El grifo de la soja parece ser una zona de distensión entre el Gobierno y el campo en medio de la batalla por el cierre de las exportaciones de carne, que derivó en un lockout del sector. Justamente esa medida de fuerza, que se limitó a la comercialización de hacienda, evidenció que, en el fondo, ambos tienen al mercado externo de la soja como un punto de no beligerancia que no suben a la mesa de la discusión en épocas de cosecha gruesa y con el commoditie volando a 600 dólares que hace ganar a todos. En el baile de la soja, campo y Gobierno no se pisan los pies.
La Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC) informaron música para los oídos del área económica del Gobierno: en mayo, el sector ingresó al mercado de cambios más de 3.500 millones de dólares en liquidaciones de exportaciones, un número récord para un mes de mayo del que se tenga registro y el acumulado en los primeros cinco meses del año recién es superado por un registro de 2003.
El precio del commoditie fue demasiada tentación para los productores, que, en un principio, se desconocía cuánto iban a vender con un proceso inflacionario que licua rápidamente el cambio de dólares a pesos de la transacción. “Lo decisivo y casi exclusivo ha sido el precio de la soja, que ha sido un gran incentivo para acelerar la liquidación por miedo a que baje el commoditie. Incluso en estos días hubo altibajos en el valor”, sostuvo el economista Gustavo Reija a Letra P.
Todo esto se refleja en los movimientos del Banco Central, que, después de un comienzo de año difícil respecto a las reservas, aceleró la acumulación con esta cosecha: acumuló en mayo casi u$s2.090 millones, un récord desde 2003, cuando comenzó a operar el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC). Los agrodólares le ayudaron al Central a revertir la tendencia.
La pregunta es si la decisión de Alberto Fernández de cerrar las exportaciones de carne fue caminar por el borde de la cornisa y dar margen para un paro total de las actividades del campo y no sólo de la hacienda, como ocurrió. Estos números de liquidación demuestran que el conflicto cárnico corre por otro andarivel que el mercado agroexportador de granos y subproductos.
Hay un dato clave: el Gobierno decidió negociar una salida del conflicto de la carne con el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), donde tienen mucha injerencia las agroexportadoras y aceiteras de la Ciara y CEC, y no con las cuatro entidades que batallan juntas desde la resolución 125. Justamente, el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y vocero del Consejo Agroindustrial, José Martins, sostuvo en un encuentro virtual con periodistas: "No estoy de acuerdo con expandir el conflicto de las exportaciones de la carne a la soja".
Hubo sectores más radicalizados, como la Asociación de Productores Autoconvocados y hasta la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), que pidieron extender la medida de fuerza toda la actividad, incluida la de los granos. Por ahora, no sumó adhesión en las entidades agropecuarias que, por más que tensen la cuerda, sobre todo Confederaciones Rurales (CRA), no ahorcan con la comercialización de granos. Igualmente, la situación podría escalar si no se resolviera el problema y se prorrogara el cierre de las exportaciones una vez que finalicen los 30 días de la medida.
El Gobierno parece confiado en que el grifo de la liquidación está abierto y no se cerrará por la disputa de la carne. Los referentes de CRA, Federación Agraria (FAA) y Coninagro lo traducen en la falta de diálogo y por eso se extendió el lock out de la venta de hacienda hasta mediados de esta semana. Por ahora no hay acercamientos para resolver el conflicto, pero las divisas de la soja siguieron entrando.