Un protagonismo central del presidente Alberto Fernández y del gobernador Axel Kicillof, en la provincia de Buenos Aires, anuncios de gestión y obras y el fortalecimiento de la marca del Frente de Todos son las ideas centrales que tiene sobre la mesa de campaña el oficialismo, donde también hay voces disonantes que advierten sobre la necesidad de instalar candidatos y candidatas con peso propio, sin soslayar cómo se organiza Juntos por el Cambio en la vereda de enfrente.
“¿El candidato es la marca? ¿El candidato es el proyecto? Eso ya lo hicimos y nos fue mal. El candidato era (Daniel) Scioli, no el proyecto. Hay que tener cuidado con eso”. La advertencia se escucha en la intimidad del Gobierno de parte de un funcionario de extrema confianza del Presidente que impulsa la idea de que la boleta de aspirantes a la Cámara de Diputadpos por el Frente de Todos esté encabezada e integrada por dirigentes de peso, más específicamente, ministros o ministras del gabinete con volumen suficiente para dar la pelea en una campaña que se avizora muy dura.
En el oficialismo todavía hay estupor por el nivel de virulencia prematura que tiene la interna de Juntos por el Cambio que protagonizan, principalmente, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Una “guerra delirante”, según la definición de un asesor de campaña. Sin embargo, en el seno del Gobierno, hay quienes advierten sobre qué pasará con la oposición una vez que la interna se ordene.
“Ahora se están matando, pero van a sacar a la cancha a sus figuras más relevantes y nosotros no estamos para sobrar la elección”, dice un dirigente de primera línea. El vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli; la titular del PRO, Patricia Bullrich; la exgobernadora María Eugenia Vidal, Martín Lousteau, Elisa Carrió, Emilio Monzó, Larreta y el propio Macri serán candidatos o se involucrarán en la campaña.
En la Casa Rosada prima otra mirada. Será la marca del Frente de Todos la que salga a la cancha a mostrar valores que, entienden en Balcarce 50, la sociedad marca como positivos, como la unidad en la diversidad y la idea de que el oficialismo representa el cuidado de la sociedad por las medidas que tomó en torno a la pandemia –el fortalecimiento del sistema de salud, la campaña de vacunación, la defensa del bolsillo- como lo relativo al aumento de tarifas, la baja de Ganancias y las peleas con los sectores concentrados de la economía por los precios, además de medidas como el ingreso familiar de emergencia (IFE) y la tarjeta AlimentAR, para los más vulnerables, y el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), para las empresas.
"En las elecciones intermedias, la gente vota a favor o en contra del gobierno nacional. ¿Alguien se acuerdo de que Esteban Bullrich fue el candidato en 2017? ¿Quién dijimos que ganó la elección? Macri y Vidal", apuntan en la mesa de campaña. "Pero Macri puso como candidato al ministro de Educación, mandó a jugar a una figura", insiste otro interlocutor.
“La sociedad va a saber valorar el esfuerzo que hicimos. Sabe que el Estado no la dejó sola. Los argentinos pasamos muchas crisis, tenemos memoria”, dice una funcionaria de peso en la estructura nacional. “La marca del Frente de Todos es importante. El oficialismo está por encima del nombre de los candidatos, pero el Gobierno no puede ser una abstracción. Por eso es tan importante el protagonismo de Alberto y de Axel”, apuntan en la mesa de campaña que funciona en territorio bonaerense.
El rol del Presidente es central. Fernández dio la señal de largada al tono de campaña esta semana, cuando apuntó en duros términos contra Macri y Vidal. Lo mismo hizo Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Además, el jefe de Estado volvió a abrir su agenda a las provincias y se mostró con varios gobernadores. En los últimos diez días, estuvo con Omar Perotti(Santa Fe) y Juan Manzur (Tucumán) en Buenos Aires, viajó a Salta para el homenaje a Martín Miguel de Güemes y se mostró con Gustavo Sáenz y visitó en Córdoba a Juan Schiaretti. Es una muestra de federalismo que le reclamaban los mandatarios del interior, que el Presidente prometió cuando dijo en campaña que gestionaría “junto a los 24 gobernadores” y que había quedado relegada por las urgencias de la pandemia.
Fernández ajustó el discurso. Admitió en privado la dimensión del error que cometió durante la visita del español Pedro Sánchez y se dispuso a aceptar los consejos de quienes le sugieren ceñirse a una comunicación más controlada, metódica, sin improvisaciones. En los últimos días se lo vio hablar en público siguiendo un escrito, con un mensaje definido y claro. Tendrá una presencia fuerte en la campaña bonaerense, con apoyo de Cristina Fernández de Kirchner cuando la situación lo amerite.
La semana de la gaffe presidencial fue “la peor” del Gobierno en esta etapa. Un cimbronazo, según definieron dos ministros a Letra P. Desde ahí, solo le queda despegar y, para eso, cristinistas, albertistas, massistas y todas las tribus que habitan en el Frente de Todos coinciden en que el oficialismo debe “fortalecer la figura presidencial”. Los líderes de cada sector les bajaron a los suyos una orden de alto el fuego a las internas.
Después del traspié, el Presidente ya dio las primeras señales de que se puso la campaña al hombro y le pidió a su gabinete que saliera a poner la cara por el Gobierno y a defender la gestión. En la intimidad, también dejó trascender que piensa en 2023: cree que un triunfo en las legislativas le dejaría el camino allanado.