“Es bueno cuando aparece la mejor Cristina”. La definición salió de boca de un ministro muy cercano al presidente Alberto Fernández apenas Cristina Fernández de Kirchner terminó el discurso que dio en La Plata junto al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. La reaparición pública de la vicepresidenta no lo sorprendió. La mesa chica del primer mandatario recibió el lunes temprano la noticia del acto, con mensaje incluido.
La vicepresidenta volvió a hablar en público después de casi tres meses y eligió hacerlo pocos días después de la ya célebre y desafortunada frase sobre la constitución identitaria argentina, que Fernández pronunció frente al español Pedro Sánchez y terminó enojando a medio continente.
Aunque en el equipo de CFK lo niegan, varios funcionarios del gabinete coincidieron en la misma interpretación: “Apareció para acomodar un poco el barco”. En un despacho de Balcarce 50, donde todavía se siente el tembladeral de la semana pasada, destacaron diferentes puntos del discurso de la vicepresidenta. El primero fue la decisión de salir a hablar para “cuidar un poco a los propios” y motivar con un discurso positivo, moderado, de unidad, pensado para la ocasión.
El otro punto a señalar fue la mención explícita al Presidente. Se sabe, Cristina no deja palabras libradas al azar en ninguna de sus contadas apariciones, dispara directamente cuando quiere hacerlo, es filosa en el uso del lenguaje cuando expresa descontento. La inclusión de Fernández en su relato fue amable. “Quiero destacar esto, como lo hizo también Alberto el viernes, cuando estuvo en el centro Roffo”, dijo la vicepresidenta en uno de los pasajes de su discurso. “Una forma de cuidarlo, también”, apuntaron en la Rosada.
Por último, Cristina volvió a poner el foco en la campaña de vacunación, desplazado por los dimes y diretes de las últimas apariciones del Presidente, que acapararon la atención de todos los medios, sin matices en términos ideológicos. “Dejemos la vacuna y la pandemia afuera de la disputa política. Contribuyamos a que no haya tantos contagios y a que la gente quiere vacunarse”, propuso la vicepresidenta, que dejó para el final una promesa de felicidad en medio de la tempestad.
“Con la vacuna vamos a salir. Vamos a vacunar a todos los argentinos y las argentinas y vamos a volver a ser felices”, cerró. El Presidente siguió la misma línea y fue personalmente a Ezeiza a recibir las vacunas de AstraZéneca con las que Argentina alcanzó las 20 millones de dosis. Un acierto “de los dos”, apuntaron en el cristinismo.
La aparición de Cristina, este lunes, puso sobre la mesa el interrogante sobre cómo será la intervención de la vicepresidenta durante la campaña para las elecciones legislativas. “Tiene que tener un rol. La Cristina que llamó a Esteban Bullrich es extraordinaria. Es muy bueno cuando aparece la mejor Cristina”, le dijo un funcionario de primera línea del gabinete a Letra P.
La última vez que la vicepresidenta había hablado en público fue el 24 de marzo, en Las Flores, cuando puso en marcha un nuevo espacio para la memoria, también con Kicillof. Antes, en diciembre, había estado en La Plata en un acto con el Presidente, el gobernador, Sergio Massa y Máximo Kirchner. Fue cuando mandó "a buscar otro laburo" a los funcionarios y funcionarias que no estuvieran a la altura de su cargo.
Cristina como armadora, con apariciones puntuales, como en 2019, es el espejo que mira la mesa chica del Presidente, que este lunes celebró su reaparición, aunque en modo acomodadora del desorden. Es el modelo del primer tramo de la campaña presidencial del Frente de Todos con la hoy vicepresidenta como articuladora de la unidad, que le dio espacio a Fernández para que su figura creciera y se corrió del centro de la escena. El interrogante es si, un año y medio después, pandemia y desgaste de gestión mediante, es posible aplicar la misma receta.