberante y fue enviado como Embajador a Ecuador. En 2019 volvió a intentar ser intendente de la capital por el armado que lideró Negri y volvió a perder, esta vez con el peronista Martín Llaryora. No llegó a asumir una banca en el legislativo cordobés porque meses más tarde ocupó un lugar en la lista que lo llevó a la Cámara de Diputados.
En todo ese movimiento, el macrismo le reconoce a Juez su “apego” a la estructura. “No es un líbero, se alínea”, reconocen quienes saben que, más allá de su verborragia pública, el cordobés es una pieza importante para el armado provincial y nacional. Por eso lo defienden y harán todo lo posible para que su nombre se mantenga en la cabeza de la lista de aspirantes al Senado.
También hay detrás de esa candidatura una estrategia a futuro delineada desde las órbitas nacionales. Más allá de los números que muestran los radicales, las oficinas porteñas siguen prefiriendo a Juez. “Los que nos critican porque vamos a conversar a Buenos Aires son los que más lo hacen cada vez que pueden. No van porque no tienen quien los reciba. Somos un partido y estamos en un frente nacional. Todos vamos a Buenos Aires, nosotros, los radicales, los lilitos y Juez, que anda por todos lados”, describen en el partido amarillos.
Por una cuestión de peso territorial y recorrido histórico, doce años sin presencia de la UCR cordobesa en el Senado parece un despropósito. Además, con el argumento del PRO de “mantener los espacios ganados por cada partido que integra Juntos por el Cambio”, el radicalismo debería despedirse para siempre de la Cámara alta. Al menos mientras forme parte de la alianza con sus tres socios actuales.
“El problema con los radicales es que ellos no se ponen de acuerdo. En la mesa política nunca dijeron que quieren encabezar las listas. Lo dicen en los medios”, se quejan en el PRO. Quedan once días para decir las cosas. Y definir.